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LAS SITUACIONES DE PRECARIEDAD EN LOS HOGARES CON ...

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<strong>LAS</strong> <strong>SITUACIONES</strong> <strong>DE</strong> <strong>PRECARIEDAD</strong> <strong>EN</strong> <strong>LOS</strong> <strong>HOGARES</strong> <strong>CON</strong> NIÑOS <strong>EN</strong><br />

LA ACTUAL CRISIS. EL CASO <strong>DE</strong> <strong>LAS</strong> FAMILIAS MONOPAR<strong>EN</strong>TALES.<br />

Andrea Hernández Monleón<br />

Departamento de Sociología y Antropología Social, Universidad de Valencia<br />

andrea.hernandez@uv.es<br />

Abstract:<br />

En el marco de las transformaciones de los modelos familiares en un contexto de crisis,<br />

y desde una perspectiva de género, la investigación se centra en las situaciones de<br />

precariedad de los hogares con niños/as en el Estado Español. Se analizan las<br />

situaciones de los hogares monoparentales en comparación al resto de hogares en los<br />

que residen niños bajo la hipótesis de que estas familias se encuentran<br />

comparativamente en situaciones más precarias que en los hogares donde conviven dos<br />

adultos con niños. A su vez, entre los hogares conformados por dos adultos con niños,<br />

se prevé encontrar situaciones más precarias a mayor número de niños, por lo que las<br />

familias biparentales numerosas se encontrarán en una peor situación relativa que los<br />

hogares en los que residen uno o dos niños.<br />

A partir de la Encuesta de Condiciones de Vida 2005 y 2010 (ECV), se realiza una<br />

aproximación a la realidad de los hogares con niños mediante la creación de indicadores<br />

de precariedad vital en cuatro dimensiones: precariedad laboral, de consumo, de<br />

vivienda y de salud. Por otro lado, se realizan modelos mediante regresiones estadísticas<br />

para conocer qué variables influyen en una mayor precariedad de los hogares con<br />

niños/as.<br />

Los resultados provisionales aportan signos del empeoramiento de las condiciones de<br />

vida de los hogares analizados y en la dimensiones laboral, de consumo, de vivienda y<br />

de salud. Se visualizan las fuentes de vulnerabilidad y los tipos de hogares con más<br />

riesgo, siendo estos los que conforman las familias monoparentales y las numerosas<br />

Palabras clave: Precariedad vital, Hogares con niños, monoparentalidad, condiciones<br />

de vida, crisis


INTRODUCCIÓN<br />

El presente trabajo ofrece los resultados provisionales obtenidos hasta la fecha 1 en<br />

relación a la situación de precariedad de los hogares con niños en el Estado Español en<br />

los años 2005 y 2010. Esta investigación, se enmarca dentro del proyecto de<br />

investigación “Respuestas sociales a la crisis y procesos de precarización de la vida en<br />

la sociedad contemporánea: Bélgica, España, Francia, Italia y Portugal” 2 y es una<br />

primera aproximación, de carácter cuantitativo, a los procesos de precarización de los<br />

hogares en los que residen niños. El análisis se basa en la explotación de la Encuesta de<br />

Condiciones de Vida de los años 2005 y 2010, mediante la creación de cinco<br />

indicadores de precariedad para cinco dimensiones: ingresos, laboral, consumo,<br />

residencial y salud para, de este modo, contar con una radiografía que nos muestre la<br />

evolución de la precariedad desde un momento pre-crisis (año 2005) a un primer<br />

momento de la actual crisis económica y financiera (año 2010).<br />

MARCO TEÓRICO<br />

En las actuales sociedades occidentales, existe un acuerdo extendido en que el estudio<br />

de la pobreza, de su feminización e infantilización, debe incluir el análisis de los<br />

procesos de exclusión e inclusión social (Ayala et al., 2006; Arias et al., 2010). Dicho<br />

análisis cobra especial relevancia cuando nos referimos a las transformaciones<br />

familiares y a las implicaciones que estas tienen sobre los proyectos vitales de las<br />

mujeres y los niños y, por ende, sobre los procesos de inclusión-exclusión. Entre los<br />

cambios en la institución familiar destaca el reconocimiento de ‘nuevos’ modelos<br />

familiares, antes rechazados u obviados, lo que Flaquer ha denominado la segunda<br />

transición familiar (Flaquer, 1999). Entre ellos sobresalen, por su relación con los<br />

procesos de exclusión, las familias monoparentales. Compuestas por un adulto<br />

responsable principal del cuidado y bienestar de los hijos, estas familias se han<br />

multiplicado en el entorno europeo y norteamericano desde finales de los años setenta<br />

debido en gran parte a, entre otros, la individualización (Beck-Gernsheim, 2003;<br />

Becker, 2001), la incorporación de la mujer al trabajo remunerado (Oppenheimer, 1994;<br />

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!<br />

1 !Esta comunicación se presenta como “working process”<br />

2 !Financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad para el periodo 2012-2014 (CSO2011-23252) dirigido<br />

por el profesor Benjamín Tejerina !


