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¿En algún momento necesitan los cristianos la liberación de demonios? 153<br />
Otros cristianos ponen mucho énfasis en el bautismo en el Espíritu<br />
Santo pero no dejan ningún lugar para la obra permanente del Espíritu<br />
en sus vidas. Jesús dijo que el recibir el Espíritu haría que "ríos de agua<br />
viva" corrieran del interior de la vida de un creyente (Juan 7:38). Empero,<br />
algunos cristianos nunca consiguen más que un "charco", o como mucho un<br />
"estanque". No existe un fluir continuo del Espíritu en sus vidas diarias.<br />
Una vez más, los cristianos ponen poco énfasis en la necesidad de una<br />
vida de continua obediencia y santidad. Pero Jesús retó a las personas de<br />
Su día con esta pregunta: "¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo<br />
que yo digo?" (Lucas 6:46). El llamar a Jesús "Señor" sin obedecerle es una<br />
hipocresía y no provee ninguna protección contra los ataques de Satanás.<br />
Algunos cristianos alegan que están automáticamente protegidos de<br />
los ataques demoníacos por la sangre deJesús. Dios, ciertamente, nos ofrece<br />
protección total a través de la sangre. Pero aquí, una vez más, esta provisión<br />
depende de que cumplamos Sus condiciones.<br />
El apóstol Pedro nos dice que somos "elegidos según la presciencia de<br />
Dios Padre•••para obediencia y ser rociados con la sangre de Jesucristo" (1<br />
Pedro 1:2). Un estilo de vida obediente es la condición para estar protegido<br />
por la sangre de Jesús. Su sangre no se rocía sobre los que persisten en la<br />
desobediencia. Esto está ejemplificado por el registro de la primera Pascua<br />
en Egipto, cuando Moisés les dijo a los israelitas:<br />
y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un<br />
lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el<br />
lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la<br />
mañana. (Éxodo 12:22)<br />
Los israelitas fueron protegidos no porque eran israelitas, sino porque<br />
obedecieron las instrucciones de Dios acerca de la sangre, y permanecieron<br />
dentro de sus casas. Ellos estaban ddlado correcto de la sangre. Si los primogénitos<br />
hubieran salido de sus casas, habrían sufrido el mismo destino<br />
de los egipcios.<br />
Lo mismo se aplica a nosotros como cristianos. Nuestra protección<br />
contra Satanás no depende de que seamos cristianos, sino de que obedezcamos<br />
las direcciones de Dios. La sangre, como he dicho, no protege a<br />
aquellos que continúan en desobediencia.