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278 JUAN F. CONZALEZ
puede considerarse como un delito. culposo; él constituye
un delito formal de mero peligro y de carácter doloso.
* * *
El alcance del precepto. - En el artículo anterior estudiamos
el atentado público al pudor cometido por medio
de la pornografía, libros, escritos, imágenes; ahora conternplamos
el mismo delito por actos y exhibiciones obscenas
cometidas en público o en lugares en que puedan ser vistas
involuntariamente por terceros.
El hecho lesivo debe siempre representar un atentado
contra la moral o las buenas costumbres, y la diferencia sólo
la encontramos en la forma de proceder. En el caso del
artículo anterior podemos afirmar que es la inteligencia humana
la que estaba al servicio de la delincuencia y el atentado
iba dirigido más propiamente al pudor que a las buenas
costumbres; en el presente se produce por medio de actos
físicos, donde los hechos constituyen un atentado al pudor y
a las buenas costumbres.
La ley no exige que el autor responsable sea el propio
ejecutor del hecho lesivo de la moral; antes bien, se pone en
el caso del que ejecuta y del que hace ejecutar, y en este
sentido puede ser el autor directo ejecutor o hacerlo por interpósita
persona, o también valerse de animales. Cualquiera
que sea el medio empleado, basta que el hecho producido
sea lesivo de la moral para considerar perpetrado el delito.
Estando considerado el ultraje público al pudor como
un delito formal, no se necesita que el hecho lesivo sea presenciado
por terceras personas, pues la sola ejecución de
los actos en público o en lugar a que tenga acceso el público
es suficiente para su configuración, pues la existencia del
riesgo corrido es lo que caracteriza la responsabilidad, dado
el sistema que adopta nuestro código para apreciar la infracción.
La pena sancionada por el legislador para esta clase
especial de atentado al pudor es la de multa de cincuenta a
quinientos pesos.