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LA INVESTIDURA DEL ESPÍRITU SANTO.<br />
Al llegar <strong>el</strong> Pentecostés, que caía en <strong>el</strong> quincuagésimo día después de la Pascua,' y en esta ocasión<br />
particular ocurrió unos nueve días después de la ascensión de <strong>Cristo</strong>, los apóstoles "estaban todos<br />
unánimes juntos", ocupados en sus devociones acostumbradas y esperando, de acuerdo con sus<br />
instrucciones, hasta que fueran bendecidos con una investidura particular de poder de lo alto. 3 El<br />
prometido bautismo de fuego y d<strong>el</strong> Espíritu Santo vino sobre <strong>el</strong>los en esa ocasión. "De repente vino<br />
d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o un estruendo como de un viento recio que soplaba, <strong>el</strong> cual llenó toda la casa donde estaban<br />
sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de <strong>el</strong>los.<br />
Y fueron todos llenos d<strong>el</strong> Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según <strong>el</strong> Espíritu les<br />
daba que hablasen."<br />
El "estruendo como de un viento recio que soplaba" k se oyó por todos lados, y se reunió una<br />
multitud alrededor de la casa. Los que se hallaban adentro habían presenciado la manifestación visible<br />
de "lenguas repartidas como de fuego" que se asentó sobre cada uno de los Doce, pero aparentemente<br />
no fue así con los que se habían congregado. Al hablar los apóstoles a la multitud, se efectuó un gran<br />
milagro, "porque cada uno les oía hablar en su propia lengua", y los apóstoles, ahora ricamente<br />
capacitados, se expresaban en muchas lenguas, de acuerdo con lo que les daba <strong>el</strong> Espíritu Santo que<br />
los había investido. Se hallaban presentes hombres de muchas tierras y de muchas naciones, todos de<br />
idiomas distintos. Unos de <strong>el</strong>los exclamaron asombrados: "Mirad, ¿no son gali-leos todos estos que<br />
hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?"<br />
Mientras que por una parte hubo muchos que se sintieron impresionados por la preternatural habilidad<br />
de los hermanos, otros se burlaron, diciendo que aqu<strong>el</strong>los hombres estaban borrachos. Este ejemplo de<br />
incitación satánica a hablar intempestivamente ilustra en manera especial una incongruencia e<br />
ineptitud irreflexiva. Las bebidas alcohólicas nunca le traen la prudencia a un hombre, antes lo privan<br />
de sus sentidos y lo convierten en un necio.<br />
Entonces Pedro, en calidad de presidente de los Doce, se puso de pie, y proclamó en defensa de él<br />
y sus hermanos: "Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis<br />
palabras. Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera d<strong>el</strong> día."<br />
Era costumbre judía, particularmente en días festivos, abstenerse de toda comida y bebida hasta<br />
después de efectuarse <strong>el</strong> servicio matutino en la sinagoga, usualmente a la hora tercera, o sea a las<br />
nueve de la mañana. El apóstol citó las profecías antiguas en las cuales estaba contenida la promesa de<br />
Jehová, de que derramaría su Espíritu sobre toda carne, a tal grado que se efectuarían prodigios como<br />
los que estaban presenciando aqu<strong>el</strong>los que allí se encontraban. 1 Pedro entonces osadamente testificó<br />
acerca de Jesús de Na-zaret, a quien él calificó de ser "varón aprobado por Dios entre vosotros con las<br />
maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos<br />
sabéis"; y recordándoles con sinceridad acusadora <strong>el</strong> terrible crimen d<strong>el</strong> cual hasta cierto grado fueron<br />
cómplices, continuó diciendo: "A éste, entregado por <strong>el</strong> determinado consejo y anticipado<br />
conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; al cual Dios<br />
levantó, su<strong>el</strong>tos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por <strong>el</strong>la."<br />
Citando la inspirada exclamación d<strong>el</strong> Salmista, que había cantado con jubiloso acento acerca d<strong>el</strong> alma<br />
que no sería dejada en <strong>el</strong> infierno, y de la carne que no vería corrupción, Simón Pedro mostró cómo se<br />
aplicaban estas Escrituras al <strong>Cristo</strong>, y afirmó intrépidamente: "A este Jesús resucitó Dios, de lo cual<br />
todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido d<strong>el</strong> Padre<br />
la promesa d<strong>el</strong> Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís." Con un fervor cada vez<br />
mayor, sin temor a sus burlas o violencia, y haciendo llegar hasta <strong>el</strong> corazón de sus extasiados oyentes<br />
<strong>el</strong> espantoso hecho de su culpabilidad, <strong>el</strong> apóstol proclamó como con voz de trueno: "Sepa, pues,<br />
ciertísimamente toda la casa de Isra<strong>el</strong>, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha<br />
hecho Señor y <strong>Cristo</strong>."<br />
Fue imposible resistir <strong>el</strong> poder d<strong>el</strong> Espíritu Santo, <strong>el</strong> cual inculcó la convicción en toda alma<br />
sincera. Los que escuchaban fueron compungidos de corazón, y con almas contritas exclamaron a los<br />
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