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Desafiado en mi propio púlpito 57<br />
Yo sabía que ella no era dada al pánico, así que le dije a lagente: "Cerraré<br />
mi sermón ahora, y ustedes pueden quedar aquí en la iglesia y orar, o entonces<br />
irse a casa, lo que ustedes prefieran".<br />
En cuanto dejé la plataforma, un miembro de la congregación, una mujer<br />
piadosa que era la madre de la pianista de la iglesia, se acercó a mí y dijo:<br />
"Sr. Prince, ¿era esa nuestra hija:'''<br />
Me detuve, sorprendido. Sharon, nuestra pianista, siempre se sentaba<br />
enlaprimerafila. Eraunapentecostalsólida, salva y bautizada en el Espíritu<br />
Santo desde la niñez. Su padre era un pastor pentecostal, su esposo un estudiante<br />
pentecostal de la Biblia y su cuñado un ministro pentecostal. Era<br />
una joven callada, cuyo ministerio consistía en tocar el piano; en ninguna<br />
manera se asemejaba a la mujer en el suelo. No sabía qué contestar.<br />
Finalmente, dije: "Creo que tiene que haber sido Sharon. No había nadie<br />
más en el banco".<br />
"¿Puedo acompañarle a la oficina:'''<br />
"Por supuesto que sí".<br />
El marido de Sharon y su padre nos acompañaron también, y fuimos<br />
todos juntos a la oficina. Fue una escena como yo nunca hubiese imaginado.John<br />
Faulkner y el tesorero de la iglesia sujetaban uno de los brazos de<br />
Sharon, pero siempre que podía soltar una mano, se rasgaba las ropas.<br />
¡Aquí es donde los predicadores se ven en apuros!, pensé silenciosamente.<br />
En voz alta, les dije al esposo y a los padres de Sharon: "Si quieren llevar<br />
a Sharon a un psiquiatra, por mí bien. No haré nada más, a no ser que<br />
todos me garanticen que quieren que continúe manejando este caso".<br />
"Nos gustaría que usted tratara el caso", contestaron todos.<br />
John Faulkner pidió disculpas y se retiró, seguido del tesorero, cuando<br />
el marido y el padre de Sharon se hicieron cargo de sujetarla. Cuando ella<br />
quedó sujeta a ellos, las manifestaciones desaparecieron.<br />
Entonces la madre de Sharon me llevó a un lado y empezó a contarme<br />
que había estado buscando una cita para que yo aconsejara a Sharon y su<br />
esposo. Esta madre, una enfermera cualificada, usó un lenguaje discreto<br />
y profesional para describir lo que estaba pasando entre esta joven pareja.