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Desafiado en mi propio púlpito 55<br />

Los cuatro nos juntamos alrededor de la mujer, a quien no reconocí de<br />

inmediato, mientras ella permanecía en el suelo retorciéndose y gruñendo.<br />

Sherry Faulkner no esperó una palabra mía. Era como un terrier persiguiendo<br />

a una rata.<br />

"Tú, espíritu que está en esta mujer", dijo, "¿Cómo te llamas?"<br />

De la garganta de lajoven salió una áspera y brusca voz masculina que<br />

dijo: "Mi nombre es•. :', pero no seguía adelante.<br />

Una vez más Sherry hizo su pregunta, y el demonio dijo: "Mi nombre<br />

es..:', y se detuvo.<br />

Cada vez que preguntaba, obtenía la misma respuesta. Entonces entré<br />

en escena y me dirigí al demonio con la misma fórmula que había usado<br />

con Esther: "Tú, espíritu que está en esta mujer, en el nombre del Señor<br />

Jesucristo, te hablo a ti y no a la mujer. ¿Cómo te llamas?"<br />

El demonio contestó otra vez: "Mi nombre es•.:'<br />

Cada vez que repetía la pregunta, la respuesta era la misma. Me encontré<br />

en el mismo conflicto intenso, persona a persona, que había experimentado<br />

mientras ministraba a Esther, pero esta vez ¡tenía a mi congregación<br />

como atentos espectadores!<br />

Me acordé que los discípulos habían informado aJesús: "Señor, aun los<br />

demonios se nos sujetan en tu nombre" (Lucas 10:17). Así que le dije al demonio:<br />

"En el nombre deJesús, estás sujeto a mí. ¿Cómo te llamas?"<br />

Todavía la misma contestación: "Mi nombre es..:' y nada más. Me di<br />

cuenta de que tenía que vencer al demonio con las Escrituras y el nombre<br />

deJesús, y empecé a hacerlo.<br />

De repente el demonio se entregó. Gritó con fuerza: "¡Mi nombre es...<br />

mentiras!"<br />

¡Todos en la congregación saltaron en el aire y volvieron a sus asientos<br />

con un golpe!<br />

Hice un rápido examen mental de las Escrituras. Me acordé que en<br />

1 Reyes 22 había un espíritu de mentira en las bocas de los profetas de<br />

Acab. Entonces, la contestación que recibí era bíblica, y tuve la impresión<br />

que esta mujer había estado dando oído a mentiras más que contarlas.

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