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32 Echarán Fuera Demonios<br />

de pie pero con paredes ennegrecidas y cayéndose a pedazos, y las ventanas<br />

cerradas con tablas. El ojo buscaba en vano cualquier remanente de elegan~<br />

cia o belleza.<br />

Las cicatrices externas de la ciudad encajaban con las cicatrices emo~<br />

cionales que las personas albergaban dentro de sí. La disposición mental<br />

prevaleciente era la de un cinismo cansado. Gran Bretaña había emergido<br />

victoriosa de la guerra, pero los frutos de la victoria eran amargos. Todos<br />

los tipos de comida, menos los más básicos, eran escasos. Mercancías como<br />

el azúcar, la mantequilla, el té o el tabaco, que pudieran haber hecho la<br />

vida sólo un poco más fácil de disfrutar-o por 10 menos de sobrellevarestaban<br />

todavía estrictamente racionados. Las colas eran largas, los ánimos<br />

decaídos.<br />

El nivel de la vida espiritual en Gran Bretaña estaba más bajo de 10<br />

que había estado durante por 10 menos doscientos años. Menos del cinco<br />

por ciento de la población atendía regularmente a cualquier tipo de lugar<br />

de adoración. Muchas iglesias habían sido cerradas con tablas o se habían<br />

convertido en almacenes de muebles. De las iglesias que permanecieron<br />

abiertas, pocas presentaban algún mensaje positivo de esperanza que podría<br />

servir de antídoto para la depresión predominante.<br />

Poco tiempo después de habernos instalado en Londres, empecé a<br />

pastorear una pequeña congregación pentecostal cerca del centro de la<br />

ciudad.<br />

Mi principal impresión de aquel tiempo es del tono grisáceo. Las calles<br />

eran grises, las casas eran grises, las personas estaban grises. La mayor<br />

parte del tiempo el cielo, también, era gris. El combustible utilizado para<br />

la calefacción en la época bloqueaba por 10 menos el 25% de la luz del sol,<br />

la cual hubiera ayudado a aliviar el tono gris. En el invierno la ciudad era<br />

envuelta de vez en cuando por un velo de niebla tan denso que no podías<br />

ver tu propia mano estirada delante de ti.<br />

Pero había otro tipo de tono gris que era aun más deprimente. Era el<br />

extraño e indefinible tono gris dentro de mi alma. Por los estándares espi:<br />

rituales de la época, yo era un ministro relativamente exitoso. Cada semana<br />

una persona venía al Señor o testificaba sobre un milagro de sanidad o<br />

alguna otra demostración del poder sobrenatural del Espíritu Santo. Sin

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