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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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creyendo que no sería mucha la dilación, o suponiendo que podrían pedir prestado un poco de aceite a<br />

las otras, o quizá olvidando negligentemente <strong>el</strong> asunto, no llevaban más aceite sino <strong>el</strong> que habían<br />

puesto en sus lámparas al salir. El esposo se demoró; <strong>el</strong> sueño venció a las donc<strong>el</strong>las que esperaban y<br />

se quedaron dormidas. A la medianoche los precursores d<strong>el</strong> grupo nupcial ruidosamente proclamaron<br />

la llegada d<strong>el</strong> novio, y repentinamente anunciaron: "Salid a recibidle." Las diez donc<strong>el</strong>las,<br />

afanosamente activas después de ahuyentárs<strong>el</strong>es <strong>el</strong> sueño, se pusieron a arreglar sus lámparas; las<br />

prudentes pudieron usar <strong>el</strong> aceite que llevaban en sus vasijas, pero las descuidadas, lamentando su<br />

situación, descubrieron que sus lámparas se hallaban vacías y no tenían aceite para volverlas a llenar.<br />

Recurrieron a sus hermanas más prudentes, pidiéndoles un poco de su aceite, pero éstas se lo negaron;<br />

porque en una emergencia como ésta, compartir lo que les quedaba las dejaría incapacitadas a <strong>el</strong>las<br />

también, en vista de que apenas tenían suficiente aceite para sus propias lámparas. En lugar de aceite,<br />

lo único que pudieron dar a sus hermanas desafortunadas fue <strong>el</strong> consejo de ir al comerciante más<br />

cercano y comprar para sí mismas. Mientras las vírgenes insensatas andaban buscando aceite, la<br />

compañía nupcial entró en la casa donde estaba preparada la fiesta, y se cerró la puerta. Pasado algún<br />

tiempo, las donc<strong>el</strong>las insensatas, habiendo llegado demasiado tarde para participar en la procesión,<br />

llamaron desde afuera suplicando que se les dejara entrar; pero <strong>el</strong> esposo les negó su solicitud y las<br />

desconoció, en vista de que no habían formado parte d<strong>el</strong> séquito suyo o de su desposada.<br />

El Esposo es <strong>el</strong> Señor Jesús; la fiesta de bodas simboliza su venida en gloria para recibir a su<br />

Iglesia sobre la tierra a Sí mismo, en calidad de desposada. Las vírgenes representan a los que<br />

profesan creer en <strong>Cristo</strong>, y por ende, confiadamente esperan verse incluidos entre los bienaventurados<br />

participantes de la fiesta. La lámpara encendida que llevaba cada una de las donc<strong>el</strong>las es la<br />

manifestación exterior de la creencia y prácticas cristianas; y en la reserva de aceite de las prudentes,<br />

podemos ver la fuerza y abundancia espirituales que sólo la diligencia y la devoción en <strong>el</strong> servicio de<br />

Dios pueden asegurarnos. La falta de suficiente aceite, por parte de las vírgenes insensatas, es<br />

semejante a la escasez de tierra en <strong>el</strong> campo pedregoso, en <strong>el</strong> cual la semilla brota rápidamente pero no<br />

tarda en secarse.<br />

La llegada d<strong>el</strong> Esposo fue repentina; y no se puede culpar a las vírgenes de la sorpresa que les<br />

causó oir <strong>el</strong> súbito anuncio, pero las cinco donc<strong>el</strong>las insensatas sufrieron los resultados naturales de su<br />

falta de preparación. No debe considerarse como falta de caridad <strong>el</strong> que las vírgenes prudentes se<br />

hayan negado a compartir su aceite en <strong>el</strong> momento crítico; las circunstancias simbolizan <strong>el</strong> hecho de<br />

que en <strong>el</strong> día d<strong>el</strong> juicio toda alma tendrá que responder por sí misma; no habrá manera de acreditar o<br />

abonar la justicia de uno en la cuenta de otro; la doctrina de la supererogación es completamente<br />

falsa. p El pronunciamiento condenatorio d<strong>el</strong> Esposo, "No os conozco", fue como declarar que aqu<strong>el</strong>las<br />

suplicantes pero descuidadas personas, indispuestas y sin preparación, no lo conocían a El.<br />

La aplicación de la parábola y su caudal de espléndidas imágenes se encuentran magistralmente<br />

sintetizados en esta impresionante amonestación d<strong>el</strong> Señor: "V<strong>el</strong>ad, pues, porque no sabéis <strong>el</strong> día ni la<br />

hora en que <strong>el</strong> Hijo d<strong>el</strong> Hombre ha de venir." El cumplimiento de las profecías comprendidas en esta<br />

preciosa parábola todavía se halla en lo futuro, pero está cerca. En 1831 <strong>el</strong> Señor Jesucristo rev<strong>el</strong>ó de<br />

nuevo las señales que indicarán la inminencia de su glorioso advenimiento. Hablando por boca de su<br />

profeta José Smith, manifestó lo siguiente: "Y en aqu<strong>el</strong> día, cuando venga en mi gloria, se cumplirá la<br />

parábola que hablé acerca de las diez vírgenes. Porque aqu<strong>el</strong>los que son sensatos y han recibido la<br />

verdad, y han tomado al Espíritu Santo por guía, y no han sido engañados, de cierto os digo, éstos no<br />

serán talados ni echados al fuego, sino que aguantarán <strong>el</strong> día. Y les será dada la tierra por heredad; y se<br />

multiplicarán y serán fuertes, y sus hijos crecerán sin pecado hasta salvarse. Porque <strong>el</strong> Señor estará en<br />

medio de <strong>el</strong>los, y su gloria estará sobre <strong>el</strong>los, y él será su rey y su legislador."<br />

Continuando sus solemnes discursos a los apóstoles, al caer las sombras de la tarde sobre <strong>el</strong> Monte<br />

de los Olivos, <strong>el</strong> Señor les comunicó la última de sus parábolas que se hallan en los Evang<strong>el</strong>ios. Lleva<br />

por nombre la Parábola de los Talentos.<br />

"Porque <strong>el</strong> reino de los ci<strong>el</strong>os es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les<br />

entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su<br />

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