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que <strong>el</strong> Señor aparecería entre <strong>el</strong>los después de su resurrección y ascensión.<br />
Obedeciendo sus instrucciones, la gente se levantó y se acercó a El; y uno por uno vio y palpó las<br />
marcas de los clavos en sus manos y pies, y la herida de la lanza en su costado. En un arrebato de<br />
veneración, clamaron unánimes: "¡Hosannal ¡Bendito sea <strong>el</strong> nombre d<strong>el</strong> Más Alto Dios!" Entonces<br />
cayeron a los pies de Jesús y lo adoraron.<br />
Llamando a Nefi y once más a su lado, <strong>el</strong> Señor les dio la autoridad para bautizar al pueblo<br />
después de su partida, y prescribió la manera de bautizar, amonestando particularmente que no hubiera<br />
disputas en <strong>el</strong> asunto, o alteración en la manera indicada, como lo hacen constar sus palabras:<br />
"De cierto os digo que de este modo bautizaréis a quien se arrepintiere de sus pecados a causa de<br />
vuestras palabras, y deseare ser bautizado en mi nombre: He aquí, iréis y entraréis en <strong>el</strong> agua, y en mi<br />
nombre lo bautizaréis. Y he aquí las palabras que pronunciaréis, llamando a cada uno por su nombre:<br />
Habiéndosemedado autoridad de Jesucristo, yo te bautizo en <strong>el</strong> nombre d<strong>el</strong> Padre, y d<strong>el</strong> Hijo, y d<strong>el</strong><br />
Espíritu Santo. Amén. Y entonces lo sumergiréis en <strong>el</strong> agua, y volveréis a salir d<strong>el</strong> agua. Y de esta<br />
manera bautizaréis en mi nombre, porque he aquí, de cierto os digo que <strong>el</strong> Padre, <strong>el</strong> Hijo y <strong>el</strong> Espíritu<br />
Santo son uno. Y yo soy en <strong>el</strong> Padre, y <strong>el</strong> Padre en mí, <strong>el</strong> Padre y yo somos uno. Y de acuerdo con lo<br />
que os he mandado, así bautizaréis; y no habrá disputas entre vosotros, como hasta ahora ha habido; ni<br />
habrá controversias entre vosotros sobre los puntos de mi doctrina, como hasta aquí las ha habido."<br />
Impresionantemente se amonestó al pueblo en general, y en forma particular a los Doce, llamados<br />
en la forma ya indicada, que no contendieran sobre asuntos de doctrina, porque tal espíritu, según les<br />
fue declarado, era d<strong>el</strong> diablo, "que es <strong>el</strong> padre de las contenciones". En sencilla, y a la vez<br />
comprensiva síntesis, se declaró la doctrina de Jesucristo en estas palabras:<br />
"He aquí, en verdad, en verdad os digo que os declararé mi doctrina. Y ésta es mi doctrina, y es la<br />
doctrina que <strong>el</strong> Padre me ha dado; y yo doy testimonio d<strong>el</strong> Padre, y <strong>el</strong> Padre da testimonio de mí, y <strong>el</strong><br />
Espíritu Santo lo da d<strong>el</strong> Padre y de mí; y yo testifico que <strong>el</strong> Padre manda todos los hombres, en todo<br />
lugar, que se arrepientan y crean en mí. Y <strong>el</strong> que creyere en mí, y se bautizare, se salvará; y éstos son<br />
los que heredarán <strong>el</strong> reino de Dios. Y <strong>el</strong> que no creyere en mí, ni fuere bautizado, se condenará."<br />
El arrepentimiento, y la humildad semejante a la d<strong>el</strong> niño inocente y sin malicia, habrían de ser los<br />
requisitos indispensables para <strong>el</strong> bautismo, sin <strong>el</strong> cual nadie podrá heredar <strong>el</strong> reino de Dios. Con la<br />
exactitud y sencillez que habían caracterizado sus enseñanzas en Palestina, <strong>el</strong> Señor dio estas<br />
instrucciones a los Doce recién nombrados:<br />
"De cierto, de cierto os digo que ésta es mi doctrina; y los que edifican sobre esto, edifican sobre<br />
mi roca, y las puertas d<strong>el</strong> infierno no prevalecerán en contra de <strong>el</strong>los. Y aqu<strong>el</strong>los que declaren más o<br />
menos que esto, y lo establezcan como mi doctrina, tales proceden d<strong>el</strong> mal, y no están fundados sobre<br />
mi roca, sino que edifican sobre cimientos de arena, y las puertas d<strong>el</strong> infierno estarán abiertas para<br />
recibirlos cuando vengan las inundaciones y los azoten los vientos. Por tanto, id a este pueblo, y<br />
declarad hasta los extremos de la tierra las palabras que he hablado."<br />
Entonces volviéndose a los de la multitud, Jesús les amonestó que prestaran atención a las<br />
enseñanzas de los Doce, y continuó con un discurso en <strong>el</strong> cual incorporó los sublimes principios que<br />
había enseñado a los judíos en <strong>el</strong> Sermón d<strong>el</strong> Monte. Se presentaron las Bienaventuranzas, <strong>el</strong><br />
Padrenuestro y <strong>el</strong> mismo espléndido conjunto de preceptos ennoblecedores. En ambas versiones de<br />
esta disertación sin paral<strong>el</strong>o, así la de Mateo como la de Nefi, aparece <strong>el</strong> mismo caudal de<br />
comparaciones eficaces e ilustraciones adecuadas; pero se nota una diferencia significativa en cada<br />
referencia que se hace al cumplimiento de la ley mosaica, porque donde en las Escrituras judías las<br />
palabras d<strong>el</strong> Señor indican un cumplimiento entonces incompleto, las expresiones correspondientes en<br />
la r<strong>el</strong>ación nefita se hallan en tiempo pasado, en vista de que la ley había quedado enteramente<br />
cumplida mediante la muerte y la resurrección de <strong>Cristo</strong>. De modo que Jesús dijo a los judíos: "Porque<br />
de cierto os digo que hasta que pasen <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta<br />
que todo se haya cumplido"; pero a los nefitas: "Porque en verdad os digo que ni una jota ni una tilde<br />
ha pasado de la ley, sino que en mí toda ha sido cumplida."<br />
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