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EL CODICO PENAL y LA JURISPRUDENCI4. 221
dad y que quien facilita no hace más que satisfacer y coadyuvar
a sus propias aspiraciones.
Los términos corrupción y prostitución, tienen alcance
diferentes: corromper es alterar, modificar, descomponer,
avasallar el principio moral de la honestidad constituyendo el
primer peldaño en la escala de la degradación. La prostitución
es la entrega del propio cuerpo al comercio sexual,
que significa la degradación personal llevada al terreno de
los hechos ante la ausencia absoluta del pudor y la castidad.
Los hechos y maniobras inmorales que constituyen el
elemento material del delito, deben tener una relación de finalidad
con el empleo de la líbido, desde que si estos no
encierran otro fin que el de la propia inmoralidad, estaríamos
frente al delito de ultraje al pudor y no de corrupción. En
este sentido como observa Garraud, hasta los medios verbales,
la palabra, los consejos, pueden s~rvir de elemento para
facilitar la corrupción del menor y configurar el delito.
El acceso carnal normal que no llega a constituir el estupro,
debemos descartarlo como elemento de corrupción,
porque la cópula normal realizada por vía de seducción no
constituye ninguna infracción delictuosa.
Tan sólo en el caso en que existan intermediarios y el
acceso se ha realizado por terceros para satisfacer sus propios
deseos, puede servir entonces como elemento constitutivo
de la infracción. Lo mismo que cuando el acceso carnal
se realiza en presencia de un menor, porque en este caso
constituye un ataque a la salud moral del mismo.
Esto sentado, pensamos que el coito te per anum " efectuado
sobre las personas de los menores, siempre que no
configure el delito de violación, debe considerarse como un
medio idóneo para constituir la corrupción. El hecho del
consentimiento de las víctimas, que como hemos visto no lo
ha tenido en cuenta el legislador, no puede servir de argumento
para la discriminación del acto delictuoso, desde que
existiendo un ataque directo capaz de poner en peligro la
salud moral del menor queda aquél configurado.
Como muy bien sostiene el Dr. Salvagno Campos C):
(1) Los delitos sexuales, pág. 383. - Ver Manfredini, De!
c. n buon eoat., pl\g.198.