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ellos eran figuras familiares los símiles de forma análoga tomados del Antiguo Testamento. Destaca entre ellos el notable cuadro que Isaías presenta (5:1-7), en el cual la viña bien cuidada sólo produjo uvas silvestres, razón por la cual el desilusionado dueño de la viña determinó derrumbar el muro, quitar el vallado y abandonar la viña. La explicación de la parábola proferida por Isaías es la siguiente: "Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor." Por medio de su profeta Ezequiel, el Señor declaró lo inservible que es una vid cuando no produce fruto (15:2-5); y es palpablemente cierto que la madera de una vid para nada sirve sino para ser quemada; pues como madera, toda la vid es inferior a una rama de los árboles del bosque (versículo 3). Una vid de esta naturaleza representa a Israel; preciosa cuando da fruto, pero buena sólo para combustible en caso contrario, y de mala calidad poí cierto. El Salmista cantó de la vid que Jehová sacó de Egipto, la cual, plantada con cuidado y cercada con vallado, se cubrió de vastagos y renuevos, pero la gracia del Señor se había apartado de la vid, y quedó abandonada (Salmo 80:8-16). 4. La invitación a la fiesta de bodas.—Trench (Parahles, pág. 175 176) comenta en esta forma la invitación comunicada a los huéspedes invitados de antemano: "Este llamado a los que previamente fueron convidados concordaba y, como lo atestiguan los viajeros modernos, todavía concuerda en muchos respectos con las costumbres de los orientales. Leemos, por tanto, que Ester invitó a Aman a un banquete para el día siguiente (Ester 5:8); y habiendo llegado la hora, se presentaron los chambelanes para acompañarlo a la fiesta (6:14)'. De manera que no existe ni la menor razón para suponer que los "convidados" eran aquellos que iban a ser invitados. Tal interpretación contravendría el propósito más elevado para el cual se narró la parábola; porque nuestro Señor, dando por sentado que los huéspedes habían sido convidados desde mucho antes," recuerda en esa forma a sus oyentes que lo que El traía, si nuevo en cierto respecto, era el cumplimiento de lo antiguo en otro; que tenía derecho de ser oído, no como quien repentinamente inicia algo que ninguna relación tiene con lo que aconteció antes, sino porque El mismo representaba el cumplimiento de la ley, hacia lo cual ésta siempre había estado señalando, el nacimiento de aquello con lo cual toda la dispensación judía se hallaba impregnada; y este hecho de sí mismo debió dar significado a todo ello. Sus palabras, 'los convidados', -subentienden el hecho de que la venida de su reino no era cosa abrupta; que desde mucho antes se habían echado los fundamentos; que todo aquello que sus adversarios estimaban de precioso en su historia pasada era una profecía de bendiciones que efectivamente ahora les eran presentadas en El. La invitación original cuya realización ahora había llegado, databa desde la fundación de la nación judía; y cada profeta subsiguiente la había recogido y repetido, profetizando la gracia suprema que algún día llegaría a Israel (Lucas 2:10-24; 1 Pedro 1:12) y amonestando al pueblo que se conservara preparado espiritualmente para recibir a su Señor y su Rey." 5. Siervos y ministros.—Según las mejores autoridades filológicas, "ministros" o "ayudantes ministrantes" es una traducción más literal del original que la frase "los que servían", que aparece en Mateo 22:13. En los versículos anteriores (3, 4, 6, 8, 10) del mismo capítulo, las palabras "siervos" o "sirvientes" expresan con más exactitud el significado del original. La distinción es significativa, pues da a entender una importante diferencia de categoría entre los siervos enviados a invitar al pueblo a la fiesta, y los ministros que atienden personalmente al rey. Los primeros representan a los siervos de Dios que proclaman su palabra en el mundo; los segundos simbolizan a los ángeles que ejecutarán sus juicios sobre los malvados, separando del reino de nuestro Padre todas las cosas que ofenden. Compárese con Mateo 13:30, 39, 41; Doc. y Con. 86:5. 6. Los llamados y los escogidos.—Citamos parte de las reflexiones de Edersheim sobre el tema (tomo ii, págs. 429, 430): "El Rey entró para ver a sus huéspedes, y entre ellos notó a uno no llevaba puesto el traje de bodas . . . En vista de que los invitados eran viajeros y tomando en consideración que la fiesta se hizo en el palacio del Rey, no podemos equivocarnos en suponer que se dispuso esta ropa en el palacio para cuantos la solicitaran: y esto concuerda con la circunstancia de que el hombre 'enmudeció'. Su conducta manifestó completa insensibilidad 286
