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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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nuevo pudiera plantarse la semilla d<strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io. Por medio de este Espíritu se rev<strong>el</strong>ó <strong>el</strong> principio de la<br />

brújula d<strong>el</strong> navegante—si bien <strong>el</strong> hombre ideó su estructura física—y con esa ayuda se exploraron los<br />

océanos desconocidos. Hacia <strong>el</strong> fin d<strong>el</strong> siglo quince Colón, guiado por la inspiración de Dios, logró <strong>el</strong><br />

descubrimiento d<strong>el</strong> Mundo Nuevo, sobre <strong>el</strong> cual moraba la degenerada posteridad de Lehi, un resto de<br />

la casa de Isra<strong>el</strong>, <strong>el</strong> indio americano de pi<strong>el</strong> cobriza. En su oportunidad llegaron los peregrinos al<br />

hemisferio occidental, vanguardia de las huestes que huyeron d<strong>el</strong> destierro en busca de un nuevo hogar<br />

donde pudieran adorar de acuerdo con los dictados de su conciencia. Casi seiscientos años antes de<br />

<strong>Cristo</strong> se había pre-dicho la venida de Colón y la subsiguiente inmigración de los puritanos. Sus<br />

misiones respectivas tan verdaderamente les fueron señaladas como la comisión de un profeta que es<br />

enviado con un mensaje y una obra.<br />

La guerra entre las colonias americanas y la madre patria, así como la victoria que resultó en la<br />

emancipación, de una vez por todas, de las colonias americanas d<strong>el</strong> gobierno monárquico, también se<br />

habían predicho como pasos adicionales en los preparativos para la restauración d<strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io. Se dejó<br />

correr <strong>el</strong> tiempo suficiente para efectuar <strong>el</strong> establecimiento de un gobierno estable y la s<strong>el</strong>ección de<br />

hombres escogidos e inspirados que habrían de redactar y promulgar la Constitución de los Estados<br />

Unidos, en la cual se ot<strong>org</strong>a a todo hombre una medida cabal de libertad política y r<strong>el</strong>igiosa. No<br />

convenía que la semilla preciosa d<strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io restaurado cayera en tierra baldía endurecida por la<br />

intolerancia, sólo capaz de producir los cardos d<strong>el</strong> fanatismo y las hierbas nocivas de la esclavitud<br />

mental y espiritual. El evang<strong>el</strong>io de Jesucristo es la incorporación de la libertad; es la verdad que<br />

libertará a todo hombre y toda nación que quiera aceptar y obedecer sus preceptos.<br />

En <strong>el</strong> tiempo señalado <strong>el</strong> Padre Eterno y su Hijo Jesucristo se manifestaron al hombre sobre la<br />

tierra e inauguraron la Dispensación d<strong>el</strong> Cumplimiento de los Tiempos.<br />

NOTAS AL CAPITULO 40.<br />

1. Fin de las rev<strong>el</strong>aciones sobre <strong>el</strong> hemisferio occidental.—"El mundo oriental había perdido<br />

este conocimiento d<strong>el</strong> Señor antes que <strong>el</strong> hemisferio occidental. Cuatrocientos años después d<strong>el</strong><br />

nacimiento de nuestro Salvador y Maestro, existia en la región de Norteamérica por lo menos un<br />

hombre que conocía al Señor Dios Todopoderoso con carácter de persona distinta, y como Ser<br />

facultado para comunicarse con <strong>el</strong> hombre. Era Moroni, hijo de Mormón, cuyo testimonio permanece<br />

y permanecerá por todas las edades venideras."'—Life of Joseph Smith, por Ge<strong>org</strong>e Q. Cannon, pág.<br />

21. Véase Moroni 10:21-37.<br />

2. Encauzamiento divino de los resultados de la gran apostasía para fines benéficos.—El<br />

estudiante atento no puede menos que ver en <strong>el</strong> desarrollo de la gran apostasía y sus resultados, la<br />

existencia de un poder superior que obraba hacia una finalidad benéfica, pese a la naturaleza<br />

misteriosa de sus métodos. Las angustiosas persecuciones que padecieron los santos en los primeros<br />

siglos de nuestra era, la congoja, <strong>el</strong> tormento, <strong>el</strong> derramamiento de sangre consiguientes a la defensa<br />

d<strong>el</strong> testimonio de <strong>Cristo</strong>, <strong>el</strong> surgimiento de una iglesia apóstata que sofocó <strong>el</strong> int<strong>el</strong>ecto y esclavizó las<br />

almas de los hombres—de todas estas terribles condiciones <strong>el</strong> Señor estaba percatado de antemano.<br />

Aun cuando no podemos decir o creer que estas manifestaciones de depravación humana y blasfemia<br />

de corazón concuerdan con la voluntad divina, ciertamente Dios permitió que <strong>el</strong> hombre ejerciera su<br />

libre albedrío sin restricción, y mediante este ejercicio algunos ganaron para sí la corona de los<br />

mártires, mientras que otros llenaron la copa de su iniquidad hasta <strong>el</strong> borde. No menos palpable es la<br />

voluntad divina en las revoluciones y reb<strong>el</strong>iones, en las insurrecciones y reformas que surgieron para<br />

combatir la tenebrosa influencia de la iglesia apóstata. Wiclef y Hus, Lutero y M<strong>el</strong>anchton, Zuinglio y<br />

Calvino, Enrique VIII en su arrogante asunción de la autoridad sacerdotal, Juan Knox en Escocia,<br />

Roger Williams en América—éstos y muchísimos otros edificaron con mayor perfección de lo que<br />

pensaron, pues sus esfuerzos establecieron parte d<strong>el</strong> fundamento de la estructura de la libertad<br />

r<strong>el</strong>igiosa y la libertad de conciencia, todo <strong>el</strong>lo como una preparación para <strong>el</strong> restablecimiento d<strong>el</strong><br />

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