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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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CAPITULO 30<br />

JESÚS VUELVE AL TEMPLO DIARIAMENTE<br />

UN ACONTECIMIENTO INSTRUCTIVO POR EL CAMINO.<br />

A la mañana siguiente, que según nuestros cálculos, era lunes, <strong>el</strong> segundo día de la semana de la<br />

pasión, Jesús y los Doce volvieron a Jerusalén y pasaron la mayor parte d<strong>el</strong> día en <strong>el</strong> templo. Habían<br />

salido de Betania desde muy temprano y por <strong>el</strong> camino Jesús tuvo hambre. Mirando hacia d<strong>el</strong>ante vio<br />

una higuera que se distinguía d<strong>el</strong> resto de muchas otras de la región por <strong>el</strong> hecho de que se hallaba<br />

cubierta de hojas, aunque la temporada de la fruta todavía no llegaba." Es bien sabido que <strong>el</strong> capullo<br />

de la fruta de la higuera brota más temprano que las hojas, y que para cuando <strong>el</strong> árbol alcanza su<br />

mayor frondosidad los higos ya han empezado a madurar. Por otra parte, hay cierta variedad de higo<br />

que se puede comer aún cuando todavía está verde; por cierto, hasta <strong>el</strong> día de hoy es muy estimada la<br />

fruta sin madurar en <strong>el</strong> Oriente. Por tanto, sería razonable que uno esperase hallar higos comestibles,<br />

aun a principios de abril, en un árbol que ya se había cubierto de hojas. Cuando Jesús y <strong>el</strong> grupo<br />

llegaron a este árbol particular, sobre <strong>el</strong> cual con justificada razón esperaban hallar abundancia de<br />

fruta, no encontraron en él sino hojas; era un árbol de hermoso aspecto, pero sin fruto y estéril. No<br />

tenía ni higos secos de la estación anterior, que con frecuencia se hallaban en los árboles fructíferos<br />

durante la primavera. Jesús pronunció sobre <strong>el</strong> árbol un decreto de esterilidad perpetua: "Nunca jamás<br />

coma nadie fruto de ti", dijo, según la r<strong>el</strong>ación de S. Marcos, o, como leemos en S. Mateo: "Nunca<br />

jamás nazca de ti fruto." El segundo de los escritores sigue diciendo que la higuera "luego se secó";<br />

pero <strong>el</strong> primero da a entender que <strong>el</strong> efecto de la maldición no se manifestó sino hasta la siguiente<br />

mañana, cuando Jesús y los apóstoles, que una vez más viajaban de Betania a Jerusalén, "vieron que la<br />

higuera se había secado desde las raíces". Pedro llamó la atención al árbol seco, y dirigiéndose a Jesús,<br />

exclamó: "Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado."<br />

Aplicando la lección a la ocasión, Jesús dijo: "Tened fe en Dios"; y entonces repitió varias de sus<br />

promesas anteriores sobre <strong>el</strong> poder de la fe, mediante la cual es posible mover hasta montañas—en<br />

caso de que hubiera necesidad de tan milagrosa realización—y con la cual ciertamente se puede<br />

efectuar cualquier cosa necesaria. Se indicó que <strong>el</strong> marchitamiento de un árbol era cosa pequeña en<br />

comparación con las mayores posibilidades de lo que se puede lograr mediante le fe y la oración. Pero<br />

a fin de efectuar algo semejante, uno debe trabajar y orar sin reserva o duda, como <strong>el</strong> Señor claramente<br />

lo explicó: "Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá."<br />

La oración debe ser aceptable a Dios, si es que ha de ser eficaz; y sigue como consecuencia que si uno<br />

desea realizar cualquier obra por medio de la oración y la fe, debe ser digno de presentar su ruego ante<br />

<strong>el</strong> Señor; por tanto, Jesús nuevamente instruyó a los apóstoles, diciendo: "Y cuando estéis orando,<br />

perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los ci<strong>el</strong>os os<br />

perdone a vosotros vuestras ofensas."<br />

Muchos consideran que la maldición de la higuera estéril se distingue de los milagros de <strong>Cristo</strong><br />

narrados en la Biblia por <strong>el</strong> hecho de que todos los demás se efectuaron para aliviar, bendecir y<br />

generalmente para fines benéficos, mientras que éste parece un acto de juicio y ejecución destructiva.<br />

Sin embargo, no se oculta <strong>el</strong> propósito d<strong>el</strong> Señor en este milagro, y <strong>el</strong> resultado, aun cuando fatal para<br />

<strong>el</strong> árbol, constituye una bendición duradera para todos aqu<strong>el</strong>los que desean aprender y beneficiarse<br />

mediante las obras de Dios. Si <strong>el</strong> milagro no logró otra cosa más que presentar esta<br />

impresionante lección objetiva que sirvió de fondo a las instrucciones que siguieron, <strong>el</strong> árbol marchito<br />

ha prestado mayor servicio a la humanidad que todas las huertas de higos de Betfagé."<br />

Para los apóstoles aqu<strong>el</strong>lo fue una prueba adicional e indisputable d<strong>el</strong> poder d<strong>el</strong> Señor sobre la<br />

naturaleza; de su dominio en las fuerzas naturales y todas las cosas materiales; de su jurisdicción sobre<br />

la vida y la muerte. Había sanado a multitudes; <strong>el</strong> viento y las olas habían obedecido sus palabras; en<br />

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