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Demonios de padecimiento y enfermedad 203<br />
La presencia de un demonio, con todo, puede no ser necesariamente<br />
revelada de manera sobrenatural. Simplemente puede salir a la superficie<br />
en el curso normal de la consejería personal, en la misma manera que un<br />
médico puede diagnosticar una enfermedad a partir de los síntomas que un<br />
paciente describe. Este capítulo y los nueve que le preceden facilitan una<br />
investigación razonablemente completa de algunos de los síntomas más<br />
comunes de la actividad demoníaca. Una cosa que he hallado particularmente<br />
útil es identificar, si es posible, el momento o lugar de debilidad por<br />
el cual un demonio ha conseguido entrar.<br />
Hay otra manera en la que los demonios pueden ser causas que contribuyen<br />
a la enfermedad. En el capítulo 19 hablé sobre espíritus emocionales<br />
negativos. Mientras no causan realmente la enfermedad, pueden producir<br />
una actitud mental que o bien abre la puerta a la enfermedad, o entonces<br />
impide que las personas enfermas reciban sanidad por fe. Algunos ejemplos<br />
de esos espíritus negativos son el rechazo, el temor, la amargura, la falta<br />
de perdón, el desánimo, la decepción y la desesperación. En tales casos,<br />
normalmente es necesario expulsar el espíritu negativo antes de procurar<br />
ministrar sanidad física.<br />
He relatado sólo unas cuantas ocasiones en las cuales he visto la autoridad<br />
de Cristo usada con gran eficacia contra demonios de enfermedad o<br />
dolencia, pero todavía lamento las muchas ocasiones en las cuales no seguí<br />
el modelo de la manera agresiva de Cristo de abordar a esos demonios. He<br />
aprendido que el moverse en este plano sobrenatural requiere una dependencia<br />
continua de Dios, día a día, confiando en Él para obtener discernimiento<br />
y autoridad. En este ministerio debemos afirmar junto con Pablo<br />
que "por fe andamos, no por vista" (2 Corintios 5:7).<br />
Liberación de la esclerosis múltiple<br />
y del derrame cerebral<br />
Cerraré este capítulo con dos relatos sorprendentes de personas liberadas<br />
de demonios de dolencia o enfermedad. El primero procede de un<br />
obrero laico de una iglesia americana:<br />
Unajoven de nuestra iglesia-la llamaremos]ane-había desarrollado<br />
esclerosis múltiple (EM). Ella escuchó unas enseñanzas