Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
La narración de esta entrevista entre Nicodemo y <strong>el</strong> <strong>Cristo</strong> constituye una de las partes más<br />
instructivas y preciosas de nuestras Escrituras que se refieren a la necesidad absoluta de cumplir sin<br />
reserva con las leyes y ordenanzas d<strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io, como medio indispensable para lograr la salvación.<br />
La fe en Jesucristo como <strong>el</strong> Hijo de Dios, sólo por medio de quien los hombres pueden lograr la vida<br />
eterna; <strong>el</strong> abandono d<strong>el</strong> pecado, volviéndose resu<strong>el</strong>tamente de las espesas tinieblas de la maldad a la<br />
luz salvadora de la justicia; <strong>el</strong> requisito incondicional de un nacimiento nuevo mediante <strong>el</strong> bautismo en<br />
<strong>el</strong> agua, <strong>el</strong> cual por fuerza deberá ser por inmersión, ya que de lo contrario la figura de un nacimiento<br />
no tendría significado alguno, y la consumación d<strong>el</strong> nuevo nacimiento por medio d<strong>el</strong> bautismo d<strong>el</strong><br />
Espíritu—todos estos principios se enseñan aquí con tanta sencillez y claridad, que ningún hombre<br />
puede tener excusa plausible para ignorarlos.<br />
Si Jesús y Nicodemo fueron las únicas personas que tomaron parte en la entrevista, Juan, narrador<br />
de la misma, debe haber obtenido sus informes de uno de los dos. En vista de que fue uno de los<br />
primeros discípulos, y más tarde uno de los apóstoles, y como en la compañía apostólica se distinguió<br />
por su íntimo compañerismo personal con <strong>el</strong> Señor, lo más probable es que oyó lo acontecido de los<br />
labios de Jesús. Evidentemente Juan tuvo por objeto referir la grande e importante lección de la visita,<br />
más bien que una historia circunstancial. La r<strong>el</strong>ación termina tan abruptamente como empezó; se<br />
omiten incidentes sin importancia; cada frase es significativa; se pone de r<strong>el</strong>ieve que <strong>el</strong> escritor<br />
comprendía la profunda importancia de su tema y le dio <strong>el</strong> trato correspondiente. Lo que<br />
posteriormente se dice de Nicodemo tiende a confirmar <strong>el</strong> carácter que manifestó en esta conversación<br />
con Jesús: que estaba consciente de una creencia en <strong>el</strong> <strong>Cristo</strong>, la cual, sin embargo, jamás se desarrolló<br />
en una fe genuina y viril que lo impulsara a aceptarlo y servirlo, sin consideración al costo o las<br />
consecuencias.<br />
DE LA CIUDAD AL CAMPO.<br />
Partiendo de Jerusalén, Jesús y sus discípulos llegaron a las partes rurales de Judea. Allí<br />
permanecieron, indudablemente predicando según se presentaba o se lograba la oportunidad, y los que<br />
creían en El eran bautizados. El tema principal de sus primeras enseñanzas públicas fue <strong>el</strong> mismo que<br />
<strong>el</strong> de su precursor en <strong>el</strong> desierto: "Arrepentios, porque <strong>el</strong> reino de los ci<strong>el</strong>os se ha acercado." El<br />
Bautista continuó su obra; pero ahora que había confesado al Más Poderoso, ante cuya venida fue su<br />
misión preparar camino, indudablemente atribuía un significado algo diferente al bautismo que él<br />
administraba. Al principio había bautizado por vía de preparación para Aqu<strong>el</strong> que había venir; ahora<br />
bautizaba, orientando hacia Aqu<strong>el</strong> que había venido, a los creyentes arrepentidos.<br />
Había surgido una disputa entre algunos de los c<strong>el</strong>osos adherentes de Juan y uno o más de los<br />
judíos, sobre la doctrina de la purificación. Según <strong>el</strong> contexto casi no hay duda de que la cuestión se<br />
r<strong>el</strong>acionaba con los méritos r<strong>el</strong>ativos d<strong>el</strong> bautismo de Juan y <strong>el</strong> que administraban los discípulos de<br />
Jesús. Con razonable fervor y c<strong>el</strong>o bien intencionado por su maestro, los discípulos de Juan que<br />
habían tomado parte en la disputa vinieron a él, diciendo: "Rabí, mira que <strong>el</strong> que estaba contigo al otro<br />
lado d<strong>el</strong> Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él". Inquietaba a los prosélitos<br />
de Juan <strong>el</strong> éxito de Aqu<strong>el</strong> a quien <strong>el</strong>los consideraban en cierto respecto como rival de su querido<br />
maestro. ¿No había sido Juan <strong>el</strong> primer testigo de Jesús? "De quien tú diste testimonio"—le<br />
informaron, ni siquiera dignándose llamar a Jesús por su nombre. Siguiendo <strong>el</strong> ejemplo de Andrés y<br />
de Juan <strong>el</strong> futuro apóstol, <strong>el</strong> pueblo estaba abandonando al Bautista y allegándose al <strong>Cristo</strong>. La<br />
contestación de Juan a sus fervorosos discípulos constituye un ejemplo sublime de abnegación. Su<br />
respuesta fue en esencia: El hombre recibe únicamente según Dios le da. No me es concedido hacer la<br />
obra de <strong>Cristo</strong>. Vosotros mismos me sois testigos de que negué ser <strong>el</strong> <strong>Cristo</strong>, y dije que había sido<br />
enviado d<strong>el</strong>ante de El. El es como <strong>el</strong> Esposo; yo soy únicamente como <strong>el</strong> amigo d<strong>el</strong> esposo,' su<br />
sirviente; y me regocijo en gran manera por estar cerca de El; su voz me causa f<strong>el</strong>icidad y así mi gozo<br />
es cumplido. Aqu<strong>el</strong> de quien habláis se halla al principio de su ministerio; yo, cerca d<strong>el</strong> fin d<strong>el</strong> mío. A<br />
92