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56 Echarán Fuera Demonios<br />

Le dije al demonio: "Tú, espíritu de mentira, ¡sal de esta mujer!"<br />

El demonio me desafió; se negó a salir, pero a estas alturas tenía la<br />

seguridad de que si yo persistía en usar el nombre de Jesús, él tendría que<br />

obedecerme. Al final, después de cerca de diez minutos, el demonio salió<br />

con un rugido prolongado y fuerte, como un tren expreso que pasa. Ningún<br />

pulmón humano hubiese podido sostener aquel volumen de sonido durante<br />

tanto tiempo. Al salir el demonio, a la mujer se le salió la lengua de la<br />

boca, con un tono azulado y retorciéndose como una serpiente. Entonces,<br />

cuando desapareció el rugido, ella se desplomó en el suelo como un saco<br />

vacío.<br />

De pie delante del santuario, ¡le di gracias al Señor silenciosamente por<br />

mi experiencia anterior con los demonios en la privacidad de mi hogar!<br />

iY más por venir!<br />

Era evidente que un demonio había salido de esta joven mujer, pero<br />

la presión dentro de mí me advirtió que había otros con los cuales aun era<br />

necesario tratar. Sin esta advertencia, fácilmente hubiese podido decir:<br />

"¡Alabado sea el Señor, nuestra hermana ha sido liberada!" (Y no hubiera<br />

hecho nada más). Sin embargo, tarde o temprano su conducta habría revelado<br />

que no estaba totalmente libre, y el ministerio de liberación hubiera<br />

sido desacreditado.<br />

Al mismo tiempo, sentí que no sería apropiado continuar el ministerio<br />

público en el culto de adoración de la mañana de domingo, así que le dije a<br />

John Faulkner y al tesorero de la iglesia, que estaba de pie, cerca: "Si llevan<br />

a esta señora a mi oficina, yo continuaré con mi sermón".<br />

Los dos, junto con Lydia, se marcharon a mi oficina mientras yo volví<br />

al púlpito. Me encontré predicando a ojos abiertos y a bocas abiertas. ¡La<br />

demostración de la mañana les había convencido de la realidad de los demonios<br />

con mucha más eficacia que cualquier sermón!<br />

Después de un breve espacio de tiempo, oí unos ruidos sordos que venían<br />

desde mi oficina. Entonces Lydia asomó su cabeza por la esquina del<br />

púlpito.<br />

"Será mejor que vengas aquí, rápido", dijo ella.

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