Publicat en Muñoz, J. & Velarde, J. (eds.), Compendio de ... - Filosofia

Publicat en Muñoz, J. & Velarde, J. (eds.), Compendio de ... - Filosofia Publicat en Muñoz, J. & Velarde, J. (eds.), Compendio de ... - Filosofia

infofilosofia.info
from infofilosofia.info More from this publisher
09.05.2015 Views

Publicat en Muñoz, J. & Velarde, J. (eds.), Compendio de Epistemología. Edit. Trotta, Madrid, 2000, pàgs: 266-268 FE, FIDEÍSMO Y CREENCIA RELIGIOSA Antoni Defez (Universitat de Girona) El fideísmo consiste en aquella posición que respecto la existencia de Dios y las doctrinas esenciales de la religión afirma que no es posible obtener, ni sería necesario, una demostración racional; por el contrario, es suficiente su aceptación mediante un acto de fe. El fideísmo sería en este sentido una consecuencia de un análisis agnóstico de la creencia religiosa y, al mismo tiempo, una posición contraria tanto al ateísmo como al teísmo. Ahora bien, dentro de la historia de la filosofía, el fideísmo se ha movido siempre entre dos extremos: el agustiniano credo ut intelligam y el tertuliano credo quia impossibile. En el primer caso, la razón jugaría un papel auxiliar a la fe aclarando cuál debe ser su objeto, siendo además la fe aquella instancia que da completud y satisfacción a la propia razón: este sería el caso, por ejemplo, del fideísmo de Agustín de Hipona, Guillermo de Ockham, Michel de Montaigne, Blaise Pascal o Immanuel Kant. Por el contrario, dentro de la segunda opción, razón y fe se encontrarían en una relación antitética: el caso posiblemente más representativo es el de Sören Kierkegaard y su proto-existencialismo cristiano. Para Kierkegaard, el caballero de la fe, ejemplificado por Abraham, a diferencia del hombre estético (Don Juan) o el hombre ético (Sócrates), consigue en grado máximo la realización individual -la vida auténtica- en tanto que se encuentra en relación con lo absoluto e infinito (Dios). El precio, sin embargo, ha de ser la aceptación arriesgada del 1

<strong>Publicat</strong> <strong>en</strong> <strong>Muñoz</strong>, J. & <strong>Velar<strong>de</strong></strong>, J. (<strong>eds</strong>.), Comp<strong>en</strong>dio <strong>de</strong> Epistemología.<br />

Edit. Trotta, Madrid, 2000, pàgs: 266-268<br />

FE, FIDEÍSMO Y CREENCIA RELIGIOSA<br />

Antoni Defez (Universitat <strong>de</strong> Girona)<br />

El fi<strong>de</strong>ísmo consiste <strong>en</strong> aquella posición que respecto la exist<strong>en</strong>cia <strong>de</strong> Dios y las<br />

doctrinas es<strong>en</strong>ciales <strong>de</strong> la religión afirma que no es posible obt<strong>en</strong>er, ni sería necesario, una<br />

<strong>de</strong>mostración racional; por el contrario, es sufici<strong>en</strong>te su aceptación mediante un acto <strong>de</strong> fe.<br />

El fi<strong>de</strong>ísmo sería <strong>en</strong> este s<strong>en</strong>tido una consecu<strong>en</strong>cia <strong>de</strong> un análisis agnóstico <strong>de</strong> la cre<strong>en</strong>cia<br />

religiosa y, al mismo tiempo, una posición contraria tanto al ateísmo como al teísmo.<br />

Ahora bi<strong>en</strong>, d<strong>en</strong>tro <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> la filosofía, el fi<strong>de</strong>ísmo se ha movido siempre <strong>en</strong>tre dos<br />

extremos: el agustiniano credo ut intelligam y el tertuliano credo quia impossibile. En el<br />

primer caso, la razón jugaría un papel auxiliar a la fe aclarando cuál <strong>de</strong>be ser su objeto,<br />

si<strong>en</strong>do a<strong>de</strong>más la fe aquella instancia que da completud y satisfacción a la propia razón:<br />

este sería el caso, por ejemplo, <strong>de</strong>l fi<strong>de</strong>ísmo <strong>de</strong> Agustín <strong>de</strong> Hipona, Guillermo <strong>de</strong> Ockham,<br />