concerniente al fin para el cual había sido llamado: ignorancia del debido respeto hacia el Rey y del propio decoro en tal fiesta. Porque aun cuando no se había exigido a los huéspedes ninguna preparación anterior, pues a todos se convidó, bien fueran buenos o malos, no por eso se podía hacer caso omiso del hecho de que para poder participar en la fiesta debían ponerse ropa propia para la ocasión. Todos son invitados a la fiesta del evangelio; pero el que quiera participar debe ponerse primeramente el vestido de bodas del Rey, la ropa de santidad evangélica. Y en vista de que en la parábola se dice que sólo uno fue descubierto sin esta ropa, el acontecimiento tiene por objeto enseñar que el Rey no sólo considerará en forma general a sus huéspedes, sino que se hará un examen de cada uno por separado, y que nadie—ni un solo individuo—podrá escapar de ser descubierto entre la multitud de invitados, si no lleva puesto el vestido de bodas. En una palabra, en aquel día del juicio no se hará un examen de las iglesias, sino de los que pertenecen a la Iglesia ... El llamado se hace a todos; pero uno podrá aceptarlo sólo exteriormente, y se sentará en la fiesta, y sin embargo, no será elegido para participar, porque le faltará el vestido de boda de gracia conversiva y santificante. De manera que uno puede ser echado de la cena de bodas a las tinieblas de afuera, con su consiguiente tristeza y angustia. Así que estas dos cosas, el llamado y la elección que vienen de Dios, aun cuando una se halla al lado de la otra, se encuentran extensamente separadas. El vínculo unificador entre ellas es el vestido de bodas que gratuitamente se ofrece en el palacio. Sin embargo, debemos buscarlo, solicitarlo y llevarlo puesto. Y aquí, en igual manera nosotros tenemos, uno al lado del otro, el don de Dios y la actividad del hombre. Y todavía, por todas las épocas y para todos los hombres, la misma amonestación, enseñanza y bendición siguen siendo ciertas: '¡ Muchos son llamados, y pocos escogidos!'" Aparecen en nuestra Biblia muchas palabras de significados afines, así hebreas como griegas. La palabra griega original, donde se menciona el vestido de bodas, es enduma; pero no ocurre en otros pasajes bíblicos, como original de "vestido". El sustantivo se relaciona con el verbo griego enduein, que significa "vestirse de algo". Compárese con Lucas 24:49 "Hasta que seáis investidos de poder desde lo alto." 287
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<strong>el</strong>los eran figuras familiares los símiles de forma análoga tomados d<strong>el</strong> Antiguo Testamento. Destaca<br />
entre <strong>el</strong>los <strong>el</strong> notable cuadro que Isaías presenta (5:1-7), en <strong>el</strong> cual la viña bien cuidada sólo produjo<br />
uvas silvestres, razón por la cual <strong>el</strong> desilusionado dueño de la viña determinó derrumbar <strong>el</strong> muro,<br />
quitar <strong>el</strong> vallado y abandonar la viña. La explicación de la parábola proferida por Isaías es la siguiente:<br />
"Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Isra<strong>el</strong>, y los hombres de Judá planta<br />
d<strong>el</strong>iciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor." Por medio de su profeta<br />
Ezequi<strong>el</strong>, <strong>el</strong> Señor declaró lo inservible que es una vid cuando no produce fruto (15:2-5); y es<br />
palpablemente cierto que la madera de una vid para nada sirve sino para ser quemada; pues como<br />
madera, toda la vid es inferior a una rama de los árboles d<strong>el</strong> bosque (versículo 3). Una vid de esta<br />
naturaleza representa a Isra<strong>el</strong>; preciosa cuando da fruto, pero buena sólo para combustible en caso<br />
contrario, y de mala calidad poí cierto. El Salmista cantó de la vid que Jehová sacó de Egipto, la cual,<br />
plantada con cuidado y cercada con vallado, se cubrió de vastagos y renuevos, pero la gracia d<strong>el</strong> Señor<br />