Blossfeld y Drobnic, 2001; Hakim, 2003), la legislación y legitimación social de las<br />

rupturas matrimoniales (Fernández y Cordón, 1998; Solsona y Simó, 2007) y los<br />

avances médico-técnicos relativos a la reproducción asistida (Jociles et al., 2008). En el<br />

Estado Español, estas familias pasaron del 10,9% del total de hogares con hijos en el<br />

censo de 1981, al 18,50% en el de 2001. Si nos centramos en el total de hogares con<br />

niños, las familias monoparentales han pasado del 3,5% en el año 2000, al 4,1% en el<br />

año 2008 (INE, 2010). La cuestión de género aparece al comprobar que en estas<br />

familias las protagonistas son mayoritariamente mujeres: cerca del 86% del total de<br />

familias monoparentales en 2010 3 . Al tiempo, diversas investigaciones han resaltado su<br />

sobrerrepresentación entre los colectivos con mayor riesgo de sufrir exclusión social<br />

(Madruga y Mota, 1999; Tezanos, 1999) o que en España el 33% de los hogares<br />

monoparentales se encuentran bajo el umbral de la pobreza (González, 2000).<br />

En este sentido, se trabaja con el concepto de exclusión como proceso multidimensional<br />

(Castel , 1995; Subirats, 2004), entendido como "una situación concreta fruto de un<br />

proceso dinámico de acumulación, superposición y/o combinación de diversos factores<br />

de desventaja o vulnerabilidad social que pueden afectar a personas o grupos,<br />

generando una situación de imposibilidad o dificultad intensa de acceder a los<br />

mecanismos de desarrollo personal, de inserción sociocomunitaria y a los sistemas<br />

preestablecidos de protección social". (2004:19). Sin embargo, para el presente trabajo<br />

se ha optado por utilizar el concepto de precariedad vital, ligado aunque diferente al de<br />

exclusión social, y que es entendido como el conjunto de factores que sitúan en una<br />

posición de vulnerabilidad en diversos ámbitos de la sociedad. Así, la precariedad es<br />

entendida: 1) como condición (se es precario porque se carece de normalidad), 2) como<br />

situación (se está o se vive con limitaciones al experimentar los procesos de<br />

precarización) y 3) como medio y recurso (se actúa dentro de ámbitos de precarización<br />

en los que se dispone de medios limitados y se gestionan recursos reducidos) (Simó et<br />

al., 2011).<br />

En la actual crisis económica y financiera, los procesos de precarización de diversos<br />

ámbitos de la vida social se están extendiendo por gran parte del conjunto de la<br />

sociedad. Uno de los factores en los que es evidente el aumento de la precarización es<br />

en la esfera del trabajo asalariado, tanto en relación a la contratación, como a la<br />

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!<br />

3 Datos extraídos del Instituto de la Mujer (www.inmujer.es) !


temporalidad y a la desaparición de lugares de trabajo que no requerían calificación<br />

(Sanchis, 2008). El empeoramiento de las condiciones laborales tiene que ver con los<br />

salarios, la temporalidad, las garantías frente el despido, etc. En los últimos veinte años<br />

los salarios han perdido de media un 2,5% de poder adquisitivo (Colectivo IOÉ, 2008) y<br />

la indemnización por despido también se ha abaratado, lo cual ha permitido un aumento<br />

en modalidades de contratación ficticiamente consideradas “indefinidas”. Por otro lado,<br />

el acceso a un salario ya no protege del riesgo de estar bajo el umbral de la pobreza: la<br />

desvinculación entre salarios y aumentos en la productividad, ha situado los salarios<br />

mínimos por debajo del umbral de pobreza; esto sucede en Europa y también en los<br />

