You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
LA ANUNCIACIÓN A LA VIRGEN.<br />
Seis meses después de la visita de Gabri<strong>el</strong> a Zacarías, y tres meses antes d<strong>el</strong> nacimiento de Juan,<br />
fue enviado <strong>el</strong> mismo mensajero c<strong>el</strong>estial a una donc<strong>el</strong>la llamada María, que moraba en Nazaret,<br />
pueblo de Galilea. Era d<strong>el</strong> linaje de David, y aun cuando todavía soltera, estaba desposada con un<br />
varón que se llamaba José, también de descendencia real por la línea de David. La salutación d<strong>el</strong><br />
áng<strong>el</strong>, rebosante de honor y bienaventuranza, causó que María se maravillara y turbara. "¡Salve, muy<br />
favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres." Con estas palabras se dirigió Gabri<strong>el</strong> a<br />
la virgen.<br />
Igual que las demás hijas de Isra<strong>el</strong>, particularmente las de la tribu de Judá, cuya descendencia<br />
davídica era conocida, María indudablemente había anh<strong>el</strong>ado con reverente gozo y éxtasis, la venida<br />
d<strong>el</strong> Mesías d<strong>el</strong> linaje real, pues sabía que alguna donc<strong>el</strong>la judía llegaría a ser la madre d<strong>el</strong> <strong>Cristo</strong>.<br />
¿Sería posible que las palabras que le hablaba <strong>el</strong> áng<strong>el</strong> se r<strong>el</strong>acionaran con esta esperanza suprema de<br />
la nación? No tuvo mucho tiempo para meditarlo, porque <strong>el</strong> áng<strong>el</strong> continuó, diciendo: "María, no<br />
temas, porque has hallado gracia d<strong>el</strong>ante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un<br />
hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo d<strong>el</strong> Altísimo; y <strong>el</strong> Señor Dios<br />
le dará <strong>el</strong> trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá<br />
fin."<br />
Aun con esto, <strong>el</strong>la no comprendió sino en parte la importancia de esta visita trascendental. No con<br />
<strong>el</strong> espíritu de duda, como <strong>el</strong> que había provocado a Zacarías a pedir una señal, sino con un deseo<br />
sincero de que se le informara y explicara, María, consciente de su estado soltero y segura de su<br />
condición virginal, preguntó: "¿Cómo será esto? pues no conozco varón." La respuesta a su pregunta<br />
natural y sencilla fue la anunciación de un milagro como nunca jamás se había conocido en <strong>el</strong> mundo:<br />
no un milagro en <strong>el</strong> sentido de un acontecimiento que contravendría las leyes naturales, sino un<br />
milagro efectuado por la operación de una ley mayor, y de naturaleza tal, que la mente humana<br />
ordinariamente no llega a comprenderlo o considerarlo posible. Le fue informado a María que iba a<br />
concebir, y a su tiempo daría a luz un Hijo, d<strong>el</strong> cual ningún mortal sería <strong>el</strong> padre: "Respondiendo <strong>el</strong><br />
áng<strong>el</strong>, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y <strong>el</strong> poder d<strong>el</strong> Altísimo te cubrirá con su sombra; por<br />
lo cual también <strong>el</strong> Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios."<br />
Entonces <strong>el</strong> áng<strong>el</strong> le hizo saber de la condición bendita de su prima Elisabet, que había sido<br />
estéril, y como explicación final y suficiente, añadió: "Porque nada hay imposible para Dios." Con<br />
gentil sumisión y humilde aceptación, la joven virgen contestó: "He aquí la sierva d<strong>el</strong> Señor; hágase<br />
conmigo conforme a tu palabra."<br />
Habiendo comunicado su mensaje, Gabri<strong>el</strong> partió, dejando a la escogida Virgen de Nazaret para<br />
que reflexionara la maravillosa experiencia que había sido suya. El Hijo prometido de María habría de<br />
ser "<strong>el</strong> Unigénito" d<strong>el</strong> Padre en la carne; así se había predicho positiva y abundantemente. Verdaderamente,<br />
<strong>el</strong> acontecimiento no tenía precedente; también es cierto que nunca jamás se ha igualado;<br />
pero que <strong>el</strong> nacimiento virginal habría de ser único, fue tan verdaderamente esencial para <strong>el</strong><br />
cumplimiento de las profecías, como <strong>el</strong> que tal cosa aconteciera. Ese Hijo que nació de María fue<br />
engendrado por Elohim, <strong>el</strong> Padre Eterno, no contraviniendo las leyes naturales, sino de acuerdo con<br />
una manifestación superior de las mismas; y <strong>el</strong> Hijo de esa asociación de santidad suprema—<br />
Paternidad c<strong>el</strong>estial y maternidad pura aunque terrenal—habría de llamarse con toda propiedad <strong>el</strong><br />
"Hijo d<strong>el</strong> Altísimo". En su naturaleza habrían de combinarse las potencias de la Divinidad, y la<br />
capacidad y posibilidades d<strong>el</strong> estado mortal; y esto de acuerdo con la operación normal de la ley<br />
fundamental de herencia—declarada por Dios, demostrada por la ciencia y admitida por la filosofía—<br />
de que los seres vivientes se han de propagar según su especie. El Niño Jesús habría de heredar los<br />
rasgos físicos, mentales y espirituales, las tendencias y poderes que distinguían a sus padres: uno<br />
inmortal y glorificado, a saber, Dios; <strong>el</strong> otro humano, una mujer.<br />
Jesucristo nació de una mujer humana, pero no descendió directamente de ningún hombre<br />
50