se había apartado de la vid, y quedó abandonada (Salmo 80:8-16).<br />
4. La invitación a la fiesta de bodas.—Trench (Parahles, pág. 175 176) comenta en esta forma la<br />
invitación comunicada a los huéspedes invitados de antemano: "Este llamado a los que previamente<br />
fueron convidados concordaba y, como lo atestiguan los viajeros modernos, todavía concuerda en<br />
muchos respectos con las costumbres de los orientales. Leemos, por tanto, que Ester invitó a Aman a<br />
un banquete para <strong>el</strong> día siguiente (Ester 5:8); y habiendo llegado la hora, se presentaron los<br />
chamb<strong>el</strong>anes para acompañarlo a la fiesta (6:14)'. De manera que no existe ni la menor razón para<br />
suponer que los "convidados" eran aqu<strong>el</strong>los que iban a ser invitados. Tal interpretación contravendría<br />
<strong>el</strong> propósito más <strong>el</strong>evado para <strong>el</strong> cual se narró la parábola; porque nuestro Señor, dando por sentado<br />
que los huéspedes habían sido convidados desde mucho antes," recuerda en esa forma a sus oyentes<br />
que lo que El traía, si nuevo en cierto respecto, era <strong>el</strong> cumplimiento de lo antiguo en otro; que tenía<br />
derecho de ser oído, no como quien repentinamente inicia algo que ninguna r<strong>el</strong>ación tiene con lo que<br />
aconteció antes, sino porque El mismo representaba <strong>el</strong> cumplimiento de la ley, hacia lo cual ésta<br />
siempre había estado señalando, <strong>el</strong> nacimiento de aqu<strong>el</strong>lo con lo cual toda la dispensación judía se<br />
hallaba impregnada; y este hecho de sí mismo debió dar significado a todo <strong>el</strong>lo. Sus palabras, 'los<br />
convidados', -subentienden <strong>el</strong> hecho de que la venida de su reino no era cosa abrupta; que desde<br />
mucho antes se habían echado los fundamentos; que todo aqu<strong>el</strong>lo que sus adversarios estimaban de<br />
precioso en su historia pasada era una profecía de bendiciones que efectivamente ahora les eran<br />
presentadas en El. La invitación original cuya realización ahora había llegado, databa desde la<br />
fundación de la nación judía; y cada profeta subsiguiente la había recogido y repetido, profetizando la<br />
gracia suprema que algún día llegaría a Isra<strong>el</strong> (Lucas 2:10-24; 1 Pedro 1:12) y amonestando al pueblo<br />
que se conservara preparado espiritualmente para recibir a su Señor y su Rey."<br />
5. Siervos y ministros.—Según las mejores autoridades filológicas, "ministros" o "ayudantes<br />
ministrantes" es una traducción más literal d<strong>el</strong> original que la frase "los que servían", que<br />
aparece en Mateo 22:13. En los versículos anteriores (3, 4, 6, 8, 10) d<strong>el</strong> mismo capítulo, las<br />
palabras "siervos" o "sirvientes" expresan con más exactitud <strong>el</strong> significado d<strong>el</strong> original.<br />
La distinción es significativa, pues da a entender una importante diferencia de categoría entre los<br />
siervos enviados a invitar al pueblo a la fiesta, y los ministros que atienden personalmente al rey.<br />
Los primeros representan a los siervos de Dios que proclaman su palabra en <strong>el</strong> mundo; los<br />
segundos simbolizan a los áng<strong>el</strong>es que ejecutarán sus juicios sobre los malvados, separando d<strong>el</strong> reino<br />
de nuestro Padre todas las cosas que ofenden. Compárese con Mateo 13:30, 39, 41; Doc. y Con.<br />
86:5.<br />
6. Los llamados y los escogidos.—Citamos parte de las reflexiones de Edersheim sobre <strong>el</strong> tema<br />
(tomo ii, págs. 429, 430): "El Rey entró para ver a sus huéspedes, y entre <strong>el</strong>los notó a uno no llevaba<br />
puesto <strong>el</strong> traje de bodas . . . En vista de que los invitados eran viajeros y tomando en consideración<br />
que la fiesta se hizo en <strong>el</strong> palacio d<strong>el</strong> Rey, no podemos equivocarnos en suponer que se dispuso esta<br />
ropa en <strong>el</strong> palacio para cuantos la solicitaran: y esto concuerda con la<br />
circunstancia de que <strong>el</strong> hombre 'enmudeció'. Su conducta manifestó completa insensibilidad<br />
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