Untitled - Biblioteca Digital - Corte Suprema de Justicia de la Nación

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cultad su aplicación al punto que los jueces deben resolver.
Pero las leyes dictadas en un momento histórico
y como reflejo de un estado jurídico determinado,
adolecen de deficiencias, lagunas y contradicciones. No
pueden tampoco abarcar toda la complejidad de los fenómenos
sociales ni prever los inumerables casos que el
conflicto de los intereses privados ofrece a la decisión
judicial. Nos encontramos aún rnuv lejos de ese Estarlo
organizado según el tipo ideal, es decir, en que el órgano
legislativo sería apto para dictar leyes absolutamente
claras, absolutamente precisas, absolutamente completas,
en que la «geometría» legal llevaría virtualmente cn
sus teoremas la solución matemáticamente exacta de
todos los casos particulares, en que el legislador, en fin,
por un trabajo de retoque incesantemente renovado,
sobre todas las partes del derecho consagrado, aseguraría
el ajuste inmediato de los textos con los hechos (J. Cruet,
La cie du droil).
El órgano legislativo no realiza nunca ni puede roalizar
en la integridad perfecta de su definición teórica,
de su concepción racional, la función de crear reglas de
derecho aplicables 11 todas las relaciones sociales que
pueden motivar un debate judicial. Todos los códigos y
leyes adolecen de silencio, obscuridad y dejiciencias varias;
pero como la función de crear esas reglas de derecho
no puede s el' abandonada un solo instante; como
los jueces tienen la obligación ineludible de fallar los
casos sometidos a su decisión, se inicia entonces la obra
importantísima de la jurisprudencia; el magistrado no
sólo interpreta y aplica la ley sino que suple también
la acción del legislador, malgrado todas las disquisiciones
y todos los preceptos metafísicos sobre separación de
los poderes. (1)
(1) El Código d