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82 Echarán Fuera Demonios<br />
abrió camino hacia arriba por mis piernas y pareció asentarse en la boca de<br />
mi estómago. No tuvimos un accidente, pero un espíritu de miedo entró<br />
en mí.<br />
Después de que fui salvo y bautizado en el Espíritu Santo, esos ataques<br />
de temor disminuyeron pero no cesaron completamente. Una vez recibi~<br />
da la liberación, yo sabía qué hacer. Clamaba al Señor y Él me liberaba.<br />
Sin embargo, de alguna forma no tuve éxito inmediato en mantener mi<br />
liberación. En momentos de debilidad psíquica o emocional, cuando mis<br />
defensas espirituales estaban débiles, el espíritu de temor venía sobre mí a<br />
hurtadillas. Tan pronto como reconocía su presencia, una vez más clamaba<br />
y- recibÍa liber.:rción.<br />
Al principio no entendía por qué tenía que tener esta lucha continua,<br />
pero luego vi en las Escrituras que muchos de los siervos de Dios más fuer~<br />
tes experimentaron una batalla permanente con el miedo. Pensé en David,<br />
el poderoso hombre de valor, capitán de los ejércitos de IsraeL Él tenía una<br />
relación íntima con el Señor, pero tenía muchos miedos. En el Salmos 34:4,<br />
por ejemplo, David dice: "Busqué aJehová, y él me oyó, y me libró de todos<br />
mis temores".<br />
Consideré sobre la frase todos mis temores. Entonces empecé a consi~<br />
derar muchos tipos distintos de miedo: miedo a la oscuridad, miedo a las<br />
alturas, miedo al hombre, miedo al fracaso, miedo a la enfermedad, miedo<br />
a la muerte, miedo a lugares confinados (daustrofobia), miedo a lugares<br />
abiertos o públicos (agorafobia), miedo a lo desconocido-una lista com~<br />
pleta sería demasiado larga. Cada uno de eStos temores es agonizantemen~<br />
te real a uno que lo sufre.<br />
Me acordé también de la descripción que hizo Pablo de las tribula~<br />
ciones que encontró en Macedonia. Fue atacado no sólo desde fuera sino<br />
también desde dentro: "..•en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de<br />
dentro, temores" (2 Corintios 7:5).<br />
No osaría compararme a David y Pablo, dos de los siervos de Dios más<br />
valientes. No obstante, ya que ellos luchabqn con temores, yo no tenía que<br />
descartarme a mí mismo como un fracasado por que yo también experi~<br />
mentaba conflictos.