Michel <strong>de</strong> Montaigne, Blaise Pascal o Immanuel Kant. Por el contrario, d<strong>en</strong>tro <strong>de</strong> la<br />

segunda opción, razón y fe se <strong>en</strong>contrarían <strong>en</strong> una relación antitética: el caso posiblem<strong>en</strong>te<br />

más repres<strong>en</strong>tativo es el <strong>de</strong> Sör<strong>en</strong> Kierkegaard y su proto-exist<strong>en</strong>cialismo cristiano.<br />

Para Kierkegaard, el caballero <strong>de</strong> la fe, ejemplificado por Abraham, a difer<strong>en</strong>cia <strong>de</strong>l<br />

hombre estético (Don Juan) o el hombre ético (Sócrates), consigue <strong>en</strong> grado máximo la<br />

realización individual -la vida auténtica- <strong>en</strong> tanto que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> relación con lo<br />

absoluto e infinito (Dios). El precio, sin embargo, ha <strong>de</strong> ser la aceptación arriesgada <strong>de</strong>l<br />

1


absurdo y, por ello, la angustia. Abraham ti<strong>en</strong>e que apostar, mediante la fe, por lo más<br />

absurdo: la exist<strong>en</strong>cia in<strong>de</strong>mostrable <strong>de</strong> Dios y la aceptación <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>signios -sacrificar a<br />

Isaac, su único hijo, nacido ya cuando Abraham es viejo, sólo porque Dios así se lo ha<br />

ord<strong>en</strong>ado. Y he aquí la angustia: t<strong>en</strong>er que elegir lo máximam<strong>en</strong>te absurdo.<br />

Abraham no es un héroe trágico, como Sócrates, que sacrifica sus impulsos -el<br />

apego a la vida- <strong>en</strong> <strong>de</strong>f<strong>en</strong>sa <strong>de</strong> la ley moral, sino algui<strong>en</strong> que pret<strong>en</strong><strong>de</strong> sacrificar a su hijo<br />

por un mandami<strong>en</strong>to <strong>de</strong>l todo arbitrario y absurdo. Y así, mi<strong>en</strong>tras Sócrates podría ser<br />

<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido y admirado, Abraham sólo pue<strong>de</strong> ser tratado como un loco que, <strong>de</strong> llevar a cabo<br />

su acción con éxito, será <strong>de</strong>spreciado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la indignación y la repulsa o, <strong>en</strong> el mejor <strong>de</strong> los<br />

casos, sería objeto <strong>de</strong> lástima. Ahora bi<strong>en</strong>, Kierkegaard no pret<strong>en</strong><strong>de</strong> afirmar que la vida<br />

religiosa signifique la negación <strong>de</strong> la moralidad, sino que la fe ti<strong>en</strong>e que estar por <strong>en</strong>cima <strong>de</strong><br />

la racionalidad. Y eso crea incerteza y angustia. Por ello, la respuesta <strong>de</strong> Abraham -la<br />

respuesta <strong>de</strong>l caballero <strong>de</strong> la fe- sólo pue<strong>de</strong> ser la aceptación ciega <strong>de</strong> un riesgo absoluto no<br />

explicable por la razón, y una absoluta responsabilidad individual ante lo absurdo e<br />

incompr<strong>en</strong>sible.<br />

A pesar <strong>de</strong> que el fi<strong>de</strong>ísmo, como hemos dicho, se opone al teísmo y al ateísmo, no<br />

obstante, ti<strong>en</strong>e con estos, y también con el agnosticismo, una tesis <strong>en</strong> común: que el<br />

<strong>en</strong>unciado «Dios existe» es significativo. Pero significativo ¿<strong>en</strong> qué s<strong>en</strong>tido? Si, como se<br />

ha hecho tantas veces, int<strong>en</strong>tamos analizarlo como un <strong>en</strong>unciado <strong>de</strong>scriptivo -es <strong>de</strong>cir,<br />

como un <strong>en</strong>unciado que pret<strong>en</strong><strong>de</strong> atribuir la exist<strong>en</strong>cia a un <strong>de</strong>terminado objeto-, <strong>en</strong>tonces<br />

parece que t<strong>en</strong>drá razón el verificacionismo al argüir que, como otros <strong>en</strong>unciados <strong>de</strong> la<br />

metafísica, «Dios existe», al ser inverificable, no <strong>de</strong>scribe ninguna situación posible, carece<br />

2


<strong>de</strong> significación cognitiva y, por <strong>en</strong><strong>de</strong>, ni siquiera es un <strong>en</strong>unciado. O <strong>en</strong> el mejor <strong>de</strong> los<br />

casos, y apelando a la b<strong>en</strong>evol<strong>en</strong>cia <strong>de</strong>l positivista, sólo podríamos <strong>de</strong>cir que la<br />

significación <strong>de</strong>l <strong>en</strong>unciado «Dios existe» consiste <strong>en</strong> la emotividad que acompaña a su uso.<br />

