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"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque limpiáis lo de fuera d<strong>el</strong> vaso y d<strong>el</strong> plato,<br />
pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro d<strong>el</strong><br />
vaso y d<strong>el</strong> plato, para que también lo de fuera sea limpio."' Ya se ha hecho referencia a la<br />
escrupulosidad farisaica en cuanto a la purificación ceremonial de platos, vasos y utensilios de metal.<br />
El Señor en ningún sentido menoscabó la limpieza; lanzó sus dardos de desaprobación contra la<br />
hipocresía de conservar un aspecto exterior inmaculado al mismo tiempo que una corrupción interior.<br />
Los vasos y platos, aunque purificados con toda perfección, eran corruptos a los ojos d<strong>el</strong> Señor si <strong>el</strong><br />
contenido se había comprado con <strong>el</strong> oro de la extorsión, o se iban a usar en glotonerías, borracheras u<br />
otros excesos.<br />
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados,<br />
que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y<br />
de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero<br />
por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad." Fue terrible la figura empleada para compararlos a<br />
sepulcros blanqueados, llenos de huesos muertos y carne descompuesta. En vista de que, según los<br />
dogmas de los rabinos, <strong>el</strong> más ligero contacto con un cuerpo muerto o su mortaja, o con <strong>el</strong> catafalco<br />
sobre <strong>el</strong> cual era llevado, o <strong>el</strong> sepulcro en que era depositado, constituía una impureza personal que<br />
únicamente los lavamientos ceremoniales y <strong>el</strong> ofrendamiento de sacrificios podían quitar,<br />
cuidadosamente se procuraba que los sepulcros se hallaran extraordinariamente blancos, para que<br />
ninguna persona se contaminara, aproximándose sin saberlo a estos lugares inmundos; y además, <strong>el</strong><br />
emblanquecimiento periódico de los sepulcros se consideraba como un acto memorial de honor hacia<br />
los muertos. Sin embargo, así como ni <strong>el</strong> mayor cuidado o grado de diligencia por conservar limpio <strong>el</strong><br />
exterior de una tumba podía contener la pudredumbre que se estaba efectuando en su interior, en igual<br />
manera ningún acto externo de justicia fingida podía mitigar la asquerosa corrupción de un corazón<br />
rebosante de iniquidad. Jesús previamente había declarado que los fariseos eran semejantes a<br />
sepulcros sin marcar, sobre los cuales los hombres inadvertidamente caminaban y se contaminaban sin<br />
saberlo; en la presente ocasión los acusó de ser como sepulcros blanqueados, descollando<br />
prominentemente, pero al fin y al cabo sepulcros.<br />
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y<br />
adornáis los monumentos de los justos, y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres,<br />
no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas. Así que dais testimonio contra vosotros<br />
mismos, de que sois hijos de aqu<strong>el</strong>los que mataron a los profetas." El <strong>org</strong>ullo nacional, no d<strong>el</strong> todo<br />
disimilar al patriotismo, se había expresado durante muchos siglos mediante un respeto formal hacia<br />
las sepulturas de los antiguos profetas, muchos de los cuales fueron muertos por motivo de su justicia<br />
y c<strong>el</strong>o intrépido. Estos judíos modernos volublemente repudiaban toda r<strong>el</strong>ación con los hechos<br />
asesinos de sus progenitores que habían matado a los profetas, y ruidosamente declaraban que si<br />
hubieran vivido en los días de esos martirios, no habrían participado en tales actos; sin embargo, por<br />
medio de sus declaraciones afirmaban ser descendientes de aqu<strong>el</strong>los que habían vertido sangre<br />
inocente.<br />
Con abrasante censura <strong>el</strong> Señor los consignó a su destino, diciendo: "¡Vosotros también llenad la<br />
medida de vuestros padres! ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación<br />
d<strong>el</strong> infierno? Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de <strong>el</strong>los, a unos mataréis y<br />
crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que<br />
venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Ab<strong>el</strong><br />
<strong>el</strong> justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre <strong>el</strong> templo y <strong>el</strong> altar. De<br />
cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación." El propio Jehová impugnó sus mojigatas<br />
aseveraciones de ser superiores a sus padres que habían matado a los enviados de Jehová,<br />
profetizándoles que se teñirían las manos con la sangre de los profetas, hombres sabios y escribas<br />
justos, que El enviaría entre <strong>el</strong>los; y de esta manera literalmente mostrarían ser hijos de asesinos y<br />
<strong>el</strong>los mismos asesinos, a fin de que viniera sobre <strong>el</strong>los toda la sangre justa derramada para dar<br />
testimonio de Dios, desde Ab<strong>el</strong> <strong>el</strong> justo hasta <strong>el</strong> mártir Zacarías. 11 Ese terrible destino, bosquejado con<br />
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