Estados Unidos, donde una parte importante de las personas asalariadas están en<br />

situación de empobrecimiento (Iglesias et. al., 2004). También es importante la<br />

articulación de las políticas educativas, los resultados de las cuales implican un acceso<br />

diferenciado al mundo de la ocupación. La eliminación de las ocupaciones menos<br />

cualificadas puede suponer un mayor riesgo por las personas con bajo nivel de<br />

cualificación. En este sentido, el efecto de los factores mencionados puede ser más<br />

negativo en el caso de las mujeres que han seguido el modelo de relaciones tradicional:<br />

haber sacrificado toda o una parte de su carrera profesional en el cuidado de los hijos/se,<br />

que las enfrenta en peores condiciones a un mercado laboral del cual se habían<br />

descolgado (Brullet, 1997). Por último, también hay que destacar las situaciones de<br />

precariedad residencial, puesto que la coyuntura económica ha propiciado un aumento<br />

de las dificultades de acceso a la vivienda o, incluso, de mantenimiento de la misma.<br />

En este contexto, es de especial relevancia la investigación relativa a la situación y las<br />

condiciones de vida de los hogares en los que conviven niños. Estos hogares son<br />

especialmente sensibles a las situaciones de vulnerabilidad puesto que las necesidades<br />

específicas de los y las menores (necesidades de cuidado, atención, acceso a una<br />

alimentación equilibrada, condiciones adecuadas en la vivienda, entre otras) deben ser<br />

correctamente atendidas en base al respeto de los derechos de los niños y las niñas como<br />

una cuestión de justicia social. Sin embargo, la actual crisis económica-financiera está<br />

teniendo consecuencias dramáticas para los hogares con niños/as a causa de una<br />

precarización cada vez mayor de las condiciones de vida de padres y madres que por<br />

extensión genera situaciones de grave riesgo de vulnerabilidad social para los menores.<br />

A esta situación, hay que añadir los intensos recortes del gasto público, el cual ya era,<br />

en la partida dedicada a la familia e infancia, exiguo en el 2008 con un 0,7% del PIB


dedicado a esta partida (Arias et al., 2010). Además, ha habido también una importante<br />

reducción en otro tipo de ayudas como las becas relacionadas con los estudios, los libros<br />

de texto y el servicio de comedor. Como resultado de esta situación socio-económica, se<br />

ha incrementado de manera alarmante el número de niños en riesgo de pobreza en los<br />

últimos años (de 2009 a 2010 se pasó del 23,7% al 26,2% de menores de edad en riesgo<br />

de pobreza). Entre las familias con niños, destacan por su situación de vulnerabilidad las<br />

familias monoparentales, con un 45,5% de riesgo de pobreza, junto a las familias<br />

numerosas con un 44,2% (González-Bueno et al., 2012).<br />

METODOLOGÍA<br />

La investigación que aquí se presenta es de carácter cuantitativo mediante la<br />

explotación de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) en los años 2005 y 2010 4 . La<br />

ECV es la fuente de información que mejor se ajusta a los objetivos de la investigación<br />

ya que permite estudiar no solo lo relativo a los ingresos y el empleo, en cuyo caso se<br />

podría haber optado por la Encuesta de Población Activa (EPA), sino que además<br />

cuenta con una amplia batería de preguntas sobre diversas cuestiones relativas a las<br />

condiciones de vida como es la salud o la vivienda, permitiendo así la creación de<br />

indicadores específicos para diversas dimensiones de la precariedad.<br />

De este modo, y una vez fusionados los cuatro ficheros que componen cada base de<br />

datos (Fichero de datos básicos del hogar; Fichero de datos básicos de la persona;<br />

Fichero de datos detallados del hogar y Fichero de datos detallados de los adultos), se<br />

ha realizado la fusión de los dos años en una misma base de datos. Se han seleccionado<br />

un total de 8 variables de control: 1) Año de la encuesta 2) Sexo, 3) Grupos de edad; 4)<br />

Estado civil; 5) Situación de convivencia; 6) Tipo de hogar; 7) Nivel de estudios; 8)<br />

Ocupación; 9) Nacionalidad y 10) Comunidad Autónoma. Finalmente, para los análisis<br />

que se presentan en esta comunicación se han seleccionado seis de las diez variables, a<br />

saber: año de la encuesta, sexo, grupos de edad, tipo de hogar, nivel de estudios y<br />

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!<br />

4 !En el proyecto en el que se inscribe este trabajo se explotará de manera conjunta el Panel de Hogares (PHOGUE)<br />

para los años 1995 y 2000 junto a la ECV en los años 2005 y 2010, sin embargo, para esta comunicación aún no se<br />

han acabado de solucionar los obstáculos de homogeneización de ambas bases de datos por lo que los resultados se<br />

ciñen a los aportados por la ECV.


