03.05.2015 Views

Jesus el Cristo - Cumorah.org

Jesus el Cristo - Cumorah.org

Jesus el Cristo - Cumorah.org

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

CAPITULO 10<br />

EN EL DESIERTO DE JUDEA.<br />

LA VOZ QUE CLAMA EN EL DESIERTO.<br />

EN una época que ha sido señalada definitivamente como <strong>el</strong> año quince d<strong>el</strong> reinado de Tiberio<br />

César, emperador de Roma, la extraña predicación de un hombre, hasta entonces desconocido, agitó<br />

grandemente al pueblo de Judea. Era de linaje sacerdotal, pero no se había instruido en las escu<strong>el</strong>as; y<br />

sin autorización de los rabinos o licencia de los príncipes de los sacerdotes, proclamaba ser uno<br />

enviado de Dios con un mensaje para Isra<strong>el</strong>. No se presentó en las sinagogas ni dentro de los patios d<strong>el</strong><br />

templo, donde enseñaban los escribas y los doctores de la ley, sino alzó la voz en <strong>el</strong> desierto. Las<br />

gentes de Jerusalén y de los pueblos rurales circunvecinos salían en grandes multitudes para<br />

escucharlo. Menospreció las vestiduras d<strong>el</strong>icadas y los amplios mantos cómodos, y predicó en su<br />

áspera indumentaria d<strong>el</strong> desierto, una túnica de p<strong>el</strong>os de cam<strong>el</strong>lo y ceñido con una cinta de cuero. La<br />

rusticidad de su ropa era considerada significativa. Elias Tisbita, <strong>el</strong> valeroso profeta cuya morada fue<br />

<strong>el</strong> desierto, había sido conocido en su época como un "varón que tenía vestido de p<strong>el</strong>o, y ceñía sus<br />

lomos con un cinturón de cuero"; y este vestido rústico había llegado a considerarse como rasgo<br />

distintivo de los profetas. La comida de este extraño predicador tampoco era de lujo y comodidad, sino<br />

que se alimentaba con lo que <strong>el</strong> desierto le proporcionaba: langostas y mi<strong>el</strong> silvestre. Este hombre era<br />

Juan, hijo de Zacarías, <strong>el</strong> cual dentro de poco iba a ser conocido como <strong>el</strong> Bautista. Había pasado<br />

muchos años en <strong>el</strong> desierto, lejos de las habitaciones de los hombres, años en que estuvo preparándose<br />

para su misión particular. Había estudiado bajo la tut<strong>el</strong>a de maestros divinos; y allí en los desiertos de<br />

Judea le llegó la palabra d<strong>el</strong> Señor, en <strong>el</strong> mismo ambiente en que la habían recibido Moisés y Elias <strong>el</strong><br />

Profeta en la antigüedad. Entonces se oyó la "Voz d<strong>el</strong> que clama en <strong>el</strong> desierto: Preparad <strong>el</strong> camino d<strong>el</strong><br />

Señor; enderezad sus sendas". Era la voz d<strong>el</strong> heraldo, <strong>el</strong> mensajero que, como habían anunciado los<br />

profetas, iría d<strong>el</strong>ante d<strong>el</strong> Señor para aparejarle camino. La substancia de su mensaje fue: "Arrepentios,<br />

porque <strong>el</strong> reino de los ci<strong>el</strong>os se ha acercado". Y a los que tenían fe en sus palabras y manifestaban<br />

arrepentimiento, confesando sus pecados, les administraba <strong>el</strong> bautismo por inmersión en <strong>el</strong> agua,<br />

explicando a la vez: "Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero <strong>el</strong> que viene tras<br />

mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo<br />

y fuego."<br />

Era imposible hacer caso omiso d<strong>el</strong> hombre o de su mensaje; su predicación encerraba una<br />

promesa segura al alma arrepentida y denunciaba inexorablemente al hipócrita y al pecador<br />

empedernido. Cuando los fariseos y los saduceos vinieron a su bautismo, exponiendo la ley, <strong>el</strong> espíritu<br />

de la cual no cesaban de transgredir, y citando los profetas, a quienes deshonraban, Juan los tachó de<br />

ser generación de víboras, y les preguntó: "¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?" Ningún caso<br />

hizo de su tantas veces repetida presunción de ser hijos de Abraham, y les declaró: "Haced, pues,<br />

frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a<br />

Abraham por padre; porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras."<br />

Este menosprecio de su pretensión de merecer cierta preferencia por ser hijos de Abraham fue una<br />

reprensión severa y ofendió profundamente tanto al aristocrático saduceo como al fariseo aferrado a la<br />

ley. El judaismo afirmaba que la posteridad de Abraham tenía un lugar seguro en <strong>el</strong> reino d<strong>el</strong> Mesías<br />

esperado, y que ningún prosélito de los gentiles tenía la posibilidad de alcanzar <strong>el</strong> rango y distinción<br />

que estaba asegurado a los "hijos". La vigorosa afirmación de Juan, de que Dios podía despertar hijos<br />

a Abraham aun de las piedras en las playas d<strong>el</strong> río, significaba a quienes la oyeron, que hasta los más<br />

despreciados de la familia humana serían escogidos antes que <strong>el</strong>los, a menos que se arrepintieran y<br />

reformaran. Había pasado <strong>el</strong> tiempo de profesar sólo con palabras; se exigían frutos, no abundancia de<br />

hojas estériles; <strong>el</strong> hacha estaba lista, ya contra la raíz d<strong>el</strong> árbol, y todo árbol que no produjese buen<br />

72

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!