NOTA PRELIMINAR - Centro Nacional de Catequesis

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08.05.2015 Views

68 situacional “significa que la fe en toda su riqueza hay que hacerla llegar al hombre en su realidad concreta”, y a continuación expresa “riesgos y correctivos”, subrayando que la catequesis situacional algunas veces ha sido malentendida, dando lugar a un cierto inmanentismo. Es decir, se pretendió hacer una catequesis sin recurrir a sus fuentes: Biblia, tradición, liturgia y magisterio. Otras veces, ese malentendido ha dado lugar a una catequesis parcial, que no toma en cuenta la integridad, la jerarquía de las verdades (...). Es algo absolutamente intrínseco al acto catequético, el anunciar la Palabra de Dios tal como la tenemos en la Revelación, sin mutilación ni subjetivismo (Consejo Episcopal Latinoamericano, Catequesis para América Latina, Santafé de Bogota: 1999). La evidente carencia de orientaciones catequísticas más claras y precisas, a niveles universal, latinoamericano y local, tuvo en este último ámbito –que particularmente nos interesa– expresiones muy significativas, tales como la resistencia al uso del Catecismo Nacional por parte de los sectores conservadores; y procedente de otras tendencias, el total rechazo al uso de la memoria en la catequesis, así como la sustitución de las catequesis por sesiones de análisis sociológicos de la realidad. El sínodo sobre la catequesis, convocado por el Papa Juan Pablo II, permitió que el Pontífice ofreciera a la Iglesia en 1979, la Exhortación Apostólica La Catequesis en nuestro Tiempo. La aplicación de tan importante documento, decisivo en la renovación catequística, dio un nuevo impulso a ésta, ofreciéndola como tarea prioritaria de la Iglesia y como deber y derecho de todos los cristianos. Se realizaron en Costa Rica seminarios de estudio sobre el documento, coordinados por la Junta Nacional de Catequesis. No fue sino a la luz de este documento, y algo tardíamente, que los catequistas comenzaron a leer entre líneas la trascendental coincidencia catequística de la Exhortación El anuncio del Evangelio y del documento de Puebla, que también en el año 1979, desde sus principios de comunión y participación, más que de una parte específica, había dado un gran aporte a la catequesis latinoamericana. Toda esta realidad latinoamericana tuvo sus exponentes en nuestro país, si bien diferenciando diócesis, zonas, agentes, etc. Otras acciones importantes de la Junta Nacional durante la década del 70 De las actas se consignan momentos y aspectos relevantes, entre otros: - En 1976 la Junta toma conciencia de la necesidad de deslindar su campo del de la Asesoría de Religión, acuerdo que, como ya se dijo, llegó a hacerse efectivo varios años después. - La Junta se preocupa por la necesidad de catecismos sacramentales para adultos, un catecismo para novios y otros, los cuales se quedan en proyectos poligrafiados.

69 - Se toma conciencia de que, en la realidad, la Junta Nacional no es realmente una Comisión Episcopal. En efecto, le faltaba mayor apoyo (también económico) de la Conferencia Episcopal. Ésta le asignaba tareas de diversa índole. - Se reconoce la necesidad de coordinar la catequesis con otros campos de la pastoral; al hacerlo, surge el problema de la identidad propia y de las relaciones con otras estructuras. En el año 1979, al ser designado Obispo Auxiliar de San José el Canónigo Antonio Troyo, fue nombrado director de la Junta Nacional de Catequesis el Pbro. Alfredo Madrigal Salas, y secretario ejecutivo el Pbro. José Alberto Quirós, quien asumió posteriormente también la dirección del Instituto Pedagógico de Religión. En este momento, la Junta Nacional ya ofrecía un nuevo dinamismo y alentaba perspectivas de muy importante realización, entre ellas la idea de convocar a un encuentro nacional de catequistas, para compartir experiencias entre las diferentes diócesis y estrechar los vínculos de quienes laboraban en este campo. A partir de estos años, la callada y oculta labor de los catequistas de la base fue abriéndose a una mayor participación en la organización y en las responsabilidades de la labor catequística. Esto se manifestó gracias a la organización de cursillos parroquiales y diocesanos, que brindaron mayor seguridad a los catequistas de la base, los cuales ya se contaban por centenares, tratando de impartir una catequesis más vivencial, en la que la aplicación del citado Catecismo Nacional tuvo fuerte incidencia. Con esto la historia de la catequesis en Costa Rica empieza a perder su rostro clerical y comienza una etapa en la que el laico catequista va perfilándose como el artífice principal del proceso catequístico, con una dimensión más comunitaria. Cada Diócesis guarda los nombres de destacados catequistas que abrieron brecha en este aspecto y que trabajaron no sólo como coordinadores, sino también como formadores, aunque tales roles no estaban propiamente definidos y establecidos. La catequesis costarricense en los años 80 Esta década trajo para la catequesis costarricense un período de mayor serenidad, en el que las dudas y tensiones surgidas de la renovación conciliar parecen haber alcanzado una orientación más estabilizadora. Por eso la asimilación de la doctrina conciliar y sinodal que a su tiempo no se dio, empezó a tener buena acogida. Catequistas sedientos de autoformación, solicitaron los textos y documentos, particularmente los que les ponían al alcance los dos sínodos anteriormente mencionados, así como el documento de Puebla. Ello justificó más tarde el esfuerzo de la Junta Nacional de Catequesis, de hacer considerables tirajes impresos de algunos de ellos. Esta lectura reflexiva, personal y grupal, espontánea o dirigida, trajo como consecuencia signos claros de actualización pastoral y catequística. El mejor de ellos parece haber sido un saludable sentido crítico sobre el mismo proceso catequístico, que