comunidad autónoma. En la tabla 1 se encuentra la información relativa a las<br />

frecuencias de dichas variables:<br />

Se han creado 5 indicadores de precariedad que respondan a las dimensiones de:<br />

ingresos, laboral, consumo, vivienda y salud. El indicador de precariedad de ingresos<br />

se ha realizado mediante la suma de tres subdimensiones:<br />

1) Rentas totales individuales: incluye las variables relativas a las rentas salariales<br />

(monetarias y no monetarias), los beneficios o pérdidas (rentas obtenidas por la<br />

actividad empresarial) y las rentas privadas de pensiones.<br />

2) Ayudas sociales recibidas: incluye las variables relativas a las prestaciones por<br />

desempleo, por jubilación, por supervivencia, por enfermedad, por invalidez y<br />

las ayudas al estudio.<br />

3) Ingresos del hogar imputados a individuos: incluye a) los intereses, dividendos y<br />

ganancias netas de inversiones de capital en empresas no constituidas en<br />

sociedad; b) rentas procedentes del alquiler de una propiedad o terreno; c) ayuda<br />

por familia/hijos; d) ayuda para vivienda; e) transferencias periódicas monetarias<br />

percibidas de otros hogares y f) renta neta percibida por los menores de 16 años.<br />

Todas estas variables, se calculan per capita, debido al tratamiento<br />

individualizado del resto de información, por lo que la cantidad consignada en


estas variables de hogar se divide por la variable que nos indica el número de<br />

miembros del hogar.<br />

Así, mediante la suma de estas subdimensiones obtenemos el Indicador de Precariedad<br />

de Ingresos en el cual establecemos tramos de ingresos, calculándolos a partir de la<br />

media más/menos la mitad de la desviación típica, obteniendo un total de 11 tramos<br />

(tabla 2) 5 :<br />

En segundo lugar, el indicador de precariedad laboral se ha realizado mediante las<br />

variables 1) situación laboral y 2) tipo de contrato. Se valoró la posibilidad de incluir la<br />

variable “ocupación”, pero se desechó esta posibilidad al fin de evitar problemas de<br />

correlación que distorsionaran el valor final del indicador. Las variables se<br />

recodificaron para que los valores fueran en el sentido de la precariedad. El cálculo del<br />

indicador se realizó mediante la suma de ambas variables, multiplicadas cada una por<br />

0.5 ya que, al ser solamente dos variables no era posible realizar un análisis de<br />

componentes con el que obtener el peso específico de cada variable. Una vez calculado<br />

el indicador, se recodificó en una escala 0 a 10, donde 0 es mínima precariedad y 10 es<br />

máxima precariedad. En la tabla 3 se puede consultar las frecuencias de este indicador:<br />

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!<br />

5 Como puede verse en la tabla 2, el Indicador de Precariedad de Ingresos contiene un número muy elevado de<br />

valores perdidos, por lo que todos los resultados relativos a este indicador han de tomarse con cautela. Se está<br />

trabajando para solucionar este problema de cara a la versión definitiva de esta comunicación.


En tercer lugar, en el indicador de precariedad en el consumo se han incluido dos<br />

subdimensiones:<br />

1) Capacidad de gastos: incluye las variables relativas a la capacidad de poder<br />

pagar una semana de vacaciones, la capacidad para comer carne, pescado o<br />

sustitutivo vegetariano cada dos días, y la capacidad de pagar un imprevisto<br />

2) Retrasos en los pagos: incluye los retrasos en el pago de facturas y el modo en<br />

que se llega a final de mes.<br />

El indicador al contar solo con dos componentes se calcula mediante la suma de estos<br />

multiplicados cada uno por 0.5. Una vez obtenido el indicador, se recodifica en una<br />

escala de 0 a 10 (tabla 4).<br />

En cuarto lugar, el indicador de precariedad en la vivienda se obtiene en base a<br />

cuatro subdimensiones. Las variables que componen todas las subdimensiones habían<br />

sido recodificadas para que las situaciones precarias tuvieran valor 1 y las no precarias<br />

valor 0:<br />

1) Condiciones de la vivienda: resultante de la suma de las variables relativas a si<br />

la vivienda tiene luz insuficiente, inodoro en el hogar, ducha en el hogar,<br />

temperatura adecuada en invierno y goteras y/o humedades.<br />

2) Equipamiento de la vivienda: suma de las variables teléfono en la vivienda,<br />

televisión en la vivienda, ordenador en la vivienda, lavadora en la vivienda y<br />

coche en la vivienda. Los valores de estas variables se recodifican para que tener<br />

estos equipamientos sea valor 0, no tenerlos por motivos económicos valor 1 y<br />

no tenerlos por otros motivos que no sean económicos valor 0.5


3) Entorno de la vivienda: que incluye la presencia de ruidos, de contaminación y<br />

de delincuencia.<br />

4) Régimen de la tenencia: que incluye los valores de menor a mayor precariedad:<br />

propiedad, cesión gratuita, alquiler por debajo del precio de mercado y alquiler a<br />

precio de mercado.<br />

Se realiza un análisis de componentes para conocer el peso de cada subdimensión y<br />

multiplicar este peso por cada variable y proceder a su suma. Una vez calculado el<br />

indicador de precariedad en la vivienda, se recodifica en escala 0 a 10 (tabla 5):<br />

