NOTA PRELIMINAR - Centro Nacional de Catequesis

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08.05.2015 Views

12 historia sagrada, sino también la historia eclesiástica a los jóvenes (Sanabria, V. Bernardo Augusto Thiel. Apuntamientos históricos. Editorial Costa Rica, San José: 1982, 550). El Primer Sínodo Diocesano convocado por Monseñor Augusto Thiel los días 24, 25 y 26 de agosto de 1881, refleja la organización catequística de la época: El principal agente era el párroco, quien, grupal o individualmente, ofrecía la preparación a la primera comunión. Dicho Sínodo disponía que los párrocos visitaran cada semana las escuelas de su jurisdicción, para impartir una hora de catecismo. Asimismo, el párroco o teniente cura, por la imposibilidad de visitar las escuelas ante la extensión parroquial u otro motivo, debía reunir a los niños en el templo cada domingo, alternando los varones y las niñas, para instruirlos en la fe, tomándoles cuenta de las lecciones aprendidas y explicándoles las nuevas, “todo de un modo familiar y sencillo”. El primer domingo de adviento era señalado para dar inicio a la preparación de la Primera Comunión. Los niños de siete años de edad eran admitidos a la Primera Comunión, previa preparación. Para la recepción solemne de la comunión la edad mínima era de diez años. Ningún sacerdote que no fuera párroco podía dar permiso de hacer la Primera Comunión. La celebración se realizaba entre la Pascua de Resurrección y el jueves de Corpus. Se escogía para la celebración un domingo o día de fiesta solemne. Antes de la celebración se predicaba unos ejercicios espirituales. Las normas disciplinarias indicaban la postergación para el año siguiente a la Primera Comunión, a los niños y a las niñas de mala conducta o perezosos en aprender el catecismo. En la plática dominical los sacerdotes debían advertir a los padres de familia el deber de enviar a sus hijos e hijas al Catecismo (Primer Sínodo Diocesano, capítulo primero, Normas VI-Vll: 1881). Thiel, como buen hijo de la Congregación de la Misión, realizó muchas visitas a los pueblos indígenas de Talamanca, Guatuso, Térraba, Boruca, Chirripó y a las poblaciones de la costa del Pacífico, distinguiéndose como el obispo misionero de Costa Rica. Como fruto de sus afanes misioneros y su deseo de comunicar la Buena Nueva en las propias lenguas indígenas, se interesó, en 1884, por una traducción de las ceremonias religiosas. Dicha tarea no la pudo concretizar el Pastor, quien en noviembre de 1882 ya había publicado sus Apuntes lexicográficos de las lenguas y dialectos de los indios de Costa Rica. Su interés por la catequización del indígena lo llevó a impartir personalmente la educación de la fe, tal como nos lo testimonia la carta del 4 de abril de 1883 firmada por el presidente Próspero Fernández: correspondiendo a vuestro deseo, he ordenado que el indio Emeterio permanezca en el cuartel de artillería, debiendo enviarlo diariamente a vuestro palacio episcopal por dos horas para recibir vuestra evangélica instrucción

13 (Carta a Monseñor Thiel 4, IV, Doc. 169, folio 305, Archivo de la Curia Metropolitana, Arquidiócesis de San José: 1883). En un clima político adverso, Monseñor Thiel pensaba que la obra de los catecismos era la única que podía salvar a la Patria de la invasión de la incredulidad que la amenazaba (Carta Circular 3, II: 1891). Y mayor era su preocupación de Pastor por la fe del pueblo, sabido de que los sacerdotes –primeros responsables de sostenerla y acrecentarla– habían recibido una formación en las ciencias y en la piedad, “deficiente en sumo grado” y “no querían las conferencias porque todo lo sabían y con ello confesaban que lo ignoraban todo”; rehusaban los ejercicios espirituales porque se tenían por buenos cristianos, creyentes a puño cerrado en todo cuanto enseñara la Santa Iglesia y dispuestos a dar su vida por la fe divina, aunque no lo estuvieran tanto a darla por la disciplina eclesiástica (Sanabria, V. M. Bernardo Augusto Thiel. Apuntamientos históricos, Ed. Costa Rica, San José: 1982, 113). Dichas razones justifican en gran parte la publicación el 26 de mayo de 1887 del ya mencionado Catecismo de la Doctrina Cristiana precedido de un resumen de historia de la religión desde la creación del hombre hasta nuestros días, ofrecido para el uso de la Diócesis de Costa Rica, por la autoridad eclesiástica. Este catecismo dio origen a otros que han llegado hasta nuestros días. Como se consignó anteriormente, un aporte muy significativo de Monseñor Thiel fue la unificación y la actualización de un texto de catecismo para la Diócesis. Como innovación, contenía una introducción histórica sobre la Iglesia Universal y sobre la Iglesia en Costa Rica. Para facilitar y uniformar la explicación del catecismo abreviado y del grande, Monseñor Thiel fomentó la difusión de la obra en tres volúmenes del canónigo Dr. Jacobo Schmitt: Explicación del Catecismo del R.P. Deharbe, que “aunque no coincidan con él del todo las preguntas explicadas con las del catecismo adoptado en esta diócesis –dice Monseñor Bernardo Augusto– contiene, sin embargo, material abundante para la explicación de todas ellas”. El segundo obispo de Costa Rica promovió y adoptó como textos oficiales para la enseñanza religiosa las siguientes obras: a) para la enseñanza intuitiva de la historia de la religión: Historia sagrada en imágenes; b) para la primera enseñanza: Compendio de historia sagrada por el Dr. J. Kneecht y el Pequeño catecismo de la doctrina cristiana para uso de la diócesis de Costa Rica; c) para la enseñanza superior: Compendio de historia bíblica por Businger; d) textos de consulta para sacerdotes y demás personas dedicadas a la enseñanza religiosa: Historia de la religión, por don G. Mazo; Catecismo de la Doctrina Cristiana explicado por don G. Mazo; Catecismo de la Doctrina Cristiana de Gaume.

