03.05.2015 Views

Jesus el Cristo - Cumorah.org

Jesus el Cristo - Cumorah.org

Jesus el Cristo - Cumorah.org

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

ni aun la presencia de este visitante sobrenatural pudo desvanecer la terrible angustia de su alma. "Y<br />

estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían<br />

hasta la tierra."<br />

Pedro había vislumbrado <strong>el</strong> tenebroso camino que había declarado estar enteramente dispuesto a<br />

recorrer; y los dos hermanos, Santiago y Juan, ahora podían comprender, más que nunca, cuán<br />

desprevenidos se encontraban, tanto <strong>el</strong> uno como <strong>el</strong> otro, para beber la copa que <strong>el</strong> Señor habría de<br />

apurar hasta las heces.<br />

Cuando volvió por la última vez a los discípulos que había dejado para que vigilaran, Jesús les<br />

dijo: "Dormid ya, y descansad, He aquí ha llegado la hora, y <strong>el</strong> Hijo d<strong>el</strong> Hombre es entregado en<br />

manos de pecadores." No tenía objeto seguir vigilando, pues ya se veían en la distancia las antorchas<br />

de la banda que se aproximaba, encabezada por Judas. Jesús exclamó: "Levantaos, vamos; ved, se<br />

acerca <strong>el</strong> que me entrega." Al lado de los Once, <strong>el</strong> Señor tranquilamente esperó la llegada d<strong>el</strong> traidor.<br />

Para la mente finita, la agonía de <strong>Cristo</strong> en <strong>el</strong> jardín es insondable, tanto en lo que respecta a<br />

intensidad como a causa. Carece de fundamento <strong>el</strong> concepto de que su padecimiento fue provocado<br />

por <strong>el</strong> temor de la muerte. Para El la muerte era <strong>el</strong> paso pr<strong>el</strong>iminar de su resurrección y su triunfante<br />

regreso, no sólo al Padre de quien había venido, sino a un estado de gloria superior aun a la que había<br />

poseído antes; además, en El se hallaba <strong>el</strong> poder para entregar su vida voluntariamente. Luchó y gimió<br />

bajo <strong>el</strong> peso de una carga que ningún otro ser que ha vivido sobre la tierra puede siquiera concebir de<br />

ser posible. No fue <strong>el</strong> dolor físico, ni la angustia mental solamente, lo que lo hizo padecer tan intenso<br />

tormento que produjo una emanación de sangre de cada poro, sino una agonía espiritual d<strong>el</strong> alma que<br />

sólo Dios era capaz de conocer. Ningún otro hombre, no importa cuan poderosa hubiera sido su fuerza<br />

de resistencia física o mental, podría haber padecido en tal forma, porque su <strong>org</strong>anismo humano<br />

hubiera sucumbido, y un síncope le habría causado la pérdida d<strong>el</strong> conocimiento y ocasionado la<br />

muerte anh<strong>el</strong>ada. En esa hora de angustia <strong>Cristo</strong> resistió y venció todos los horrores que Satanás, "<strong>el</strong><br />

príncipe de este mundo" pudo inflingirle. Este combate supremo con los poderes d<strong>el</strong> maligno<br />

sobrepujó y eclipsó la terrible lucha comprendida en las tentaciones que sobrevinieron al Señor<br />

inmediatamente después de su bautismo.'<br />

En alguna forma efectiva y terriblemente real, aun cuando incomprensible para <strong>el</strong> hombre, <strong>el</strong><br />

Salvador tomó sobre sí la carga de los pecados de todo <strong>el</strong> género humano, desde Adán hasta <strong>el</strong> fin d<strong>el</strong><br />

mundo. La rev<strong>el</strong>ación moderna nos ayuda a entender en parte este espantoso trance. En marzo de 1830<br />

Jesucristo, <strong>el</strong> Señor glorificado, habló en esta forma: "Porque he aquí, yo, Dios, he padecido estas<br />

cosas por todos, para que no padezcan, si se arrepienten. Mas si no se arrepienten, tendrán que padecer<br />

como yo he padecido; padecimiento que hizo que yo, Dios, <strong>el</strong> más grande de todos, temblara a causa<br />

d<strong>el</strong> dolor, y echara sangre por cada poro, y padeciera, tanto en <strong>el</strong> cuerpo como en <strong>el</strong> espíritu, y deseara<br />

no tener que beber la amarga copa y desmayar. Sin embargo, gloria sea al Padre, yo bebí, y<br />

acabé mis preparativos para con los hijos de los hombres."<br />

D<strong>el</strong> terrible conflicto en <strong>el</strong> Getsemaní, <strong>Cristo</strong> salió triunfante. Aunque en la angustiosa tribulación<br />

de esa temible hora había pedido que se apartara de. sus labios la amarga copa, siempre fue<br />

condicional la solicitud, cuantas veces la repitió; ni por un momento quedó olvidado que <strong>el</strong> deseo<br />

supremo d<strong>el</strong> Hijo era cumplir la voluntad d<strong>el</strong> Padre. Los demás acontecimientos trágicos de la noche y<br />

los cru<strong>el</strong>es sufrimientos que lo esperaban al día siguiente—todo lo cual alcanzaría su punto culminante<br />

en <strong>el</strong> espantoso tormento de la cruz—no excederían la amarga congoja que victoriosamente había<br />

resistido.<br />

LA TRAICIÓN Y EL ARRESTO.<br />

Durante <strong>el</strong> período de la última y en extremo cariñosa comunión d<strong>el</strong> Señor con los Doce, Judas<br />

había estado tramando su alevosa conspiración con las autoridades sacerdotales. Es probable que se<br />

321

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!