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del caso sub [údic: y por los preceptos legales, cabe
aceptar la solución gestiona-la por el deudor, o sea
dividir en lotes del inmueble gravado a los fines de la
enajenación más ventajosa que permitan las aetuules
circunstancias, sin que ello importe menoscabar 10.5 derechos
del acreedor ni la naturaleza del pr-ivilegio establecido
a su Iavor.
La mayoría, ateuiéndos : al texto de la ley y a lo,
términos del contrato, impone la solución coutrar.a : la
indivisibilidad de la hipoteca e, invulnerable, si el acreedor
no hace concesiones al respecto.
La cuestión es compleja, porque afecta tanto preceptos
S doctrinas legales, como problemas económicos
~. sociales. Ante lo extraordinario de la situación ~.
la gravedad de los momentos actuales, se ha sostenido
con buenas razones que el Congreso debió sancionar una
ley de circunstancias en salvaguardia de los legítimos
intereses de la econorníu nacional, amenazada por la
avalancha de las ejecuciones a sangre y fuego. Una
sanción legislativa S~ imponía también ante las dificultades
de interpretación de las disposiciones pertinentes del
Código Civil, evidenciadas con las divergencias de opiniones
entre los magistrados Y la poca firmeza de la
jurisprudencia.
Considero oportuno consignar aquí a'gunos datos
concretos que evidencian la importancia del asunto.
Desde 1903 al 1911 se han constituído en la Capital
sesenta y nueve mil doscientas noventa y ocho hipotecas;
los inmuebles gr.iva-los suman en lo, nueve años,
ochenhy cinco mil trescientos sesenta y uno; el valor
garantizado por las expresadas hipotecas, asciende a
la suma total de mil cincuenta y ocho millones, doscientos
treinta y tres mil, doscenios cuatro pesos y
ochenta c-niaoos moneda nacional.
Los saldos que el balance hipotecario arroja en I
contra de la propiedad inmueble de la Capital, al 31
de diciembre de 1911, son 103 sizuientes: