Jesus el Cristo - Cumorah.org
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presente delante del mundo y es conocida como EL LIBRO DE MORMON. NOTAS AL CAPITULO 39. 1. El país de Abundancia.—Comprendía la parte norte de la América del Sur y se extendía hasta el Istmo de Panamá. Hacia el norte colindaba con el País de Desolación, que comprendía la América Central, y en la última parte de la historia nefita era una extensión indefinida al norte del Istmo. El continente sudamericano generalmente es conocido en el Libro de Mormon como el País de Nefi. 2. Las versiones judía y nefita del "Sermón del Monte."—Como se indica en el texto, uno de los contrastes más impresionantes entre el Sermón del Monte y la virtual repetición del mismo tema por parte de nuestro Señor cuando visitó a los nefitas, es el de las profecías concernientes al cumplimiento de la ley de Moisés en el primer discurso, y la afirmación absoluta en el segundo, de que la ley se había cumplido. En las Bienaventuranzas aparecen ciertas diferencias, en cada una de las cuales el sermón nefita es más explícito. De manera que en lugar de: "Bienaventurados los pobres en espíritu" (Mateo 5:3), leemos: "Bien aventurados los pobres de espíritu que vienen a mí" (3 Nefi 12:3). En lugar de: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados" (Mateo), leemos: "Y bienaventurados todos los que padecen hambre y sed de justicia, porque ellos serán llenos del Espíritu Santo" (3 Nefi). En lugar de: "Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia" (Mateo), leemos: "Bien aventurados todos los que son perseguidos por causa de mi nombre" (3 Nefi). En lugar del difícil pasaje: "Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada?" (Mateo), tenemos la expresión más clara: "Os concedo ser la sal de la tierra; pero si la sal perdiere su sabor, ¿con qué será salada la tierra?" (3 Nefi). Y como ya se ha dicho, en lugar de: "Ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido" (Mateo), tenemos: "Ni una jota ni una tilde ha pasado de la ley, sino que en mi toda ha sido cumplida" (3 Nefi). Las variaciones en los versículos subsiguientes son el resultado de esta diferencia entre el cumplimiento esperado (Mateo) y el cumplimiento efectuado (3 Nefi). En lugar de la fuerte analogía relacionada con el acto de echar fuera un ojo o cortar la mano que comete iniquidad (Mateo), leemos: "He aquí, os doy el mandamiento de no permitir que ninguna de estas cosas entre en vuestro corazón. Porque mejor es que os abstengáis de estas cosas, tomando así vuestra cruz, que ser arrojados en el infierno" (3 Nefi). Tras los ejemplos ilustrativos de la forma en que los requisitos del evangelio reemplazan los de la ley, la narración nefita presenta este espléndido resumen: "Por tanto, estas cosas que existían en la antigüedad, que se hacían bajo la ley, se han cumplido todas en mí. Las cosas antiguas han pasado, y todo se ha renovado. Por tanto, quisiera que fueseis perfectos como yo, o como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto." En la narración del Sermón según S. Mateo, hallamos pocas distinciones entre los preceptos dirigidos a la multitud en general y las instrucciones dadas particularmente a los Doce. De manera que suponemos que en Mateo 6:25-34 se habló a los apóstoles, porque ellos, no el pueblo en general habrían de dejar a un lado toda actividad mundana; pero en el sermón pronunciado a los nefitas se aclara la distinción, de esta manera: "Y aconteció que cuando Jesús hubo pronunciado estas palabras, miró hacia los doce que había elegido, y les dijo: Acordaos de las palabras que he hablado. Porque he aquí, vosotros sois los que he escogido para ejercer el ministerio entre este pueblo. Os digo, pues: No os afanéis por vuestra vida, sobre lo que habéis de comer o lo que habéis de beber; ni tampoco por vuestro cuerpo, sobre lo que habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?" (Véase 3 Nefi 13:25-34) El capítulo 7 de S. Mateo empieza con las palabras: "No juzguéis, para que no seáis juzgados," sin ninguna indicación si ha de tener aplicación general o especial. En cambio, el capítulo 14 de Tercer Nefi comienza en esta forma: "Y aconteció que después de haber pronunciado estas palabras, Jesús se volvió de nuevo hacia la multitud, y abriendo otra vez su boca, les dijo: No juzguéis, para que no seáis juzgados." Sinceramente se recomienda a todo estudiante una comparación cuidadosa, versículo por versículo, del Sermón del Monte según S. Mateo, y el 384
discurso del Señor resucitado a su pueblo sobre el continente occidental. 3. Bautismos entre los nefitas después de la visita del Señor.— Leemos que antes de la segunda aparición de Cristo a los nefitas, los doce discípulos escogidos se bautizaron. (3 Nefi 19:10-13) Estos hombres indudablemente se habían bautizado antes, pues se había facultado a Nefi no sólo para bautizar a otros, sino ordenarlos con la autoridad necesaria para efectuar bautismos (3 Nefi 7:23-26). El bautismo de los discípulos en la mañana de la segunda visita del Salvador fue una reiteración de la ordenanza, es decir, fueron rebautizados para renovar sus convenios y confesar su fe en el Señor Jesús. Es posible que en los previos bautismos nefitas haya habido alguna irregularidad en la manera, o impropiedad en el espíritu de administrar la ordenanza; pues como ya hemos visto, el Señor, al dar sus instrucciones concernientes al bautismo, mandó al pueblo que no hubiera más disputas entre ellos en este respecto. (3 Nefi 11:28-33) En lo concerniente a un segundo o posteriores bautismos, el autor ha escrito (véase Artículos de Fe, págs. 158-160) substancialmente lo siguiente en otra parte: Las Escrituras citan pocos ejemplos de personas que hayan sido rebautizadas, y en cada uno de estos casos se manifiestan las circunstancias especiales que justificaron tal hecho. Así pues, leemos que Pablo bautizó a ciertos discípulos en Efeso, aunque ya habían sido sumergidos en el agua según la manera del bautismo de Juan. Pero en este caso el apóstol evidentemente estaba convencido de que el bautismo no se había efectuado con la autoridad debida, o que no se había instruido propiamente a los creyentes sobre la importancia de la ordenanza. Cuando puso a prueba la eficacia de su bautismo, preguntando: "¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?," ellos respondieron: "Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo." Con sorpresa aparente les preguntó entonces: "¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús." (Véase Hech. 19:1-6) Actualmente se permite en la Iglesia una repetición del rito bautismal de una persona solamente de acuerdo con ciertas condiciones particulares. Por ejemplo, si uno que ha entrado en la Iglesia por el bautismo se aparta de ella, o es excomulgado, y entonces se arrepiente y desea volver a ser miembro, sólo por medio del bautismo puede lograrlo. Sin embargo, esto solamente constituye una repetición de la ordenanza iniciativa cual se le administró previamente. No hay en la Iglesia ninguna ordenanza de "rebautizar" que sea distinta en naturaleza, forma o propósito del bautismo anterior; por tanto, cuando se administra el bautismo a una persona que ha sido bautizada previamente, la forma de la ceremonia es exactamente igual que en el primer bautismo. 385
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presente d<strong>el</strong>ante d<strong>el</strong> mundo y es conocida como EL LIBRO DE MORMON.<br />
NOTAS AL CAPITULO 39.<br />
1. El país de Abundancia.—Comprendía la parte norte de la América d<strong>el</strong> Sur y se extendía hasta<br />
<strong>el</strong> Istmo de Panamá. Hacia <strong>el</strong> norte colindaba con <strong>el</strong> País de Desolación, que comprendía la América<br />
Central, y en la última parte de la historia nefita era una extensión indefinida al norte d<strong>el</strong> Istmo. El<br />
continente sudamericano generalmente es conocido en <strong>el</strong> Libro de Mormon como <strong>el</strong> País de Nefi.<br />
2. Las versiones judía y nefita d<strong>el</strong> "Sermón d<strong>el</strong> Monte."—Como se indica en <strong>el</strong> texto, uno de<br />
los contrastes más impresionantes entre <strong>el</strong> Sermón d<strong>el</strong> Monte y la virtual repetición d<strong>el</strong> mismo tema<br />
por parte de nuestro Señor cuando visitó a los nefitas, es <strong>el</strong> de las profecías concernientes al<br />
cumplimiento de la ley de Moisés en <strong>el</strong> primer discurso, y la afirmación absoluta en <strong>el</strong> segundo, de que<br />
la ley se había cumplido. En las Bienaventuranzas aparecen ciertas diferencias, en cada una de las<br />