13<br />

(Carta a Monseñor Thiel 4, IV, Doc. 169, folio 305, Archivo <strong>de</strong> la Curia Metropolitana,<br />

Arquidiócesis <strong>de</strong> San José: 1883).<br />

En un clima político adverso, Monseñor Thiel pensaba que la obra <strong>de</strong> los<br />

catecismos era la única que podía salvar a la Patria <strong>de</strong> la invasión <strong>de</strong> la incredulidad<br />

que la amenazaba (Carta Circular 3, II: 1891).<br />

Y mayor era su preocupación <strong>de</strong> Pastor por la fe <strong>de</strong>l pueblo, sabido <strong>de</strong> que los<br />

sacerdotes –primeros responsables <strong>de</strong> sostenerla y acrecentarla– habían recibido una<br />

formación en las ciencias y en la piedad, “<strong>de</strong>ficiente en sumo grado” y “no querían las<br />

conferencias porque todo lo sabían y con ello confesaban que lo ignoraban todo”;<br />

rehusaban los ejercicios espirituales porque se tenían por buenos cristianos, creyentes<br />

a puño cerrado en todo cuanto enseñara la Santa Iglesia y dispuestos a dar su vida por<br />

la fe divina, aunque no lo estuvieran tanto a darla por la disciplina eclesiástica<br />

(Sanabria, V. M. Bernardo Augusto Thiel. Apuntamientos históricos, Ed. Costa Rica,<br />

San José: 1982, 113).<br />

Dichas razones justifican en gran parte la publicación el 26 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1887 <strong>de</strong>l<br />

ya mencionado Catecismo <strong>de</strong> la Doctrina Cristiana precedido <strong>de</strong> un resumen <strong>de</strong> historia<br />

<strong>de</strong> la religión <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la creación <strong>de</strong>l hombre hasta nuestros días, ofrecido para el uso <strong>de</strong><br />

la Diócesis <strong>de</strong> Costa Rica, por la autoridad eclesiástica. Este catecismo dio origen a<br />

otros que han llegado hasta nuestros días.<br />

Como se consignó anteriormente, un aporte muy significativo <strong>de</strong> Monseñor Thiel<br />

fue la unificación y la actualización <strong>de</strong> un texto <strong>de</strong> catecismo para la Diócesis. Como<br />

innovación, contenía una introducción histórica sobre la Iglesia Universal y sobre la<br />

Iglesia en Costa Rica.<br />

Para facilitar y uniformar la explicación <strong>de</strong>l catecismo abreviado y <strong>de</strong>l gran<strong>de</strong>,<br />

Monseñor Thiel fomentó la difusión <strong>de</strong> la obra en tres volúmenes <strong>de</strong>l canónigo Dr.<br />

Jacobo Schmitt: Explicación <strong>de</strong>l Catecismo <strong>de</strong>l R.P. Deharbe, que “aunque no coincidan<br />

con él <strong>de</strong>l todo las preguntas explicadas con las <strong>de</strong>l catecismo adoptado en esta<br />

diócesis –dice Monseñor Bernardo Augusto– contiene, sin embargo, material abundante<br />

para la explicación <strong>de</strong> todas ellas”.<br />

El segundo obispo <strong>de</strong> Costa Rica promovió y adoptó como textos oficiales para la<br />

enseñanza religiosa las siguientes obras: a) para la enseñanza intuitiva <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong><br />

la religión: Historia sagrada en imágenes; b) para la primera enseñanza: Compendio <strong>de</strong><br />

historia sagrada por el Dr. J. Kneecht y el Pequeño catecismo <strong>de</strong> la doctrina cristiana<br />

para uso <strong>de</strong> la diócesis <strong>de</strong> Costa Rica; c) para la enseñanza superior: Compendio <strong>de</strong><br />

historia bíblica por Businger; d) textos <strong>de</strong> consulta para sacerdotes y <strong>de</strong>más personas<br />

<strong>de</strong>dicadas a la enseñanza religiosa: Historia <strong>de</strong> la religión, por don G. Mazo; Catecismo<br />

<strong>de</strong> la Doctrina Cristiana explicado por don G. Mazo; Catecismo <strong>de</strong> la Doctrina Cristiana<br />

<strong>de</strong> Gaume.

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