03.05.2015 Views

Jesus el Cristo - Cumorah.org

Jesus el Cristo - Cumorah.org

Jesus el Cristo - Cumorah.org

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

CAPITULO 37<br />

LA RESURRECCIÓN Y LA ASCENSIÓN<br />

"HA RESUCITADO"<br />

E L sábado, día de reposo de los judíos, había pasado, y empezaban a desvanecerse las sombras de<br />

la noche ante la alborada d<strong>el</strong> domingo más memorable de toda la historia, y mientras tanto la guardia<br />

romana vigilaba <strong>el</strong> sepulcro s<strong>el</strong>lado dentro d<strong>el</strong> cual yacía <strong>el</strong> cuerpo d<strong>el</strong> Señor Jesús. Estando todavía<br />

obscuro, la tierra empezó a temblar; un áng<strong>el</strong> d<strong>el</strong> Señor descendió en gloria, quitó la inmensa piedra de<br />

la entrada d<strong>el</strong> sepulcro y se sentó sobre <strong>el</strong>la. Su aspecto brillaba como un r<strong>el</strong>ámpago y sus vestidos<br />

eran blancos como la nieve. Los soldados, paralizados de temor, cayeron a tierra y se quedaron como<br />

muertos. Cuando se hubieron recobrado parcialmente de su espanto, huyeron aterrados d<strong>el</strong> sitio. Ni<br />

aun <strong>el</strong> rigor de la disciplina romana, que decretaba una muerte sumaria a todo soldado que desertaba<br />

su puesto, pudo detenerlos. Además, ya no había qué vigilar; <strong>el</strong> s<strong>el</strong>lo de autoridad fue hecho pedazos,<br />

y <strong>el</strong> sepulcro se hallaba abierto y vacío.<br />

Al manifestarse las primeras señales de la aurora, la devota María Magdalena y las otras fi<strong>el</strong>es<br />

mujeres se dirigieron al sepulcro, llevando especias y ungüentos que habían preparado para acabar de<br />

embalsamar <strong>el</strong> cuerpo de Jesús. Algunas de <strong>el</strong>las habían presenciado <strong>el</strong> sep<strong>el</strong>io y visto la prisa forzosa<br />

con que José y Nicodemo habían envu<strong>el</strong>to <strong>el</strong> cuerpo momentos antes que empezara <strong>el</strong> día de reposo; y<br />

ahora estas piadosas mujeres llegaron temprano para prestar sus servicios cariñosos mediante una<br />

unción y embalsamamiento externo y más completo d<strong>el</strong> cuerpo. Mientras se dirigían, conversando<br />

tristemente, parece que por primera vez se dieron cuenta de la dificultad que tendrían para entrar en <strong>el</strong><br />

sepulcro "¿Quién nos removerá la piedra de la entrada d<strong>el</strong> sepulcro?"—se preguntaban unas a otras.<br />

Evidentemente nada sabían d<strong>el</strong> s<strong>el</strong>lo ni de la guardia. Al llegar a la tumba vieron al áng<strong>el</strong>, y tuvieron<br />

miedo. "Mas <strong>el</strong> áng<strong>el</strong>, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis<br />

a Jesús, <strong>el</strong> que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved <strong>el</strong> lugar donde<br />

fue puesto <strong>el</strong> Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va<br />

d<strong>el</strong>ante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho."<br />

Las mujeres, aun cuando favorecidas con esta visita y afirmación angélicas, se alejaron de allí<br />

maravilladas y espantadas. Parece que María Magdalena fue la primera en llevar la noticia de la tumba<br />

vacía a los discípulos. No había comprendido <strong>el</strong> gozoso significado de la proclamación d<strong>el</strong> áng<strong>el</strong>: "Ha<br />

resucitado, como dijo". En su agonía de amor y aflicción solamente se acordaba de las palabras: "No<br />

está aquí", la verdad de las cuales se había grabado tan impresionantemente en <strong>el</strong>la tras una mirada<br />

rápida hacia <strong>el</strong> sepulcro abierto y vacío. "Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo,<br />

aqu<strong>el</strong> al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado d<strong>el</strong> sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han<br />

puesto."<br />

Pedro y <strong>el</strong> "otro discípulo", indudablemente Juan, se dirigieron en <strong>el</strong> acto hacia <strong>el</strong> sepulcro,<br />

corriendo juntos. Juan corrió más aprisa que su compañero, y al llegar a la tumba se bajó a mirar, y vio<br />

los lienzos en <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o; pero Pedro, osado e impetuoso, entró en <strong>el</strong> sepulcro, seguido d<strong>el</strong> apóstol más<br />

joven. Los dos vieron los lienzos y, en un lugar aparte, <strong>el</strong> sudario que había estado sobre la cabeza de<br />

Jesús. Juan francamente afirma que habiendo visto estas cosas, creyó; y explica, hablando por sí<br />

mismo y los demás apóstoles: "Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario<br />

que él resucitase de los muertos."<br />

La afligida Magdalena siguió a los dos apóstoles hasta <strong>el</strong> lugar de la sepultura. No parece que<br />

había dado cabida en su corazón herido de pesar al concepto de la restauración de la vida d<strong>el</strong> Señor;<br />

sólo sabía que <strong>el</strong> cuerpo de su querido Maestro había desaparecido. Mientras Pedro y Juan se<br />

encontraban dentro d<strong>el</strong> sepulcro, <strong>el</strong>la había permanecido afuera llorando. Cuando se hubieron ido,<br />

María se inclinó para mirar dentro de la cueva labrada en la roca, y vio allí a dos personajes, áng<strong>el</strong>es<br />

355

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!