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Durante los siglos doce y trece la autoridad temporal d<strong>el</strong> papa fue superior a la de los reyes y<br />
emperadores, y la iglesia romana se convirtió en la despótica soberana de las naciones, y en mayor<br />
autócrata que todos los estados seculares. Sin embargo, esta iglesia, viciada por la fetidez de la<br />
ambición mundanal y la codicia d<strong>el</strong> dominio, audazmente afirmaba ser la Iglesia establecida por Aqu<strong>el</strong><br />
que afirmó: "Mi reino no es de este mundo." Las arrogantes presunciones de la iglesia de Roma no<br />
fueron menos extravagantes con respecto a la administración espiritual, que a la secular. Con su<br />
vociferante dominio sobre <strong>el</strong> destino espiritual de los hombres, blasfemamente aparentó perdonar o<br />
retener los pecados individuales, e imponer o remitir castigos en la tierra así como allende <strong>el</strong> sepulcro.<br />
Vendía permisos para cometer pecados y ofrecía, a cambio de oro, cartas de perdón indulgente por los<br />
pecados ya cometidos. Su papa, proclamándose vicario de Dios, se sentaba con gran pompa para<br />
juzgar como si fuera Dios, y con esta blasfemia cumplió la profecía que Pablo pronunció después de<br />
amonestar sobre las terribles condiciones que antecederían la segunda venida d<strong>el</strong> <strong>Cristo</strong>: "Nadie os<br />
engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste <strong>el</strong><br />
hombre de pecado, <strong>el</strong> hijo de perdición, <strong>el</strong> cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios<br />
o es objeto de culto; tanto que se sienta en <strong>el</strong> templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios."<br />
Abandonándose sin restricción al libertinaje de una autoridad arrogada, la Iglesia de Roma no<br />
vaciló en transgredir la ley de Dios, modificando las ordenanzas esenciales para la salvación y<br />
despiadadamente violando <strong>el</strong> pacto sempiterno, contaminando de ese modo la tierra, tal como Isaías lo<br />
había predicho. 6 Alteró la ordenanza d<strong>el</strong> bautismo, destruyendo su simbolismo y añadiéndole<br />
imitaciones de ritos paganos; corrompió <strong>el</strong> sacramento de la Cena d<strong>el</strong> Señor y tergiversó esta doctrina<br />
con la extravagancia de la transubstanciación; asumió aplicar los méritos de los justos para perdonar<br />
al pecador mediante <strong>el</strong> completamente repugnante dogma, contrario a las Escrituras, de la<br />
supererogación; impulsó la idolatría de la manera más seductiva y perniciosa; condenó <strong>el</strong> estudio de<br />
las Santas Escrituras por <strong>el</strong> vulgo en general; implantó un estado innatural de c<strong>el</strong>ibato sobre su clero;<br />
se corrompió mediante una asociación impía con las teorías y sofisterías de los hombres y adulteró a<br />
tal grado los sencillos preceptos d<strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io de <strong>Cristo</strong>, que engendró una r<strong>el</strong>igión henchida de<br />
supersticiones y herejías; promulgó doctrinas perversas concernientes al cuerpo humano que dieron al<br />
divinamente formado templo de carne la apariencia de no ser más que un objeto digno d<strong>el</strong> tormento y<br />
d<strong>el</strong> desprecio; proclamó como acto de virtud, que aseguraba una rica recompensa, <strong>el</strong> mentir y engañar,<br />
si así convenía a sus propios intereses; y tan completamente se apartó d<strong>el</strong> plan original de la<br />
<strong>org</strong>anización de la Iglesia de <strong>Cristo</strong>, que se convirtió en un espectáculo de ostentación aparatosa,<br />
fabricada por los caprichos de los hombres.<br />
Las causas internas de mayor importancia que causaron la apostasía de la Iglesia Primitiva se<br />
pueden bosquejar en esta forma: (I) La corrupción de las doctrinas sencillas d<strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io de <strong>Cristo</strong><br />
al mezclarlas con los sistemas filosóficos así llamados. (2) Aditamentos desautorizados a los ritos<br />
prescritos de la Iglesia y la introducción de graves alteraciones en las ordenanzas esenciales. (3)<br />
Cambios desautorizados en la <strong>org</strong>anización d<strong>el</strong> gobierno de la Iglesia.<br />
Bajo la represión tiránica consiguiente al dominio usurpado e injusto de la iglesia romana, la<br />
civilización se retrasó por varios siglos y virtualmente permaneció estancada. Este período de<br />
retroceso es conocido en la historia como la época medieval. El siglo quince presenció <strong>el</strong> movimiento<br />
conocido como <strong>el</strong> Renacimiento o la renovación de las ciencias; hubo un despertamiento general y<br />
significativamente rápido entre los hombres en todo <strong>el</strong> mundo civilizado, y se manifestó un esfuerzo<br />
resu<strong>el</strong>to para librarse d<strong>el</strong> estupor de la indolencia y la ignorancia. Los historiadores y filósofos han<br />
visto en <strong>el</strong> Renacimiento un empuje inconsciente y espontáneo d<strong>el</strong> "espíritu de la época"; fue un paso<br />
predeterminado en la voluntad de Dios para iluminar las mentes descarriadas de los hombres, una<br />
etapa preparatoria para la restauración d<strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io de <strong>Cristo</strong> que iba a suceder unos siglos después.<br />
Con <strong>el</strong> renacimiento de la actividad y esfuerzos int<strong>el</strong>ectuales en <strong>el</strong> campo d<strong>el</strong> mejoramiento<br />
material, surgieron, como corolario natural e inevitable, las protestas e insurrección contra la tiranía<br />
r<strong>el</strong>igiosa de la época. En Francia los albigenses se habían reb<strong>el</strong>ado contra <strong>el</strong> despotismo eclesiástico en<br />
<strong>el</strong> siglo trece, y un siglo después Juan Wiclef, de la Universidad de Oxford, osadamente denunció la<br />
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