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"Perseverad en la libertad que os ha hecho libres; no os enredéis én <strong>el</strong> pecado, sino queden limpias<br />
vuestras manos hasta que <strong>el</strong> Señor venga. Porque de aquí a poco la tierra temblará y se bamboleará<br />
como un borracho; y <strong>el</strong> sol esconderá su faz, y se negará a dar su luz; y la luna será bañada en sangre;<br />
y las estr<strong>el</strong>las se irritarán excesivamente, y se arrojarán hacia abajo como <strong>el</strong> higo que cae de la higuera.<br />
Y después de vuestro testimonio vienen la ira y la indignación sobre <strong>el</strong> pueblo. Porque después de<br />
vuestro testimonio, viene <strong>el</strong> testimonio de los terremotos, que causarán gemidos en medio de la tierra,<br />
y los hombres caerán al su<strong>el</strong>o y no podrán permanecer en pie. Y también viene <strong>el</strong> testimonio de la voz<br />
de truenos, y la voz de r<strong>el</strong>ámpagos, la voz de tempestades, la voz de las olas d<strong>el</strong> mar precipitándose<br />
más allá de sus límites. Y todas las cosas estarán en conmoción; y de cierto, desfallecerán los<br />
corazones de los hombres, porque <strong>el</strong> temor vendrá sobre todo pueblo. Y áng<strong>el</strong>es volarán por en medio<br />
d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o, clamando en alta voz, sonando la trompeta de Dios, diciendo: Preparaos, preparaos, oh<br />
habitantes de la tierra, porque <strong>el</strong> juicio de nuestro Dios es venido. He aquí, <strong>el</strong> Esposo viene; salid a<br />
recibirlo."<br />
Una de las características de las rev<strong>el</strong>aciones de la época actual es la reiteración d<strong>el</strong> hecho de que<br />
<strong>el</strong> acontecimiento está muy próximo y se halla "a las puertas". Las Escrituras repetidamente llaman "<strong>el</strong><br />
día grande y terrible de Jehová" a tan funesta época. b Verdaderamente espantosa será para las<br />
personas, familias y naciones que, habiéndose hundido profundamente en <strong>el</strong> pecado, hayan perdido su<br />
derecho a la misericordia. No será la hora d<strong>el</strong> juicio final, es decir, cuando toda la raza humana<br />
comparecerá en su estado resucitado ante <strong>el</strong> tribunal de Dios; no obstante, será un tiempo de<br />
bendiciones sin precedente para los justos, y de condenación y venganza para los inicuos.<br />
Con <strong>Cristo</strong> vendrán aqu<strong>el</strong>los que ya hayan resucitado, y la venida d<strong>el</strong> Señor señalará la<br />
inauguración de una resurrección general de los muertos justos, mientras que los puros y justos que<br />
todavía se encuentren en la carne, serán cambiados instantáneamente d<strong>el</strong> estado mortal al inmortal, y<br />
serán arrebatados con los recién resucitados para recibir al Señor y su compañía c<strong>el</strong>estial, y descender<br />
con El. Por tal motivo <strong>el</strong> apóstol Pablo profetizó al respecto: "Así también traerá Dios con Jesús a los<br />
que durmieron en él. . . Porque <strong>el</strong> Señor mismo con voz de mando, con voz de arcáng<strong>el</strong>, y con<br />
trompeta de Dios, descenderá d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o; y los muertos en <strong>Cristo</strong> resucitarán primero. Luego nosotros<br />
los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con <strong>el</strong>los en las nubes<br />
para recibir al Señor en <strong>el</strong> aire." Compárese con la promesa hecha a los tres nefitas: "Y nunca<br />
padeceréis los dolores de la muerte; sino que cuando yo venga en mi gloria, seréis cambiados de la<br />
mortalidad a la inmortalidad en un abrir y cerrar de ojos." 6 De las glorias superlativas que esperan a<br />
los justos cuando venga <strong>el</strong> Señor, se nos ha dado en esta época la siguiente descripción parcial: "Y la<br />
faz d<strong>el</strong> Señor será descubierta. Y los santos que se hallen sobre la tierra, que estén vivos, serán<br />
vivificados y arrebatados para recibirlo."' Las naciones paganas, habiendo sido redimidas, tendrán<br />
parte en la primera resurrección.<br />
EL REINO DE LOS CIELOS HA DE VENIR.<br />
La venida de <strong>Cristo</strong> en los postreros días, acompañado de los apóstoles de la antigüedad y los<br />
santos resucitados, señalará <strong>el</strong> establecimiento d<strong>el</strong> Reino de los Ci<strong>el</strong>os sobre la tierra. Los fi<strong>el</strong>es<br />
apóstoles que estuvieron con Jesús durante su ministerio terrenal se sentarán en calidad de jueces de<br />
toda la casa de Isra<strong>el</strong>; 1 y juzgarán a los doce discípulos nefitas, los cuales a su vez serán facultados<br />
para juzgar a los descendientes de Lehi, o sea la rama de la nación isra<strong>el</strong>ita que se estableció sobre <strong>el</strong><br />
continente occidental.<br />
Aun cuando se usan las expresiones "Reino de Dios" y "Reino de los Ci<strong>el</strong>os" de una manera<br />
sinónima e indistinta en la Biblia, la rev<strong>el</strong>ación moderna da un significado particular a cada una de<br />
estas frases. El Reino de Dios es la Iglesia establecida por autoridad divina sobre la tierra; esta<br />
institución no pretende ningún dominio temporal sobre las naciones; su cetro de poder es <strong>el</strong> d<strong>el</strong> Santo<br />
Sacerdocio, que se ha de emplear para predicar <strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io y administrar sus ordenanzas para la<br />
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