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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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Si se tenía por objeto que fuese una presentación alegórica de algún suceso verdadero, la<br />

parábola, al llegar a este punto, deja la historia de lo pasado por la de lo futuro, porque la destrucción<br />

de Jerusalén no se efectuó sino hasta varias décadas después de la muerte de <strong>Cristo</strong>. Hallando que<br />

eran completamente indignos los huéspedes a quienes se había honrado con la invitación real, <strong>el</strong> rey<br />

nuevamente envió a sus siervos, los cuales recogieron de las calzadas y cruceros, de los caminos y<br />

senderos, a todos los que pudieron encontrar, sin tomar en consideración su rango o estación, o que<br />

fueran ricos o pobres, buenos o malos; "y las bodas fueron llenas de convidados".<br />

La gran fiesta con la cual se habría de inaugurar <strong>el</strong> reinado mesiánico era un tema favorito de<br />

jubilosa exposición tanto en las sinagogas como en las escu<strong>el</strong>as; y causaban gran regocijo las<br />

exposiciones rabínicas de que nadie más que los hijos de Abraham serían contados entre los benditos<br />

participantes. El rey de la parábola es Dios; <strong>el</strong> hijo cuyas bodas fueron <strong>el</strong> motivo de la fiesta es Jesús,<br />

<strong>el</strong> Hijo de Dios; los huéspedes que fueron convidados primero, y más tarde se negaron a concurrir<br />

cuando quedó preparada la fiesta, son <strong>el</strong> pueblo d<strong>el</strong> convenio que rechazó a su Señor, <strong>el</strong> <strong>Cristo</strong>; los<br />

invitados posteriores, traídos de las calles y caminos, son las naciones gentiles a las cuales se ha<br />

llevado <strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io desde la época en que lo rechazaron los judíos; y la fiesta de bodas simboliza la<br />

gloriosa consumación de la misión d<strong>el</strong> Mesías.<br />

Todos los que han estudiado <strong>el</strong> tema deberán haber notado la semejanza que esta parábola guarda<br />

con la de la gran cena, x y quizá no son muchos los que han considerado las diferencias entre una y<br />

otra. La primera historia fue r<strong>el</strong>atada en.casa de uno de los principales fariseos, probablemente en un<br />

pueblo de Perea; la segunda de las narraciones fue dentro d<strong>el</strong> templo, después de haber llegado a su<br />

apogeo la oposición de los fariseos hacia <strong>Cristo</strong>. La primera tiene un tema más sencillo y un desenlace<br />

menos severo. En ésta, la desatención de los convidados iba acompañada de excusas, algunas de las<br />

cuales parecían ser una disculpa urbana; <strong>el</strong> desprecio de los convidados, en la segunda parábola, fue<br />

decididamente ofensivo, y aparte de <strong>el</strong>lo hubo vengonzosos atrop<strong>el</strong>los y asesinatos. En uno de los<br />

casos <strong>el</strong> huésped fue un rico ciudadano particular; y en <strong>el</strong> otro, fue <strong>el</strong> rey quien preparó la<br />

fiesta. En <strong>el</strong> primero, la fiesta, aun cuando común, fue espléndida; y en <strong>el</strong> segundo, la boda designada<br />

d<strong>el</strong> heredero real señaló la ocasión. En <strong>el</strong> primero, la retribución se concretó a la exclusión de los<br />

invitados d<strong>el</strong> banquete; en <strong>el</strong> segundo, <strong>el</strong> castigo individual fue la muerte, acompañada d<strong>el</strong> ejemplo<br />

punitivo de la destrucción de la ciudad.<br />

Nuestra r<strong>el</strong>ación de la fiesta real de bodas no ha concluido todavía, y como suplemento a la<br />

historia que acabamos de considerar, leemos lo siguiente:<br />

"Y entró <strong>el</strong> rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. Y<br />

le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. Entonces <strong>el</strong> rey<br />

dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será <strong>el</strong> lloro y<br />

<strong>el</strong> crujir de dientes. Porque muchos son llamados, y pocos escogidos."<br />

Las lecciones comprendidas en esta parte de la parábola con ventaja se pueden considerar<br />

separadamente de las de la primera sección. Como correspondía a su dignidad, <strong>el</strong> rey entró en <strong>el</strong><br />

comedor después que los huéspedes hubieron tomado su lugar según <strong>el</strong> orden dispuesto. El rápido<br />

descubrimiento de uno que no llevaba puesto <strong>el</strong> vestido prescrito indica que hizo un examen personal<br />

de los invitados. Uno podrá preguntar: Vistas las circunstancias de la urgente invitación, ¿cómo<br />

podían prepararse o vestirse debidamente para la fiesta los varios huéspedes? La unidad de la narrativa<br />

sobrentiende que en alguna forma se había providenciado para que todo <strong>el</strong> que debidamente la<br />

solicitase, recibiera la ropa prescrita por órdenes d<strong>el</strong> rey, y de conformidad con la costumbre<br />

establecida de la corte. El contexto claramente da a entender que <strong>el</strong> huésped vestido indebidamente<br />

había incurrido en un descuido, falta de respeto intencional u otra ofensa más grave. El rey lo trató con<br />

graciosa consideración al principio, preguntándole únicamente cómo había entrado sin <strong>el</strong> vestido de<br />

bodas. Si <strong>el</strong> huésped hubiera podido explicar su presentación irregular, o hubiese tenido alguna excusa<br />

razonable que ofrecer, ciertamente habría hablado; pero nos es dicho que permaneció mudo. La<br />

invitación d<strong>el</strong> rey se había extendido gratuitamente a todos aqu<strong>el</strong>los a quienes sus siervos encontraran;<br />

pero cada uno tuvo que entrar en <strong>el</strong> palacio real por la puerta, y antes de llegar al comedor, donde <strong>el</strong><br />

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