En quinto y último lugar, el indicador de precariedad en la salud se calcula con las<br />

variables: estado de salud en general, tener una enfermedad crónica, tener limitaciones a<br />

causa de la salud y el no haber podido ir al dentista a pesar de necesitarlo. Se realizó un<br />

análisis de componentes para que cada variable contara con un peso específico y una<br />

vez calculado el indicador se recodificó en escala 0 a 10 (tabla 6):<br />

Una vez calculados estos indicadores de precariedad se realizaron una serie de<br />

regresiones univariantes en las que las variables dependientes serán los distintos<br />

indicadores y los factores fijos serán las variables de control señaladas anteriormente.


Se desechó la idea de realizar una regresión logística puesto que los indicadores<br />

(variables dependientes) son variables continuas, las cuales no tiene sentido teórico<br />

transformar en dicotómicas, puesto que no se trata de “estar o no precario” sino de<br />

analizar los matices y las diferencias en una escala.<br />

RESULTADOS<br />

En este apartado se presentan los principales resultados obtenidos hasta la fecha. En<br />

primer lugar, se muestra la evolución, del año 2005 al 2010, de cuatro de los cinco<br />

indicadores 6 calculados para cada tipo de hogar: familias monoparentales (un adulto con<br />

niños dependientes), familias biparentales con un niño, familias biparentales con dos<br />

niños, familias numerosas (dos adultos con tres o más niños) y otros hogares con niños<br />

dependientes (Tabla 7 y gráficos 1 a 5). En segundo lugar, se muestran los resultados<br />

obtenidos del cálculo de las regresiones univariantes para cada indicador como variable<br />

dependiente y con las variables sexo, tipo de hogar y nivel de estudios como factores<br />

fijos. Se ha optado por presentar únicamente estas regresiones y no el conjunto de todas<br />

las calculadas hasta el momento por cuestiones de espacio 7 para esta comunicación. La<br />

elección de este modelo frente a otros calculados se debe a que es el que mayor<br />

significación aporta para la mayoría de indicadores, tanto en los factores fijos por<br />

separado como en su interacción.<br />

En relación a la evolución de los indicadores de precariedad desde el año 2005 al 2010<br />

según el tipo de hogar (tabla 7), se ha de destacar que, a pesar de que la actual crisis<br />

económica y financiera ya había comenzado un par de años antes del 2010, el efecto<br />

sobre los indicadores de precariedad es, en general, escaso. En la precariedad laboral,<br />

los grupos que menor precariedad presentan son para ambos años las familias<br />

biparentales con uno o dos niños, mientras que la máxima precariedad la tiene la<br />

categoría de otros hogares con niños, tanto para 2005 (42,9%) como para 2010 (59,9%)<br />

año en el que se incrementa su presencia en esta franja de la precariedad. Si nos<br />

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!<br />

6 !En el momento de presentar este texto se han localizado diversos errores en el indicador de ingresos que se<br />

corregirán para la versión definitiva de este texto, por lo que los resultados de este indicador se omiten en esta<br />

versión.<br />

7 !Otras regresiones calculadas se han realizado teniendo como factores fijos las siguientes combinaciones de<br />

variables: tipo de hogar, sexo y edad; tipo de hogar, nivel de estudios y comunidad autónoma; tipo de hogar, sexo,<br />

educación y tamaño del hogar.


eferimos a la precariedad en el consumo, destacan en el año 2005 como los hogares de<br />

mayor precariedad los hogares de familias numerosas (43,3%), seguidos de las<br />

monoparentales y los biparentales con 2 hijos (20% respectivamente).<br />

Sin embargo, en 2010 se da un aumento espectacular de la categoría “otros hogares con<br />

niños” (48%) con el consiguiente descenso de los monoparentales (11%), los<br />

biparentales de dos hijos (13%) y las familias numerosas (14%). Por el contrario, entre<br />

los hogares que se sitúan en las franjas de menor precariedad, se encuentran las familias<br />

biparentales de un solo hijo tanto para el 2005 como para el 2010. En relación a la<br />

precariedad de la vivienda, se observa que los hogares con los valores más elevados de<br />

precariedad son, para 2005, los biparentales con un hijo (100% para el valor 8 de<br />

precariedad) seguidos de otros hogares con niños (100% para el valor 7 de precariedad),<br />

mientras que para 2010 la mayor precariedad recaería para los hogares monoparentales<br />

