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Lecciones de un ministerio en expansión 69<br />
El estudio bíblico de entre semana fue un punto crucial en mi ministerio.<br />
Cuando descubrí que la mayor parte de las personas podían recibir<br />
su liberación de manera colectiva, tras una instrucción apropiada, yo ya no<br />
estaba restringido a la liberación individual. En realidad, descubrí que la fe<br />
combinada de un centenar de personas, todas reunidas con el mismo propósito,<br />
es normalmente más grande que la fe de una sola persona.<br />
Cuando había absorbido este principio, el Señor empezó a abrirme el<br />
camino para que lo aplicara a una escala mucho mayor. En 1964, finalmente<br />
dejé el pastorado y me mudé en fe como un maestro itinerante de la<br />
Biblia, combinando los ministerios de enseñanza y liberación.<br />
El Señor dejó claro para mí desde el principio que Él no quería que me<br />
volviera un "experto" en la liberación. Comprendí que el liberar a las personas<br />
de los demonios es una parte integral del mensaje del Evangelio, no un<br />
extra no común reservado a los "expertos". Mi ejemplo fueJesús, quien "predicaba<br />
en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios"<br />
(Marcos 1:39). AparentementeJesús siempre estaba listo para expulsar los<br />
demonios cuando predicaba. Si no lo hubiese hecho, habría fracasado a la<br />
hora de satisfacer las necesidades de las personas, y Su ministerio hubiera<br />
sido incompleto.<br />
A medida que el Señor empezó a abrir una puerta tras otra delante de<br />
mí, mi nombre se hizo conocido a varios sectores del cuerpo de Cristo en<br />
los Estados Unidos. Algunas personas objetaban con vehemencia las manifestaciones<br />
que frecuentemente acompañaban el ministerio de liberación,<br />
pero otras enviaban mensajes urgentes, solicitando ayuda. Los clamores<br />
por ayuda sobrepasaban en número a las críticas.<br />
Una experiencia del principio destaca en mi memoria. En 1965 me pidieron<br />
que fuera el maestro bíblico en una gran convención internacional<br />
del Evangelio Completo en el Hotel Conrad Hilton en Chicago. Un día impartí<br />
un estudio bíblico sobre la liberación de demonios a unas seiscientas<br />
personas. Cuando al final pregunté cuántos sentían que necesitaban liberación,<br />
por lo menos doscientas personas levantaron sus manos. Mirándolas<br />
a ellas, ¡solté en un suspiro una oración de gracias a Dios por enseñarme los<br />
principios de la oración colectiva por liberación!<br />
Cuando las personas pasaron al frente, les di las mismas instrucciones<br />
básicas sobre cumplir las condiciones de Dios que habían sido efectivas