cuales <strong>el</strong> sermón nefita es más explícito. De manera que en lugar de: "Bienaventurados los pobres en<br />
espíritu" (Mateo 5:3), leemos: "Bien aventurados los pobres de espíritu que vienen a mí" (3 Nefi 12:3).<br />
En lugar de: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque <strong>el</strong>los serán saciados"<br />
(Mateo), leemos: "Y bienaventurados todos los que padecen hambre y sed de justicia, porque <strong>el</strong>los<br />
serán llenos d<strong>el</strong> Espíritu Santo" (3 Nefi). En lugar de: "Bienaventurados los que padecen<br />
persecución por causa de la justicia" (Mateo), leemos: "Bien aventurados todos los que son<br />
perseguidos por causa de mi nombre" (3 Nefi). En lugar d<strong>el</strong> difícil pasaje: "Vosotros sois la sal de la<br />
tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada?" (Mateo), tenemos la expresión más clara:<br />
"Os concedo ser la sal de la tierra; pero si la sal perdiere su sabor, ¿con qué será salada la tierra?" (3<br />
Nefi). Y como ya se ha dicho, en lugar de: "Ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se<br />
haya cumplido" (Mateo), tenemos: "Ni una jota ni una tilde ha pasado de la ley, sino que en mi toda ha<br />
sido cumplida" (3 Nefi). Las variaciones en los versículos subsiguientes son <strong>el</strong> resultado de esta<br />
diferencia entre <strong>el</strong> cumplimiento esperado (Mateo) y <strong>el</strong> cumplimiento efectuado (3 Nefi). En lugar<br />
de la fuerte analogía r<strong>el</strong>acionada con <strong>el</strong> acto de echar fuera un ojo o cortar la mano que comete<br />
iniquidad (Mateo), leemos: "He aquí, os doy <strong>el</strong> mandamiento de no permitir que ninguna de estas<br />
cosas entre en vuestro corazón. Porque mejor es que os abstengáis de estas cosas, tomando así vuestra<br />
cruz, que ser arrojados en <strong>el</strong> infierno" (3 Nefi). Tras los ejemplos ilustrativos de la forma en que los<br />
requisitos d<strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io reemplazan los de la ley, la narración nefita presenta este espléndido<br />
resumen: "Por tanto, estas cosas que existían en la antigüedad, que se hacían bajo la ley, se han<br />
cumplido todas en mí. Las cosas antiguas han pasado, y todo se ha renovado. Por tanto, quisiera que<br />
fueseis perfectos como yo, o como vuestro Padre que está en los ci<strong>el</strong>os es perfecto."<br />
En la narración d<strong>el</strong> Sermón según S. Mateo, hallamos pocas distinciones entre los preceptos<br />
dirigidos a la multitud en general y las instrucciones dadas particularmente a los Doce. De manera que<br />
suponemos que en Mateo 6:25-34 se habló a los apóstoles, porque <strong>el</strong>los, no <strong>el</strong> pueblo en general<br />
habrían de dejar a un lado toda actividad mundana; pero en <strong>el</strong> sermón pronunciado a los nefitas se<br />
aclara la distinción, de esta manera: "Y aconteció que cuando Jesús hubo pronunciado estas palabras,<br />
miró hacia los doce que había <strong>el</strong>egido, y les dijo: Acordaos de las palabras que he hablado. Porque he<br />
aquí, vosotros sois los que he escogido para ejercer <strong>el</strong> ministerio entre este pueblo. Os digo, pues: No<br />
os afanéis por vuestra vida, sobre lo que habéis de comer o lo que habéis de beber; ni tampoco por<br />
vuestro cuerpo, sobre lo que habéis de vestir. ¿No es la vida más que <strong>el</strong> alimento, y <strong>el</strong> cuerpo más que<br />
<strong>el</strong> vestido?" (Véase 3 Nefi 13:25-34) El capítulo 7 de S. Mateo empieza con las palabras: "No<br />
juzguéis, para que no seáis juzgados," sin ninguna indicación si ha de tener aplicación general o<br />
especial. En cambio, <strong>el</strong> capítulo 14 de Tercer Nefi comienza en esta forma: "Y aconteció que después<br />
de haber pronunciado estas palabras, Jesús se volvió de nuevo hacia la multitud, y abriendo otra vez su<br />
boca, les dijo: No juzguéis, para que no seáis juzgados." Sinceramente se recomienda a todo estudiante<br />
una comparación cuidadosa, versículo por versículo, d<strong>el</strong> Sermón d<strong>el</strong> Monte según S. Mateo, y <strong>el</strong><br />
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