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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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¿Cuál fue la causa de .la debilidad de Pilato? Era <strong>el</strong> representante d<strong>el</strong> Emperador, <strong>el</strong> procurador<br />

imperial, facultado para crucificar o salvar; oficialmente era un autócrata. Su convencimiento de la<br />

inocencia de <strong>Cristo</strong> y su deseo de salvarlo de la cruz son incontrovertibles. ¿Por qué, pues, titubeó,<br />

dudó, vaciló y por último dio su consentimiento a lo que su conciencia y su voluntad no aceptaban?<br />

Porque al fin y al cabo Pilato era esclavo más bien que hombre libre. Era siervo de su pasado. Sabía<br />

que si se presentaba en Roma una queja en contra de él, le echarían en cara su corrupción y<br />

cru<strong>el</strong>dades, sus extorsiones y las muertes que había ordenado sin justificación. Era <strong>el</strong> gobernador<br />

romano, pero <strong>el</strong> pueblo sobre <strong>el</strong> cual ejercía su autoridad oñcial se d<strong>el</strong>eitaba en verlo acobardarse,<br />

cuando sobre su cabeza se chasqueaba, con fuertes estallidos, <strong>el</strong> látigo de la amenaza de un informe<br />

desfavorable acerca de él a Tiberio, su amo imperial.<br />

JUDAS ISCARIOTE.<br />

Cuando Judas Iscariote vio cuán terriblemente eficaz había sido <strong>el</strong> resultado de su traición, le<br />

sobrevino un remordimiento frenético. Durante <strong>el</strong> juicio d<strong>el</strong> <strong>Cristo</strong> ante las autoridades judías, con su<br />

consiguiente humillación y cru<strong>el</strong>dades, <strong>el</strong> traidor había visto la gravedad de su acto; y cuando <strong>el</strong><br />

sumiso Sufridor fue entregado a los romanos y se convirtió en realidad la fatal consumación, la<br />

enormidad de su crimen llenó a Judas de un horror indescriptible. Entrando intempestivamente en la<br />

presencia de los principales sacerdotes y ancianos, mientras se hacían los arreglos finales para la<br />

crucifixión d<strong>el</strong> Señor, Judas imploró a los oficiales sacerdotales que aceptaran <strong>el</strong> maldito dinero que le<br />

habían pagado, clamando con agonía desesperada: "Yo he pecado entregando sangre inocente." Quizá<br />

vagamente esperaba una palabra compasiva de aqu<strong>el</strong>los conspiradores, en cuyas inicuamente hábiles<br />

manos había sido tan presto y útil instrumento; posiblemente creía que su confesión contendría la<br />

corriente de la iniquidad de aqu<strong>el</strong>los hombres, y que pedirían la abrogación de la sentencia. Pero los<br />

magistrados de Isra<strong>el</strong> lo rechazaron con desprecio. "Qué nos importa a nosotros?—le dijeron<br />

sarcásticamente—¡Allá tú!" Les había sido útil; le habían pagado su precio; no querían volver a ver su<br />

cara; y despiadadamente lo arrojaron de nuevo a las tinieblas hostigadoras de su conciencia<br />

enloquecida. Llevando todavía en sus manos la bolsa de plata, recuerdo demasiado real de su terrible<br />

pecado, corrió al templo, penetrando hasta los recintos reservados para los sacerdotes, y arrojó las<br />

piezas de plata sobre <strong>el</strong> piso d<strong>el</strong> santuario. Entonces, bajo <strong>el</strong> impulso instigador de su amo, <strong>el</strong> diablo, al<br />

cual se había vendido en cuerpo y alma, fue y se ahorcó.<br />

Los principales sacerdotes recogieron las piezas de plata, y con escrupulosidad sacrilega<br />

convocaron un concilio solemne para determinar lo que debían hacer con <strong>el</strong> "precio de sangre". Como<br />

les pareció ilícito depositar aqu<strong>el</strong> dinero mancillado en la tesorería sagrada, compraron con él cierto<br />

barrizal, en otro tiempo propiedad de un alfarero, precisamente <strong>el</strong> sitio donde Judas se había suicidado.<br />

Apartaron este terreno para que sirviera de sepultura a los extranjeros, forasteros y paganos, y <strong>el</strong><br />

cuerpo de Judas, traidor de <strong>Cristo</strong>, probablemente fue <strong>el</strong> primero en ser enterrado allí. Y se dio a ese<br />

campo <strong>el</strong> nombre de "Acéldama" que quiere decir, "Campo de Sangre".<br />

NOTAS AL CAPITULO 34.<br />

1. Anas y su entrevista con Jesús.—"No hay otra persona mejor conocida que Anas en la historia<br />

judía contemporánea; ninguno es considerado más afortunado o venturoso, pero al mismo tiempo más<br />

generalmente abominado, que <strong>el</strong> anterior sumo sacerdote. Desempeñó <strong>el</strong> pontificado solamente seis o<br />

siete años; pero no menos que cinco de sus hijos, además de Caifas su hijo político y un nieto,<br />

ocuparon <strong>el</strong> puesto. Y en aqu<strong>el</strong>la época, por lo menos para uno que tenía la disposición de Anas, era<br />

mucho más ventajoso haber sido sumo sacerdote que serlo. Gozaba de toda la dignidad y de toda la<br />

influencia d<strong>el</strong> oficio, pues se hallaba en posición de ad<strong>el</strong>antar a ese cargo a los que más íntimamente<br />

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