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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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las afirmaciones auténticas de los hechos, y los comentarios imaginativos de historiadores, teólogos y<br />

escritores de nov<strong>el</strong>as, así como también las rapsodias emocionales de poetas y fantasías artísticas<br />

labradas, ora con cinc<strong>el</strong>, ora con pinc<strong>el</strong>.<br />

Desde <strong>el</strong> principio de su existencia, B<strong>el</strong>én había sido la morada de gente que se dedicaba<br />

principalmente a ocupaciones pastorales y agrícolas. Por lo que se sabe d<strong>el</strong> pueblo y sus alrededores,<br />

es congruente hallar que al tiempo d<strong>el</strong> nacimiento d<strong>el</strong> Mesías—que fue en la primavera d<strong>el</strong> año—<br />

había rebaños en los campos, así de día como de noche, bajo <strong>el</strong> solícito cuidado de sus apacentadores.<br />

Fue a un grupo de estos humildes pastores que se comunicó la primera proclamación de que <strong>el</strong><br />

Salvador había nacido. La historia dice sencillamente:<br />

"Había' pastores es la misma región que v<strong>el</strong>aban y guardaban las vigilias de la noche sobre su<br />

rebaño. Y he aquí, se les presentó un áng<strong>el</strong> d<strong>el</strong> Señor, y la gloria d<strong>el</strong> Señor los rodeó de resplandor; y<br />

tuvieron gran temor. Pero <strong>el</strong> áng<strong>el</strong> les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que<br />

será para todo <strong>el</strong> pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO <strong>el</strong><br />

Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envu<strong>el</strong>to en pañales, acostado en un pesebre. Y<br />

repentinamente apareció con <strong>el</strong> áng<strong>el</strong> una multitud de las huestes c<strong>el</strong>estiales, que alababan a Dios, y<br />

decían: |Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!"<br />

Nunca jamás había comunicado un áng<strong>el</strong>, ni recibido hombre alguno, nuevas de tan magna<br />

importancia: nuevas de gran gozo rev<strong>el</strong>adas a pocos, por cierto, a los más humildes de la tierra; nuevas<br />

que estaban destinadas a extenderse entre todos los pueblos. No sólo hay una grandeza sublime en <strong>el</strong><br />

cuadro, sino una autoridad divina en <strong>el</strong> mensaje; y <strong>el</strong> punto culminante es algo que los pensamientos<br />

d<strong>el</strong> hombre nunca jamás habrían podido concebir: la aparición repentina de una multitud de los<br />

ejércitos c<strong>el</strong>estiales cantando, a oídos de seres humanos, <strong>el</strong> más breve, más congruente y más<br />

verdaderamente completo de todos los himnos de paz jamás entonados por un coro de mortales o de<br />

espíritus. ¡Qué consumación tan anh<strong>el</strong>ada! ¡En la tierra paz! Pero ¿cómo la puede haber sino por la<br />

preservación de la buena voluntad para con los hombres? ¿y en qué otra forma podría tributarse más<br />

eficazmente gloria en las alturas a Dios?<br />

Los confiados y sencillos guardianes de las ovejas no habían pedido una señal o confirmación; su<br />

fe obró al unísono con la comunicación c<strong>el</strong>estial; y sin embargo, <strong>el</strong> áng<strong>el</strong> les dio una señal, como él la<br />

llamó, para orientarlos en su búsqueda. Sin esperar más, se dieron prisa para ir, porque dentro de su<br />

corazón creían, y más aún, sabían; por tanto, determinaron: "Pasemos, pues, hasta B<strong>el</strong>én, y veamos<br />

esto que ha sucedido, y que <strong>el</strong> Señor nos ha manifestado."' Hallaron al Niño en <strong>el</strong> pesebre, y cerca de<br />

El a su madre y a José y habiendo visto, salieron y testificaron de la verdad concerniente al Niño.<br />

Volvieron a sus rebaños, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto.<br />

Se encierra un significado tan profundo como la emoción que todos deben sentir al leer la<br />

afirmación, al parecer parentética, d<strong>el</strong> evang<strong>el</strong>ista: "Pero María guardaba todas estas cosas,<br />

meditándolas en su corazón." Es evidente que la gran verdad concerniente a la persona y misión de su<br />

Hijo divino aún no se desenvolvía por completo en su mente. Todo <strong>el</strong> conjunto de acontecimientos,<br />

desde la salutación de Gabri<strong>el</strong> hasta <strong>el</strong> testimonio reverente de los pastores concerniente al anuncio d<strong>el</strong><br />

áng<strong>el</strong> y las huestes c<strong>el</strong>estiales, constituía en su mayor parte un misterio para aqu<strong>el</strong>la inmaculada madre<br />

y esposa.<br />

LA OBSERVANCIA ESTRICTA DE LOS REQUISITOS DE LA LEY.<br />

El Niño nació judío; la madre era judía y José, <strong>el</strong> padre según la ley, era judío. Eran pocos los que<br />

sabían acerca de la verdadera paternidad d<strong>el</strong> Niño, quizá en esa época sólo María, José y posiblemente<br />

Elisabet y Zacarías; y mientras se crió, <strong>el</strong> pueblo lo conoció como <strong>el</strong> hijo de José. h Se dio fi<strong>el</strong><br />

cumplimiento a los requisitos de la ley en todos los asuntos pertenecientes al Niño. A los ocho días de<br />

edad fue circuncidado, como era exigido a todo niño varón que nacía en Isra<strong>el</strong>; 1 y al mismo tiempo<br />

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