Ahora bi<strong>en</strong>, el crey<strong>en</strong>te no ti<strong>en</strong>e por qué <strong>de</strong>p<strong>en</strong><strong>de</strong>r <strong>de</strong> la b<strong>en</strong>evol<strong>en</strong>cia <strong>de</strong>l positivista;<br />

por contra, es posible int<strong>en</strong>tar un análisis positivo <strong>de</strong> la cre<strong>en</strong>cia religiosa. Y <strong>en</strong> este<br />

s<strong>en</strong>tido la mejor dirección es distinguir, como <strong>en</strong> nuestro siglo han hecho por ejemplo L.<br />

Wittg<strong>en</strong>stein o G. Marcel, <strong>en</strong>tre dos tipos irreductibles <strong>de</strong> cre<strong>en</strong>cias: «creer que» y «creer<br />

<strong>en</strong>». Así, mi<strong>en</strong>tras «creer que» sería una actitud epistémica y proposicional -creer que p es<br />

verda<strong>de</strong>ra-, «creer <strong>en</strong>» solo sería una actitud, la actitud <strong>de</strong> confianza hacia algui<strong>en</strong> o algo.<br />

Este último caso <strong>de</strong> cre<strong>en</strong>cia no se vería afectada por la aus<strong>en</strong>cia <strong>de</strong> significado cognitivo o<br />

por la inverificabilidad <strong>de</strong>l <strong>en</strong>unciado «Dios existe», ya que aquí «creer que Dios existe» o,<br />

mejor, «creer <strong>en</strong> Dios» no equivale a la cre<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> la exist<strong>en</strong>cia <strong>de</strong> un objeto <strong>de</strong>terminado.<br />

Por el contrario, «creer <strong>en</strong> Dios» significa comportarse <strong>de</strong> cierta manera, participar <strong>en</strong><br />

ciertos rituales, esperar una recomp<strong>en</strong>sa final, confiar <strong>en</strong> que la justicia y el amor acabarán<br />

por imperar, creer que algui<strong>en</strong> nos escucha, protege y perdona o, como dijera F.<br />

Schleiermacher, vivir <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to <strong>de</strong> una absoluta <strong>de</strong>p<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia.<br />

Así las cosas, el error tanto <strong>de</strong>l fi<strong>de</strong>ísmo y <strong>de</strong>l agnosticismo, como <strong>de</strong>l teísmo y <strong>de</strong>l<br />

ateísmo sería consi<strong>de</strong>rar que la cre<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> Dios, su susp<strong>en</strong>sión o su negación están<br />

dirigidas a un posible estado <strong>de</strong> cosas, cuando <strong>en</strong> realidad serían casos <strong>de</strong> “creer <strong>en</strong>” o <strong>de</strong><br />

“no creer <strong>en</strong>”. Ahora bi<strong>en</strong>, a pesar <strong>de</strong> este error compartido, qui<strong>en</strong> parece que podrá<br />

<strong>en</strong>t<strong>en</strong><strong>de</strong>r mejor la cre<strong>en</strong>cia religiosa será el fi<strong>de</strong>ísta: por una parte, <strong>en</strong> la medida que<br />

circunscribe la cre<strong>en</strong>cia al ámbito <strong>de</strong> la fe está más cerca <strong>de</strong> categorizarla como un caso <strong>de</strong><br />

3


“creer <strong>en</strong>”; y, por otra, <strong>en</strong> tanto que podría negarse a caracterizar su cre<strong>en</strong>cia -<strong>de</strong> hecho, no<br />

necesita caracterizarla- más allá <strong>de</strong> la exist<strong>en</strong>cia <strong>de</strong>l misterio <strong>de</strong>l ser y <strong>de</strong> un impreciso<br />

s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to místico inefable <strong>de</strong> la <strong>de</strong>p<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia <strong>de</strong> lo finito respecto lo infinito. O <strong>de</strong> que<br />

ti<strong>en</strong>e que haber algo, un “algo” que, claro está, no cu<strong>en</strong>ta como una “nada” ya que ori<strong>en</strong>ta<br />

la actitud vital <strong>de</strong> qui<strong>en</strong> lo cree.<br />

Esta dilucidación <strong>de</strong> la cre<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> Dios, o <strong>de</strong> la fe, como un caso <strong>de</strong> “creer <strong>en</strong>”<br />

