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su Maestro. Los otros dejaron la nave y entraron en una barca pequeña que remaron a tierra,<br />
arrastrando la pesada red llena de peces. Al llegar a la playa vieron unas brazas puestas y un pez<br />
encima de <strong>el</strong>las, y a un lado un abastecimiento de pan. Jesús les mandó que trajeran de los peces que<br />
acababan de pescar, instrucción que <strong>el</strong> fornido Pedro obedeció, entrando en <strong>el</strong> agua y sacando la red a<br />
tierra. La pesca, al ser contada, contenía ciento cincuenta y tres peces grandes; y <strong>el</strong> narrador añade<br />
significativamente que "aun siendo tantos, la red no se rompió".<br />
Entonces Jesús dijo: "Venid, comed"; y en calidad de Huésped, dividió y repartió <strong>el</strong> pan y <strong>el</strong><br />
pescado. No nos es dicho si comió con sus invitados. Todos sabían que era <strong>el</strong> Señor quien los atendía<br />
tan hospitalariamente; y sin embargo, en esta ocasión, así como otras en que apareció en su estado<br />
resucitado, había en El un porte que infundía asombro y cohibición. De buena gana lo habrían<br />
interrogado, pero no se atrevieron. Juan nos dice que "ésta era ya la tercera vez que Jesús se<br />
manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos"; y de <strong>el</strong>lo entendemos que<br />
fue la tercera ocasión en que <strong>Cristo</strong> se manifestó al grupo completo o parcial de los apóstoles; porque,<br />
contando también la aparición a María Magdalena, a las otras mujeres y a los dos discípulos que iban<br />
por <strong>el</strong> camino, esta fue, según las Escrituras, la séptima aparición d<strong>el</strong> Señor resucitado.<br />
Terminada la comida, "Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?"<br />
La pregunta, por bondadoso <strong>el</strong> tono con que se hizo, debe haberle partido <strong>el</strong> corazón a Pedro, pues le<br />
recordaba su osada pero inconstante afirmación: "Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me<br />
escandalizaré"; y entonces había negado conocer siquiera al hombre. d Pedro contestó humildemente a<br />
la interrogación d<strong>el</strong> Maestro: "Sí, Señor; tú sabes que te amo." Entonces le dijo Jesús: "Apacienta mis<br />
corderos." Se volvió a repetir la pregunta, y Pedro contestó en la misma forma, a lo cual <strong>el</strong> Señor<br />
respondió: "Pastorea mis ovejas." Y por tercera vez Jesús preguntó: "Simón, hijo de Jonás, ¿me<br />
amas?" Pedro se sintió herido y apenado por esta reiteración, pensando tal vez que <strong>el</strong> Señor no tenía<br />
confianza en él. Pero así como tres veces había negado, ahora se le dio la oportunidad de hacer esta<br />
triple confesión. A la interrogación que por tres veces se le había hecho, Pedro respondió: "Señor, tú<br />
lo sabes todo, tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas."<br />
La comisión "apacienta mis ovejas" fue no sólo una confirmación de la confianza d<strong>el</strong> Señor, sino<br />
de la realidad de la presidencia de Pedro entre los apóstoles. Enfáticamente había anunciado su<br />
disposición de seguir a su Maestro aun hasta la cárc<strong>el</strong> y la muerte. Y <strong>el</strong> Señor, que ahora había muerto<br />
ya, le dijo: "De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas donde querías; mas<br />
cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras." Juan<br />
entonces nos informa que <strong>el</strong> Señor habló de esta manera para señalar la muerte con la cual Pedro<br />
tomaría su lugar entre los mártires. La analogía indica que había de ser crucificado, y nunca se ha<br />
refutado la historia tradicional de que así fue como Pedro s<strong>el</strong>ló su testimonio d<strong>el</strong> <strong>Cristo</strong>.<br />
Después de lo anterior <strong>el</strong> Señor dijo a Pedro: "Sigúeme." El significado de este mandamiento fue<br />
actual así como futuro. Apartándose de los otros que se encontraban en la playa, <strong>el</strong> hombre acompañó<br />
a Jesús, así como poco después siguió a su Señor hasta la cruz. Indudablemente Pedro comprendió la<br />
referencia a su martirio, pues así lo indican sus escritos en años posteriores. 6 Mientras <strong>Cristo</strong> y Pedro<br />
caminaban juntos, éste, mirando hacia atrás, vio que Juan los seguía, y preguntó: "Señor, ¿y qué de<br />
este?" Pedro deseaba penetrar lo futuro para conocer la suerte de su compañero, si Juan también habría<br />
de morir por la fe. El Señor respondió: "Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sigúeme<br />
tú." Fue una amonestación dada a Pedro de cumplir con sus propios deberes y seguir al Maestro por<br />
dondequiera que <strong>el</strong> camino lo llevara.<br />
Refiriéndose a sí mismo, Juan añade: "Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que<br />
aqu<strong>el</strong> discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: "Si quiero que él quede hasta<br />
que yo venga, ¿qué a ti?" La rev<strong>el</strong>ación moderna atestigua que Juan todavía vive en su estado<br />
corporal, y que permanecerá en la carne hasta <strong>el</strong> aún futuro advenimiento d<strong>el</strong> Señor. f Acompañado de<br />
Pedro y de Santiago, sus compañeros martirizados y resucitados, "<strong>el</strong> discípulo a quien amaba Jesús" ha<br />
oficiado en la restauración d<strong>el</strong> Santo Apostolado en esta dispensación d<strong>el</strong> cumplimiento de los<br />
tiempos.<br />
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