03.05.2015 Views

Jesus el Cristo - Cumorah.org

Jesus el Cristo - Cumorah.org

Jesus el Cristo - Cumorah.org

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

tejieron una corona de espinas y la colocaron sobre la cabeza d<strong>el</strong> Sufriente. Le pusieron una caña en<br />

la mano derecha como representación d<strong>el</strong> cetro real, y postrándose ante El en homenaje burlón, lo<br />

saludaban, diciendo: "¡Salve, rey de los judíos!" Arrebatándole la caña, le golpeaban la cabeza<br />

brutalmente con <strong>el</strong>la, incrustando las cru<strong>el</strong>es espinas en su carne temblorosa; lo abofetearon con los<br />

puños y escupieron sobre El con vil y depravado abandono."<br />

Pilato probablemente había estado observando en silencio esta barbarie. La hizo cesar y determinó<br />

intentar una vez más conmover las fuentes de piedad en los judíos, si acaso existía en <strong>el</strong>los. Salió y<br />

dijo a la multitud: "Mirad, os lo traigo fuera, para que entendáis que ningún d<strong>el</strong>ito hallo en él." Era la<br />

tercera proclamación definitiva que <strong>el</strong> gobernador hacía de la inocencia d<strong>el</strong> prisionero. "Y salió Jesús,<br />

llevando la corona de espinas y <strong>el</strong> manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí <strong>el</strong> hombre!"<br />

Parece que Pilato creía que la lastimosa apariencia d<strong>el</strong> <strong>Cristo</strong> azotado y sangrando podría ablandar<br />

<strong>el</strong> corazón de los judíos enfurecidos; pero no surtió tal efecto. Consideremos <strong>el</strong> terrible hecho: ¡Un<br />

incrédulo, un pagano que no conocía a Dios, abogando ante los sacerdotes y pueblo de Isra<strong>el</strong> por la<br />

vida de su Señor y Rey! Cuando los principales sacerdotes y oficiales, insensibles ante <strong>el</strong> cuadro que<br />

estaban presenciando, gritaron con un odio cada vez mayor: "¡Crucifícale! ¡Crucifícale!", Pilato<br />

pronunció la sentencia fatal: "Tomadle vosotros, y crucificadle"; y añadió con énfasis acerbo: "Yo no<br />

hallo d<strong>el</strong>ito en él".<br />

Se recordará que la única acusación que le imputaron a <strong>Cristo</strong> ante <strong>el</strong> gobernador romano fue la de<br />

sedición; los judíos acosadores cuidadosamente habían evitado mencionar siquiera <strong>el</strong> d<strong>el</strong>ito de<br />

blasfemia, ofensa por la cual habían juzgado a Jesús digno de muerte. Ahora que habían arrebatado a<br />

Pilato la pena de crucifixión, descaradamente trataron de aparentar que <strong>el</strong> decreto d<strong>el</strong> gobernador sólo<br />

era la ratificación de su propia sentencia de muerte, de modo que dijeron: "Nosotros tenemos una ley,<br />

y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios." ¿Qué significaba aqu<strong>el</strong>lo? El<br />

impresionante título "Hijo de Dios" hirió más profundamente la conciencia turbada de Pilato. Una vez<br />

más llevó a Jesús al pretorio y le preguntó alarmado: "¿De dónde eres tú?" La interrogación se refería<br />

a que si Jesús era humano o sobrehumano. Una afirmación directa de la divinidad d<strong>el</strong> Señor habría<br />

atemorizado pero no iluminado al gobernador pagano, por tanto, Jesús no respondió. Pilato, más<br />

perplejo todavía, y tal vez un poco ofendido por este aparente desprecio de su autoridad, le exigió una<br />

explicación, diciendo: "¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que<br />

tengo autoridad para soltarte?" A esto Jesús respondió: "Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te<br />

fuese dada de arriba; por tanto, <strong>el</strong> que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene." La posición de uno y<br />

otro quedó invertida: <strong>Cristo</strong> era <strong>el</strong> juez y Pilato <strong>el</strong> objeto de su juicio. Aunque no quedó absu<strong>el</strong>to, <strong>el</strong><br />

romano fue declarado menos culpable que aqu<strong>el</strong> o aqu<strong>el</strong>los que entregaron a Jesús en sus manos y le<br />

habían exigido un decreto injusto.<br />

Aun cuando ya había dictado la sentencia, <strong>el</strong> gobernador todavía buscaba algún medio para<br />

libertar al sumiso Sufridor. Percibiendo las primeras señas de su vacilación, los judíos lo recibieron<br />

con <strong>el</strong> grito: "Si a éste su<strong>el</strong>tas, no eres amigo de César; todo <strong>el</strong> que se hace rey, a César se opone."<br />

Pilato se sentó en <strong>el</strong> tribunal que se hallaba situado en <strong>el</strong> lugar llamado <strong>el</strong> Enlosado o Gabata, fuera d<strong>el</strong><br />

pretorio. Estaba ofendido por causa de aqu<strong>el</strong>los judíos que habían osado insinuar que él no era amigo<br />

de César, insinuación que podría resultar en que una embajada de quejantes se presentase en Roma<br />

para dar un informe falso de él mediante una acusación exagerada. Señalando hacia Jesús, exclamó<br />

con sarcasmo manifiesto: "¡He aquí vuestro rey!" Pero los judíos contestaron con gritos amenazantes y<br />

siniestros: "¡Fuera, fuera, crucifícale!" Recordándoles mordazmente su estado de subyugación<br />

nacional, Pilato les preguntó con ironía más punzante aún: "¿A vuestro rey he de crucificar?"<br />

Y los principales sacerdotes gritaron en alta voz: "No tenemos más rey que César."<br />

Así fue, y así había de ser. El pueblo, que por convenio había aceptado a Jehová como su Rey,<br />

ahora lo rechazaba en persona y no reconocía más soberano que César; y subditos y siervos de César<br />

han sido a través de los siglos. ¡ Cuán lamentable <strong>el</strong> estado d<strong>el</strong> hombre o nación que de corazón y<br />

espíritu no reconoce más rey que a César.<br />

334

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!