(100% en el valor 7 de precariedad), seguidos de otros hogares y las familias numerosas<br />

(60% y 40% respectivamente para valor 6 de precariedad). Por último, en la precariedad<br />

en la salud los hogares que se encuentran en mayor manera entre los valores de mayor<br />

precariedad son para el año 2005 otros hogares con niños (40% del valor 10 de<br />

precariedad), seguidos de las familias numerosas y las biparentales con 2 hijos (20%<br />

respectivamente para el valor 10 de precariedad). En el año 2010, dentro del máximo<br />

valor, se observa un incremento de la presencia de otros hogares con niños (53,3%) y de<br />

las familias biparentales de dos hijos.


!<br />

!


Por otro lado, si consideramos la precariedad de las distintas dimensiones en todo el<br />

periodo analizado (2005 y 2010 conjuntamente), obtenemos una fotografía de la<br />

situación de los hogares con niños en estas dimensiones de la precariedad (tabla 8). En<br />

relación a la precariedad laboral, se observa que los hogares monoparentales se<br />

encuentran en su mayoría en los niveles 0 y 1 de precariedad (46,40% y 16,10%<br />

respectivamente), a pesar de que también hay un 10,9% de estas familias en el nivel 5 y<br />

un 16,40% en el nivel 6 de precariedad laboral. Por su parte, las familias biparentales,<br />

tanto las de uno o dos hijos como las numerosas, mantienen la misma tendencia:<br />

mayoritariamente se sitúan en los niveles 0 y 1 aunque cerca del 11% también se<br />

encuentran en el nivel 6 de precariedad. Las familias numerosas son, respecto el resto<br />

de biparentales, las que mayor porcentaje cuentan en este nivel de precariedad<br />

(13,10%). Por último, la categoría otros hogares con niños se distribuye entre los<br />

niveles 0, 1 y 2 (36,10%, 20,60% y 10,30% respectivamente), junto un 15,90% que se<br />

sitúa en el nivel 6 de precariedad. De este modo, es el nivel 6 de precariedad laboral el<br />

que con una frecuencia mayor de 10% es el más elevado en todos los hogares, siendo<br />

las familias numerosas seguidas las que monoparentales las que mayor porcentaje<br />

presentan en este nivel.<br />

En segundo lugar, y en relación al indicador de precariedad de consumo, la tendencia de<br />

todos los hogares es situarse entre los niveles 1 y 6, siendo únicamente los hogares<br />

monoparentales y otros hogares con niños los que cuentan con un porcentaje mayor al<br />

10% en el nivel 7 de precariedad en el consumo (16,70% y 10,20% respectivamente).<br />

En relación a las familias biparentales de uno o de dos niños, la distribución se sitúa de<br />

manera similar en unos y otros hogares entre los niveles 1 y 5, por lo que de<br />

globalmente podemos afirmar la menor precariedad de consumo en comparación con<br />

los hogares de familias numerosas, las monoparentales y los otros hogares con niños.<br />

En tercer lugar, y en relación a la precariedad en la vivienda, todos los hogares se sitúan<br />

entre los valores 0 y 3, excepto las familias monoparentales que en un 12% se<br />

encuentran en el valor 3 de precariedad en la vivienda, siendo este el peor nivel<br />

alcanzado, con un peso mayor del 10%, en el total de los hogares analizados.<br />

Por último, la precariedad en la salud es la dimensión que menor precariedad presenta<br />

para todos los hogares, ya que de manera mayoritaria se encuentran entre los niveles 0 y


1 de dicha precariedad. Destaca que, son las familias biparentales de uno o dos y las<br />

numerosas las que más porcentaje presentan en el nivel 1 de precariedad.<br />

De este modo, para los años 2005 y 2010, la precariedad más elevada corresponde, para<br />

todos los hogares, a las dimensiones de consumo, laboral y en menor medida vivienda,<br />

mientras que la dimensión de salud resulta prácticamente de precariedad nula (valor 0) o<br />

muy reducida (valor 1). Por tipo de hogar, son las familias monoparentales, las<br />

numerosas y otros hogares con niños las que mayores niveles de precariedad presentan<br />

en comparación a las biparentales de un niño y las biparentales de dos niños.