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- Se toma conciencia <strong>de</strong> que, en la realidad, la Junta <strong>Nacional</strong> no es realmente una<br />

Comisión Episcopal. En efecto, le faltaba mayor apoyo (también económico) <strong>de</strong> la<br />

Conferencia Episcopal. Ésta le asignaba tareas <strong>de</strong> diversa índole.<br />

- Se reconoce la necesidad <strong>de</strong> coordinar la catequesis con otros campos <strong>de</strong> la<br />

pastoral; al hacerlo, surge el problema <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>ntidad propia y <strong>de</strong> las relaciones con<br />

otras estructuras.<br />

En el año 1979, al ser <strong>de</strong>signado Obispo Auxiliar <strong>de</strong> San José el Canónigo<br />

Antonio Troyo, fue nombrado director <strong>de</strong> la Junta <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Catequesis</strong> el Pbro.<br />

Alfredo Madrigal Salas, y secretario ejecutivo el Pbro. José Alberto Quirós, quien<br />

asumió posteriormente también la dirección <strong>de</strong>l Instituto Pedagógico <strong>de</strong> Religión. En<br />

este momento, la Junta <strong>Nacional</strong> ya ofrecía un nuevo dinamismo y alentaba<br />

perspectivas <strong>de</strong> muy importante realización, entre ellas la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> convocar a un<br />

encuentro nacional <strong>de</strong> catequistas, para compartir experiencias entre las diferentes<br />

diócesis y estrechar los vínculos <strong>de</strong> quienes laboraban en este campo.<br />

A partir <strong>de</strong> estos años, la callada y oculta labor <strong>de</strong> los catequistas <strong>de</strong> la base fue<br />

abriéndose a una mayor participación en la organización y en las responsabilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

la labor catequística. Esto se manifestó gracias a la organización <strong>de</strong> cursillos<br />

parroquiales y diocesanos, que brindaron mayor seguridad a los catequistas <strong>de</strong> la base,<br />

los cuales ya se contaban por centenares, tratando <strong>de</strong> impartir una catequesis más<br />

vivencial, en la que la aplicación <strong>de</strong>l citado Catecismo <strong>Nacional</strong> tuvo fuerte inci<strong>de</strong>ncia.<br />

Con esto la historia <strong>de</strong> la catequesis en Costa Rica empieza a per<strong>de</strong>r su rostro<br />

clerical y comienza una etapa en la que el laico catequista va perfilándose como el<br />

artífice principal <strong>de</strong>l proceso catequístico, con una dimensión más comunitaria.<br />

Cada Diócesis guarda los nombres <strong>de</strong> <strong>de</strong>stacados catequistas que abrieron<br />

brecha en este aspecto y que trabajaron no sólo como coordinadores, sino también<br />

como formadores, aunque tales roles no estaban propiamente <strong>de</strong>finidos y establecidos.<br />

La catequesis costarricense en los años 80<br />

Esta década trajo para la catequesis costarricense un período <strong>de</strong> mayor<br />

serenidad, en el que las dudas y tensiones surgidas <strong>de</strong> la renovación conciliar parecen<br />

haber alcanzado una orientación más estabilizadora. Por eso la asimilación <strong>de</strong> la<br />

doctrina conciliar y sinodal que a su tiempo no se dio, empezó a tener buena acogida.<br />

Catequistas sedientos <strong>de</strong> autoformación, solicitaron los textos y documentos,<br />

particularmente los que les ponían al alcance los dos sínodos anteriormente<br />

mencionados, así como el documento <strong>de</strong> Puebla. Ello justificó más tar<strong>de</strong> el esfuerzo <strong>de</strong><br />

la Junta <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Catequesis</strong>, <strong>de</strong> hacer consi<strong>de</strong>rables tirajes impresos <strong>de</strong> algunos <strong>de</strong><br />

ellos.<br />

Esta lectura reflexiva, personal y grupal, espontánea o dirigida, trajo como<br />

consecuencia signos claros <strong>de</strong> actualización pastoral y catequística. El mejor <strong>de</strong> ellos<br />

parece haber sido un saludable sentido crítico sobre el mismo proceso catequístico, que

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