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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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extenso, los rasgos predominantes de su propia naturaleza.<br />

Hubo <strong>el</strong> mismo encomio para <strong>el</strong> siervo que recibió cinco talentos, como para aqu<strong>el</strong> a quien sólo se<br />

confiaron dos talentos, y por lo que leemos, igual recompensa. Los talentos conferidos a cada uno eran<br />

un don de su Señor, <strong>el</strong> cual sabía perfectamente bien si ese siervo era capaz de utilizar con mayor<br />

provecho uno, dos o cinco. No debemos llegar a la conclusión de que la buena obra en un grado<br />

r<strong>el</strong>ativamente pequeño es menos necesaria o aceptable que un servicio similar de mayor trascendencia.<br />

Muchos que han logrado <strong>el</strong> éxito en los negocios con un capital pequeño, habrían fracasado en la<br />

administración de cantidades más fuertes; igual cosa sucede en lo que respecta a las realizaciones<br />

espirituales, pues "hay diversidad de dones, pero <strong>el</strong> espíritu es <strong>el</strong> mismo." u Al hombre dotado de<br />

muchos talentos le fue requerido un usufructo mayor; d<strong>el</strong> que sólo recibió un talento se esperaba<br />

r<strong>el</strong>ativamente poco, y sin embargo, aun en lo poco fracasó. v Por lo menos pudo haber llevado <strong>el</strong> dinero<br />

a un banco, por medio d<strong>el</strong> cual habría circulado para beneficiar a la comunidad, ganando réditos<br />

mientras tanto. Asimismo, en cuanto a la aplicación, <strong>el</strong> hombre que posee cualquier don bueno, como<br />

la habilidad musical, <strong>el</strong>ocuencia, destreza para trabajar con las manos o cosas semejantes, debe<br />

emplear ese don hasta donde pueda, a fin de que él y otros se beneficien por <strong>el</strong>lo; pero en caso de que<br />

por su demasiada negligencia no quiera ejercitar sus facultades para prestar servicio independiente, por<br />

lo menos puede infundir aliento en otros, ayudándoles a que se esfuercen provechosamente.<br />

¿Quién puede dudar, tomando en consideración <strong>el</strong> espíritu de las enseñanzas d<strong>el</strong> Señor, que <strong>el</strong><br />

negligente habría sido encomiado tan cordialmente y recompensado en una forma tan extensa como<br />

sus compañeros mejor dotados y más fi<strong>el</strong>es, si hubiera podido informar que había logrado doblar su<br />

talento? Es notable que <strong>el</strong> Señor no se dignó refutar la acusación de injusticia que le imputó <strong>el</strong> siervo<br />

negligente; <strong>el</strong> espíritu de la respuesta fue <strong>el</strong> mismo que se expresó en la parábola anterior: "Mal siervo,<br />

por tu propia boca te juzgo." El hombre indigno quiso eximirse, valiéndose d<strong>el</strong> despreciable pero<br />

demasiado común pretexto de culpar intencionalmente a otra persona, que en este caso era su Señor.<br />

No se nos confieren los talentos para ocultarlos en la tierra, y entonces desenterrarlos y devolverlos<br />

desaprovechados, oliendo a tierra, y deslustrados por la corrosión d<strong>el</strong> desuso. El talento desaprovechado<br />

justamente le fue quitado al que lo había menospreciado, y entregado a aqu<strong>el</strong> que aun<br />

cuando ya poseía mucho, utilizaría <strong>el</strong> don adicional para su propio provecho, para beneficiar a sus<br />

semejantes y para la gloría de su Señor.<br />

EL JUICIO INEVITABLE.<br />

El Señor había pronunciado su última parábola. Con palabras claras, aunque adornadas con la<br />

b<strong>el</strong>leza de sus comparaciones eficaces, El inculcó en sus atentos discípulos la certeza d<strong>el</strong> juicio con <strong>el</strong><br />

cual será visitado <strong>el</strong> mundo en <strong>el</strong> día de su aparición. Entonces será separado <strong>el</strong> trigo de la cizaña, y las<br />

ovejas apartadas de las cabras. "Cuando <strong>el</strong> Hijo d<strong>el</strong> Hombre venga en su gloria, y todos los santos<br />

áng<strong>el</strong>es con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas d<strong>el</strong>ante de él todas las<br />

naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta <strong>el</strong> pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá<br />

las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda." A los que se encuentren a su diestra <strong>el</strong> Rey<br />

extenderá su encomio y bendición, ot<strong>org</strong>ándoles un rico galardón por sus buenas obras, confirmadas<br />

por <strong>el</strong> hambriento que habían alimentado, <strong>el</strong> sediento al cual habían dado de beber, <strong>el</strong> forastero que<br />

habían hospedado, <strong>el</strong> desnudo que habían vestido, <strong>el</strong> enfermo que habían socorrido, <strong>el</strong> encarc<strong>el</strong>ado que<br />

habían visitado y animado; y estas misericordias les serán contadas como si las hubiesen hecho a su<br />

Señor en persona. La bendita compañía, sobrecogida por la abundante generosidad d<strong>el</strong> Rey, y de la<br />

cual <strong>el</strong>los se considerarán indignos, no podrán negar los méritos que les serán atribuidos: "Y<br />

respondiendo <strong>el</strong> Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos<br />

más pequeños, a mí lo hicisteis."<br />

A los que en medio de una espantosa expectación se encuentren a la izquierda, <strong>el</strong> Rey les detallará<br />

sus numerosos defectos, entre otros, que no le habían proporcionado alimento o bebida, alojamiento ni<br />

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