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EL CODlGO PENAL y LA JURISPRUDENCIA 135
El Dr. Tomás Jofré por su parte, sostiene que el juez
del Crimen debe considerar la cuestión y resolverla en la
sentencia.
Aunque soy partidario de la supresión de toda cuestión
pre-judicial, desde que el juez del crimen debe entender
y resolver cualquiera que se plantee y tenga una relación directa
con el delito que se pretende reprimir, en este caso por
respeto a las disposiciones expresas de la ley (art. 1104 C.
C.) entiendo que la nulidad del matrimonio es la única cuestión
pre-judicial que hoy puede plantearse en los juicios criminales.
Dada la forma y los requisitos exigidos por el legislador
para poner en movimiento la acción en el orden criminal,
la cuestión pre-judicial de la nulidad del matrimonio carece
de importancia.
La razón es la siguiente: que exigiendo la ley como requisito
previo la declaración del divorcio por adulterio, es
en este juicio donde debe plantearse la cuestión de la nulidad
del matrimonio. Conseguido el divorcio por cdulrerio
y pasando la sentencia en autoridad de cosa juzgada, está
preparada puede decirse la vía criminal. Y cualquier cuestión
que se intente plantear a los efectos de sustraer el juicio
de la jurisdicción del juez del crimen, resultaría entonces
extemporánea, con el único propósito de entorpecer la acción
de la justicia.
En el derecho Español no puede ni enunciarse este problema
desde que la misma ley se sirve resolverlo expresamente,
pues el delito de adulterio existe aún en el caso de que
posteriormente sea declarada la nulidad del matrimonio, como
reza en la disposición del artículo 448.
* * *
Esta es la situación del adulterio como institución del
derecho criminal, que en mi entender está destinada a desaparecer
en la primera reforma de nuestro Código Penal.
Si al matrimonio 10 consideramos bajo su aspecto religioso
como un sacramento inviolable e indisoluble, es necesario,
es incuestionable, es razonable, considerar la infidelidad
conyugal como un delito; pero si en cambio 10 le-