A continuación, se presentan los resultados obtenidos del cálculo de las regresiones<br />

univariantes. Se presentan, por problemas de espacio, únicamente los resultados de las<br />

regresiones que tienen significación. En todas las regresiones se presentan los resultados<br />

de las variables independientes pero solo se presentan las interacciones que son<br />

significativas. Las interacciones no significativas se omiten por cuestiones de espacio y<br />

para hacer una tabla legible.<br />

En relación a la precariedad laboral (tabla 10) observamos que dentro del tipo de hogar,<br />

únicamente los hogares monoparentales obtienen resultados significativos, obteniendo<br />

una menor precariedad (-0,830) que el grupo de referencia “otros hogares con niños”.<br />

En relación al sexo, los hombres disminuirían ligeramente la precariedad respecto a las<br />

mujeres (-0,568), mientras que por el nivel de estudios, siendo todas las categorías<br />

significativas excepto el nivel de post-secundaria, la precariedad aumenta a menor nivel<br />

de estudios, siendo especialmente destacable el aumento de la precariedad para el nivel<br />

primaria (2,392) respecto al grupo de referencia estudios superiores. En relación a las<br />

interacciones de los factores fijos, vemos como la interacción sexo con el tipo de hogar<br />

biparental con uno o dos niños, los resultados señalan una disminución de la<br />

precariedad cuando el adulto de referencia es hombre (-0,526), frente al grupo de<br />

referencia “mujer en hogar biparental de uno o dos hijos”. El mismo sentido se<br />

encuentra en esta interacción con el tipo de hogar familia numerosa y hombre (-0,895)<br />

respecto a las familias numerosas con una mujer.


En la interacción de familias biparentales de uno o dos hijos con el nivel de estudios, la<br />

única interacción significativa es para el nivel de estudios secundaria que aumenta<br />

ligeramente la precariedad respecto al grupo de referencia familias biparentales con uno<br />

o dos hijos y con estudios superiores. En las familias numerosas, se observa igual<br />

tendencia aunque el aumento de la precariedad es ligeramente superior (0,967) para las<br />

familias numerosas con educación secundaria respecto a estos mismos hogares pero con<br />

educación superior.<br />

Para el indicador de precariedad de consumo (tabla 12), las categorías del tipo de hogar<br />

son todas significativas. Tanto para los hogares biparentales de uno o dos hijos como<br />

para las numerosas, la precariedad disminuye respecto al grupo de referencia otros<br />

hogares con niños (-0,539 y -0,521, respectivamente), mientras que para las familias<br />

monoparentales aumenta la precariedad (0,488). De nuevo, el ser hombre hace


disminuir la precariedad en comparación a las mujeres (-0,065) y respecto al nivel de<br />

estudios, se mantiene la tendencia del anterior indicador por la que a menor nivel de<br />

estudios, la precariedad aumenta respecto al grupo de referencia estudios superiores. En<br />

relación a la interacción tipo de hogar y nivel de estudios, se observa como los hogares<br />

monoparentales aumentan la precariedad cuando el nivel de estudios es primaria<br />

respecto al nivel de estudios superiores (0,856). En el mismo sentido ocurre en familias<br />

biparentales con nivel educativo primaria respecto a estos hogares con educación<br />

superiores (0,401) y en las familias numerosas en las que en todos los niveles se obtiene<br />

resultados significativos por la que a menor nivel de estudios, mayor el aumento de la<br />

precariedad.


En relación al indicador de precariedad en la vivienda (tabla 14), destaca que ninguno<br />

de las categorías del tipo de hogar es significativa, como tampoco lo es el sexo. En esta<br />

regresión, la única variable con resultados significativos es el nivel de estudios que<br />

señala un aumento de la precariedad a menor nivel de estudios adquiridos. Respecto a<br />

las interacciones, cuando en un hogar monoparental se cuenta con un nivel de estudios<br />

primaria, la precariedad aumenta respecto a estos hogares con educación superior<br />

(0,364). EL resto de interacciones muestran escasa significación.


Por último, en el indicador de precariedad en la salud (tabla 16), el tipo de hogar no es<br />

significativo y el sexo tampoco, mientras que si lo es el nivel de estudios que sigue la<br />

misma tendencia que en el resto de indicadores: mayor precariedad a menor nivel de<br />

estudios. En relación a las interacciones, los resultados son significativos para los<br />

hogares monoparentales con estudios primarios que aumentan la precariedad respecto a<br />

estos hogares con estudios superiores (0,364). Por otro lado, en los hogares biparentales<br />

con uno o dos niños, cuando estos tienen un nivel de estudios secundaria, la<br />

precariedad en la salud disminuye respecto a estos hogares con estudios superiores (-<br />

0,188). Por último, los resultados señalan que en los hogares monoparentales<br />

encabezados por un hombre con estudios primaria, la precariedad en la salud aumenta<br />

respecto a este modelo familiar con estudios superiores (0,694).


