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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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nocturna d<strong>el</strong> Sanedrín carecía de validez, porque se nos dice con claridad que "todos <strong>el</strong>los le<br />

condenaron, declarándole ser digno de muerte".<br />

Aparentemente con objeto de dar un vago pretexto de legalidad a su manera de proceder, <strong>el</strong><br />

Sanedrín suspendió sus actividades para reunirse de nuevo en la primeras horas de la mañana. De esta<br />

manera obedecieron técnicamente <strong>el</strong> requisito—que en todo caso en que se decretara la sentencia de<br />

muerte, <strong>el</strong> tribunal habría de oír y juzgar por segunda vez en una sesión posterior—pero<br />

completamente pasaron por alto la disposición igualmente obligatoria de que <strong>el</strong> segundo juicio debía<br />

llevarse a cabo al día siguiente de la primera audiencia. Entre los dos enjuiciamientos, en días<br />

consecutivos, los jueces tenían la obligación de ayunar, orar y dar tranquila y sincera consideración a<br />

la causa d<strong>el</strong>ante de <strong>el</strong>los.<br />

S. Lucas, que ningún^detalle r<strong>el</strong>ata d<strong>el</strong> juicio nocturno de Jesús, es <strong>el</strong> único de los escritores<br />

evangélicos que da una noticia circunstancial de las sesiones d<strong>el</strong> día siguiente. Dice así: "Cuando era<br />

de día, se juntaron los ancianos d<strong>el</strong> pueblo los principales sacerdotes y los escribas, y le trajeron al<br />

concilio." 11 La interpretación que algunas autoridades bíblicas han dado a la expresión, "le trajeron al<br />

concilio", es que <strong>el</strong> Sanedrín condenó a Jesús en <strong>el</strong> sitio señalado d<strong>el</strong> tribunal—Ga-zith o la Sala de<br />

Piedras Labradas—como lo requería la ley de la época; pero se opone a lo anterior la declaración<br />

de Juan, que Jesús fue llevado directamente de Caifas al pretorio romano.<br />

Es probable que en esta sesión efectuada en las primeras horas de la mañana se aprobaron las<br />

medidas irregulares tomadas durante la noche, y se decidieron los detalles de los siguientes pasos que<br />

era necesario dar. Leemos que 'entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a muerte". No<br />

obstante, simularon <strong>el</strong> segundo juicio, cuyos resultados las afirmaciones voluntarias d<strong>el</strong> Prisionero<br />

grandemente facilitaron. No hubo ni sombra de justificación para que los jueces exigieran que <strong>el</strong><br />

Acusado declarara; debían haber examinado de nuevo a los que testificaban en contra de El. La primer<br />

pregunta que le hicieron fue: "¿Eres tú <strong>el</strong> <strong>Cristo</strong>? Dínoslo." El Señor respondió dignamente: "Si os lo<br />

dijere, no creeréis; y también si os preguntare, no me responderéis!, ni me soltaréis. Pero desde ahora<br />

<strong>el</strong> Hijo d<strong>el</strong> Hombre se sentará a la diestra d<strong>el</strong> poder de Dios." Ni la pregunta subentendía, ni la<br />

respuesta daba motivo para su condenación. Toda la nación esperaba al Mesías; y si Jesús decía que El<br />

era, <strong>el</strong> único paso judicial que propiamente se podía dar contra El era investigar los méritos de su<br />

afirmación. Inmediatamente siguió la pregunta decisiva: "¿Luego eres tú <strong>el</strong> Hijo de Dios? Y él les dijo:<br />

Vosotros decís que lo soy. Entonces <strong>el</strong>los dijeron: ¿Qué más testimonio necesitamos? Porque<br />

nosotros mismos lo hemos oído de su boca."*<br />

Jehová fue declarado convicto de blasfemar contra Jehová. El único Ser mortal a quien—por<br />

haber afirmado que poseía atributos y poderes divinos—era imposible imputar <strong>el</strong> terrible crimen de<br />

blasfemia, los jueces de Isra<strong>el</strong> habían condenado por blasfemo. "Todo <strong>el</strong> concilio", expresión que<br />

posiblemente nos da a entender un quorum legal, tomó parte en <strong>el</strong> acto final. Así concluyó <strong>el</strong><br />

impropiamente llamado "juicio" de Jesús ante <strong>el</strong> sumo sacerdote y ancianos 7 de su pueblo. "Muy de<br />

mañana, habiendo tenido consejo los principales sacerdotes con los ancianos, con los escribas y con<br />

todo <strong>el</strong> concilio, llevaron a Jesús atado, y le entregaron a Pilato." 2 Durante las pocas horas que le<br />

quedaban en su estado terrenal, se hallaría en manos de gentiles, traicionado y entregado por los<br />

suyos.<br />

PEDRO NIEGA A SU SEÑOR.<br />

Cuando Jesús fue aprehendido en <strong>el</strong> Jardín de Getse-maní, todos los Once lo abandonaron y<br />

huyeron. No se les debe imputar este hecho como evidencia segura de cobardía, porque <strong>el</strong> Señor había<br />

indicado que lo dejarían solo. Pedro y por lo menos otro de los discípulos siguieron de lejos, y después<br />

que los guardias hubieron entrado en <strong>el</strong> palacio d<strong>el</strong> sumo sacerdote con su prisionero, Pedro también<br />

entró y "se sentó con los alguaciles, para ver <strong>el</strong> fin". El discípulo anónimo que era conocido d<strong>el</strong> sumo<br />

sacerdote, le ayudó a entrar. Con toda probabilidad <strong>el</strong> "otro discípulo" era Juan <strong>el</strong> Amado, como se<br />

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