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¿Qué es el ocultismo? 127<br />
de Dios, y siempre estaba presto a orar y arrepentirme cuando le<br />
fallaba a Dios o a los hombres. Mis preciosos padres me enseñaron<br />
a andar en los caminos de Dios de la mejor manera que pudieron,<br />
pero erraron en gran manera porque su tradición no les enseñó<br />
que el invo1ucramiento en el ocultismo era mucho peor que sus<br />
tradicionales "no harás...esto o lo otro".<br />
El leer los divertidos periódicos dominicales, el ir al cine a cual~<br />
quier hora o el condonar la bebida o fumar cigarrillos era impen~<br />
sable. Pero nunca soñaron que el permitirme escuchar historias de<br />
fantasmas de boca de mi abuela me iniciaría en el sendero del dolor<br />
de corazón que duraría veinte años.<br />
Tuve el primer contacto con las historias de mi abuela a la edad<br />
de siete años. De ahí en adelante no podía encontrar gozo en casi<br />
nada más que el estudio del ocultismo. Los programas de radio<br />
de los años 40 y 50 tales como Sanctasanctórum, La Sombra, y El<br />
Silbador prendían toda mi atención. Cuando llegó la tele, Galería<br />
de la Noche, Alfred Hitchcock y Mundo Nebuloso, y cualquier<br />
otro tipo de programa de terror, eran mi deleite. Cuando llegué al<br />
sexto grado, Edgar Allan Poe era mi autor favorito. Un líder de la<br />
Unión de Formación Bautista me había presentado a los escritos<br />
de Poe después de una fiesta de Halloween de la iglesia.<br />
A la edad de once años, le dije a Dios en uno de mis frecuentes<br />
arrebatos de ira que saliera de mi vida y me dejara en paz. Me com~<br />
praba pequeños animales cada semana, y a veces diariamente, y<br />
los torturaba hasta la muerte (Esto 10 hacía por pura compulsión.<br />
Años más tarde descubrí que era una parte integrante de la bruje~<br />
ría). Por extraño que pueda parecer, amaba a los animales y quería<br />
ser doctor en veterinaria.<br />
Me acercaba a los obreros cristianos y les decía que les odiaba.<br />
Ninguna forma de disciplina, palabra o vara, me podía frenar. La<br />
rebelión y un total odio hacia Dios, la iglesia, los cristianos, el co~<br />
1egio, todas las formas de autoridad, y especialmente mi madre y<br />
mi padre, gobernaban parte de mi vida. La otra parte de mi ser<br />
deseaba ser amable y gentiL<br />
Finalmente llegué a un conocimiento salvador de Jesús a los 25<br />
años. Aunque Dios intervino y nací de nuevo, mi relación con mis