<strong>CON</strong>CLUSIONES<br />

Los procesos de precariedad vital son un fenómeno complejo que requiere, como se ha<br />

señalado en este trabajo, de análisis que vayan más allá del estudio de la pobreza y la<br />

vulnerabilidad económica. La precarización en todos los ámbitos de la vida social<br />

parece ser una de las consecuencias de la actual crisis económica y financiera, y que<br />

está llevando a cada vez un conjunto mayor de personas a situaciones vitales inestables.<br />

En el presente trabajo se ha tratado de realizar una aproximación a la medición de la<br />

precariedad de los hogares con niños ya que son estos hogares los que, en gran medida,<br />

están sufriendo las consecuencias de las políticas de recortes del gasto público en las<br />

ayudas sociales y familiares, así como en áreas como la educación o la sanidad.<br />

Además, la precarización del mercado laboral, con elevadísimas tasas de desempleo<br />

junto a condiciones laborales cada vez más precarias (en términos de contratación, de


emuneración y de derechos laborales), generan un caldo de cultivo para la<br />

precarización, la exclusión y el riesgo de pobreza. Entendemos que son precisamente<br />

estos hogares los que deberían ser objeto de mayor protección puesto que los niños que<br />

residen en estos hogares deberían contar con todo el apoyo institucional de cara a<br />

protegerles de situaciones de grave precariedad.<br />

Los resultados obtenidos hasta la fecha, muestran que las dimensiones de mayor<br />

precariedad para los años 2005 y 2010 son la dimensión de consumo y la dimensión<br />

laboral, mientras que la vivienda y la salud se mantienen en niveles relativamente<br />

pequeños de precariedad. Sin embargo, estos resultados hay que leerlos con precaución<br />

puesto que es más que probable que sean debidos a que el consumo y el empleo sean las<br />

dimensiones en las que primero se haya hecho notar el efecto de la crisis, mientras que<br />

la precariedad en la vivienda esté aumentando en los dos últimos años (2011 y 2012)<br />

por lo que no estén reflejados en estos datos. Por este motivo, creemos necesario<br />

replicar estos indicadores para estos dos últimos años con el objetivo de comprobar si<br />

los hogares analizados han empeorado durante el 2011 y 2l 2012 en estas dimensiones.<br />

En relación a los hogares de mayor precariedad, se constata que son los hogares<br />

monoparentales, seguidos de las familias numerosas y de otros hogares con niños los<br />

que peor situación presentan frente a las familias biparentales, tanto las de un solo hijo<br />

como las de dos.<br />

Por otra parte, los resultados provisionales de las regresiones realizadas muestran que<br />

una de las variables clave en la precariedad para los años estudiados (2005 y 2010) es el<br />

nivel de estudios frente a las otras variables analizadas. Se constata así el carácter<br />

protector de la formación frente a los procesos de precarización vital. Sin embargo, sería<br />

necesario replicar estos análisis para los años 2011 y 2012 para conocer si el carácter<br />

protector de los estudios se mantiene a lo largo de la crisis o si, la precarización llega<br />

también a aquellos con estudios superiores. En este sentido, destaca también la brecha<br />

de género puesto que de manera mayoritaria en todas las dimensiones, las mujeres<br />

cuentan con mayor riesgo de sufrir precariedad que los hombres en situaciones iguales.<br />

Es por todo lo comentado, que creemos imprescindible un cambio en la agenda política<br />

para que se incluya en ella la protección a la infancia, la cual pasa por un apoyo a las<br />

familias y a los hogares en los que residen niños, bien mediante apoyos económicos<br />

directos, como también mediante un completo y complejo sistema de apoyos


(económicos o de servicios) para que los niños que en ellos crecen puedan optar a una<br />

vida sin precariedad, puedan vivir en hogares con condiciones adecuadas para un<br />

correcto crecimiento, puedan alimentarse de manera sana y equilibrada y, en definitiva,<br />

puedan formar parte de una sociedad en la que su bienestar sea una cuestión pública y<br />

no una cuestión a solucionar de manera privada. La igualdad de derechos debe implicar<br />

también una igualdad de oportunidades, en la que los niños y niñas puedan crecer y<br />

desarrollarse de manera plena independientemente del tipo de familia en la que crezcan<br />

y de la situación socioeconómica de la misma.<br />

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