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ilícita, so capa de deberes r<strong>el</strong>igiosos, los oficiales habían acumulado enormes tesoros, e de los cuales<br />
las contribuciones de los pobres y la confiscación de bienes, incluso aun las casas de las viudas<br />
necesitadas, constituían una proporción considerable; y con la simulación exterior de santidad y <strong>el</strong><br />
sacrilego acompañamiento de largas oraciones envilecían más la perfidia de esa práctica.<br />
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un<br />
prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo d<strong>el</strong> infierno que vosotros." Este ay<br />
posiblemente se refirió más bien al esfuerzo de ganar prosélitos para <strong>el</strong> farisaísmo, que al de convertir<br />
extranjeros al judaismo; pero en vista de que éste se hallaba en un estado de completa degradación, y<br />
aquél en repugnante corrupción, queda justificada la aplicación de la censura de nuestro Señor a<br />
ambos sistemas o a cualquiera de <strong>el</strong>los. Acerca de los judíos que se afanaban por ganar prosélitos, se<br />
ha dicho que "convertían a un mal pagano en peor judío". Muchos de sus conversos no tardaban<br />
en volverse apóstatas.<br />
"¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Si alguno jura por <strong>el</strong> templo, no es nada; pero si alguno<br />
jura por <strong>el</strong> oro d<strong>el</strong> templo, es deudor. ¡Insensatos y ciegos! porque ¿cuál es mayor, <strong>el</strong> oro, o <strong>el</strong> templo<br />
que santifica al oro? También decís: Si alguno jura por <strong>el</strong> altar, no es nada; pero si alguno jura por la<br />
ofrenda que está sobre él, es deudor. ¡Necios y ciegos! porque ¿cuál es mayor, la ofrenda o <strong>el</strong> altar que<br />
santifica la ofrenda? Pues <strong>el</strong> que jura por <strong>el</strong> altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él; y <strong>el</strong> que<br />
jura por <strong>el</strong> templo, jura por él, y por <strong>el</strong> que lo habita; y <strong>el</strong> que jura por <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o, jura por <strong>el</strong> trono de<br />
Dios, y por aqu<strong>el</strong> que está sentado en él." Así condenó <strong>el</strong> Señor los infames decretos de las escu<strong>el</strong>as y<br />
d<strong>el</strong> Sanedrín concernientes a los juramentos y los votos; porque habían establecido o apoyado un<br />
código incongruente e injusto de reglamentos sobre insignificancias técnicas mediante las cuales se<br />
podía poner en vigor o invalidar un juramento.<br />
Si un hombre juraba por <strong>el</strong> templo, la Casa de Jehová, podía obtener una indulgencia si<br />
quebrantaba su juramento; pero si juraba por <strong>el</strong> oro y <strong>el</strong> tesoro de la Santa Casa, quedaba ligado por<br />
los inquebrantables vínculos de los fallos sacerdotales. Aunque uno jurara por <strong>el</strong> altar de Dios, podía<br />
anular su juramento; pero si hacía un voto por <strong>el</strong> don de corbán o <strong>el</strong> oro sobre <strong>el</strong> altar,* su obligación<br />
era irrevocable. ¡En qué profundidades de irracionalidad y depravación desahuciada habían caído los<br />
hombres! ¡Qué necedad pecaminosa y ceguera intencional la de aqu<strong>el</strong>los que no comprendían que <strong>el</strong><br />
templo era mayor que <strong>el</strong> oro, y <strong>el</strong> altar mayor que <strong>el</strong> don u ofrenda colocada sobre él! En <strong>el</strong> Sermón<br />
d<strong>el</strong> Monte <strong>el</strong> Señor había dicho: "No juréis en ninguna manera"; pero los que no pudieran vivir de<br />
acuerdo con la ley mayor, aqu<strong>el</strong>los que persistieran en <strong>el</strong> uso de juramentos y votos, habrían de<br />
regirse por <strong>el</strong> menor y evidentemente justo requisito de cumplir estrictamente, sin evasivas injustas o<br />
distinción parcial, con las condiciones de los compromisos que <strong>el</strong>los mismos asumieran.<br />
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y <strong>el</strong> en<strong>el</strong>do y <strong>el</strong><br />
comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario<br />
hacer, sin dejar de hacer aqu<strong>el</strong>lo. ¡Guías ciegos, que coláis <strong>el</strong> mosquito, y tragáis <strong>el</strong> cam<strong>el</strong>lo!" La ley<br />
d<strong>el</strong> diezmo había sido rasgo característico de los requisitos teocráticos de Isra<strong>el</strong> desde la época de<br />
Moisés; pero realmente la práctica se conocía mucho antes d<strong>el</strong> éxodo. Según la interpretación literal,<br />
la ley requería que se diezmaran los rebaños y hatos, la fruta y los granos; 6 pero se habían incluido<br />
todos los productos de la tierra por extensión tradicional. El Señor aprobó <strong>el</strong> diezmo exacto de todos<br />
los bienes de una persona, incluso las hierbas aromáticas y otras hortalizas; pero denunció como vil<br />
hipocresía <strong>el</strong> cumplimiento de estos requisitos como pretexto para desatender los otros deberes de la<br />
r<strong>el</strong>igión verdadera. La referencia "lo más importante de la ley" pudo haber aludido a la clasificación<br />
rabínica de requisitos "menores" y "más importantes" de la ley; aunque claro está que <strong>el</strong> Señor no dio<br />
su aprobación a estas divisiones arbitrarias. Hacer caso omiso d<strong>el</strong> diezmo sobre las cosas pequeñas,<br />
como las hojas de menta y ramitos de en<strong>el</strong>do y comino, significaba no cumplir por completo ese<br />
deber; pero pasar por alto las obras de la justicia, la misericordia y la fe significaba que la persona<br />
estaba despreciando sus bendiciones como hijo d<strong>el</strong> convenio de Dios. Valiéndose de un fuerte<br />
contraste, <strong>el</strong> Señor condenó tal incongruencia, comparándola a la escrupulosa atención y cuidado de<br />
colar un mosquito, mientras que ningún reparo ponían a tragar, figurativamente, un cam<strong>el</strong>lo.<br />
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