pue<strong>de</strong> iluminar igualm<strong>en</strong>te la discusión sobre el ateísmo. A veces se ha dicho que el<br />

ateísmo es una posición imposible, ya que la negación <strong>de</strong> Dios presupone a la vez la<br />

aceptación <strong>de</strong> su exist<strong>en</strong>cia, o porque negando a Dios el ateo necesitará creer <strong>en</strong> alguna otra<br />

cosa que lo sustituya -por ejemplo, la materia, la historia o la humanidad. Ahora bi<strong>en</strong>, por<br />

dos motivos esto no ti<strong>en</strong>e por qué ser así. En primer lugar, porque, aceptando que la<br />

cre<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> Dios fuese un caso <strong>de</strong> “creer que”, como haría aquel ateo que quiere <strong>de</strong>mostrar<br />

la no exist<strong>en</strong>cia <strong>de</strong> Dios, afirmar “creo que Dios no existe” no equivale a creer que exista<br />

alguna otra cosa que t<strong>en</strong>ga las características <strong>de</strong> la divinidad, sino que simplem<strong>en</strong>te pue<strong>de</strong><br />

significar “no creo que Dios exista”, y la negación <strong>de</strong> una cre<strong>en</strong>cia, al igual que la aus<strong>en</strong>cia<br />

<strong>de</strong> cre<strong>en</strong>cia, no obliga a creer alguna otra cosa. Efectivam<strong>en</strong>te, la negación <strong>de</strong> una cre<strong>en</strong>cia<br />

pue<strong>de</strong> significar sólo la aus<strong>en</strong>cia <strong>de</strong> cre<strong>en</strong>cia, y la aus<strong>en</strong>cia <strong>de</strong> cre<strong>en</strong>cia ni equivale ni<br />

implica que se mant<strong>en</strong>ga otra cre<strong>en</strong>cia.<br />

Y <strong>en</strong> segundo lugar: porque a la misma conclusión se llegaría si el ateo aceptase que<br />

estamos ante un caso <strong>de</strong> “creer <strong>en</strong>”. Aquí <strong>de</strong> nuevo la aus<strong>en</strong>cia <strong>de</strong> una “cre<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>” no<br />

implica que se mant<strong>en</strong>ga alguna otra “cre<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>”. Con otras palabras: el ateo pue<strong>de</strong><br />

simplem<strong>en</strong>te <strong>de</strong>s<strong>en</strong>t<strong>en</strong><strong>de</strong>rse <strong>de</strong>l problema <strong>de</strong> Dios. Este, digamos, ateo pasota sería el que<br />

4


s<strong>en</strong>cillam<strong>en</strong>te vive sin Dios. Y aquí la falta <strong>de</strong> fe no sería primariam<strong>en</strong>te un<br />

posicionami<strong>en</strong>to epistémico, sino una forma <strong>de</strong> vida que, como las formas <strong>de</strong> vida religiosa,<br />

podría t<strong>en</strong>er causas sociales e históricas. De hecho, lo que po<strong>de</strong>mos llamar el <strong>de</strong>scrédito <strong>de</strong><br />

la religión o la crisis <strong>de</strong> fe, tanto <strong>en</strong> el ámbito social como individual, se explican mejor <strong>de</strong><br />

esta manera -es <strong>de</strong>cir, como un <strong>de</strong>s<strong>en</strong>t<strong>en</strong><strong>de</strong>rse <strong>de</strong> Dios o un vivir sin Dios-, que como una<br />

actitud proposicional.<br />

Bibliografía:<br />

FLEW, A., Dios y la filosofía (1966), Bu<strong>en</strong>os Aires, El At<strong>en</strong>eo, 1976; KIERKEGAARD,<br />

S., Temor y temblor (1843), Bu<strong>en</strong>os Aires, Losada, 1963; MACKIE, J. L., El milagro <strong>de</strong>l<br />

teísmo (1982), Madrid, Tecnos, 1994; MARCEL, G., El misterio <strong>de</strong>l ser (1951), Barcelona,<br />

Edhasa, 1971; SÁDABA, J., Lecciones <strong>de</strong> filosofía <strong>de</strong> la religión, Madrid, Mondadori,<br />

1989; WITTGENSTEIN, L, Observaciones sobre La rama dorada <strong>de</strong> Frazer (1976),<br />

Madrid, Tecnos, 1992; WITTGENSTEIN, L, Lecciones y conversaciones sobre estética,<br />

psicología y cre<strong>en</strong>cia religiosa (1966), Barcelona, Paidós, 1992.<br />

5

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!