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eal. El pueblo se le opuso mediante una protesta. Comentando la referencia a estas circunstancias en<br />
la parábola, Farrar (página 493, nota) dice: "La declaración de que un hombre noble salió a<br />
un país lejano para recibir un reino habría permanecido totalmente inint<strong>el</strong>igible si<br />
afortunadamente no hubiéramos sabido que así lo hicieron no sólo Arqu<strong>el</strong>ao sino Antipas<br />
(Antiquities of the Jews, por Josefo, xvii, 9:4). Y en <strong>el</strong> caso de Arqu<strong>el</strong>ao, los judíos efectivamente<br />
enviaron una d<strong>el</strong>e gación de cincuenta a Augusto César para informarle de sus cru<strong>el</strong>dades y oponerse<br />
a sus pretensiones, comisión que aun cuando fracasó en esa oportunidad, logró <strong>el</strong> éxito<br />
subsiguientemente. (Antiquities of the Jews, por Josefo, xvii, 13:2.) Durante la ausencia de<br />
Arqu<strong>el</strong>ao, F<strong>el</strong>ipe defendió sus propiedades de la usurpación d<strong>el</strong> procónsul Sabino. El espléndido<br />
palacio que Arqu<strong>el</strong>ao había construido en Jericó (Antiquities of the Jews, xvii, 13:1) naturalmente<br />
traería estas circunstancias a los pensamientos de Jesús, y la parábola es otro notable ejemplo de la<br />
manera en que El utilizaba los acontecimientos más comunes que lo rodeaban y los empleaba como<br />
base de sus enseñanzas más <strong>el</strong>evadas. Constituye también otra comprobación inesperada de la<br />
autenticidad y veracidad de los evang<strong>el</strong>ios."<br />
4. "No queremos que éste reine sobre nosotros".—Sobre este aspecto de la parábola,<br />
Trench (Mirades, página 390) muy a propósito comenta: "Las dos veces anteriores que Jesús había<br />
ido a recibir su reino, se oyó esta misma declaración de los labios de los judíos: Una vez<br />
cuando gritaron a Poncio Pilato: 'No tenemos más rey que César'; y de nuevo cuando se quejaron a<br />
él diciendo: 'No escribas: Rey de los judíos' (Juan 19: 15, 21; compárese con Hech. 7:17). Pero <strong>el</strong><br />
cumplimiento más exacto de estas palabras se ve en la actitud de los judíos, después de la<br />
ascensión d<strong>el</strong> Señor, en su feroz hostilidad hacia <strong>Cristo</strong> y su Iglesia incipiente. (Hech. 12:3; 13:45;<br />
14:18; 17:5; 18:6; 22:22; 23:12; 1 Tes. 2:15)."<br />
5. El día de la cena en Betania.—S. Juan fija <strong>el</strong> orden de este acontecimiento al día siguiente de<br />
la llegada de <strong>Cristo</strong> a Betania, pues como vemos en Juan 12:12, la entrada triunfal en Jerusalén ocurrió<br />
al día siguiente de la cena, y, como se dijo en <strong>el</strong> texto, lo más probable fue que Jesús llegó a Betania <strong>el</strong><br />
viernes. La gozosa procesión que entró en Jerusalén no se verificó al día siguiente d<strong>el</strong> viernes, porque<br />
era <strong>el</strong> día de reposo judío. Mateo (26:2-13) y Marcos (14:1-9) colocan <strong>el</strong> episodio de la cena después<br />
de narrar la entrada triunfal y otros acontecimientos, por lo cual algunos han inferido que estos dos<br />
escritores fijan la cena dos días antes de la Pascua. Esta inferencia carece de confirmación. El orden<br />
cronológico dado por Juan en este respecto parece ser <strong>el</strong> verdadero.<br />
6. El hogar paternal en Betania.—El hogar de Marta, María y Lázaro parece haber sido <strong>el</strong><br />
sitio acostumbrado en donde se alojaba Jesús cuando llegaba a Betania. Indudablemente gozaba<br />
de una amistad muy íntima y afectuosa con todos los miembros de la familia, aun antes de la<br />
milagrosa restauración de Lázaro a la vida, y este acontecimiento supremamente bendito debe haber<br />
convertido en venerable reverencia la estimación de que gozaba nuestro Señor en esa<br />
familia. Si esta casa y la de Simón <strong>el</strong> leproso eran idénticas, la narración bíblica no lo afirma.<br />
Aunque nos presenta un r<strong>el</strong>ato algo detallado de la cena preparada por Marta, Juan nada dice<br />
acerca de Simón o su casa. Es digno de notarse que los escritores sinóp ticos dicen muy poco<br />
acerca de este hogar en Betania. Farrar aptamente comenta (pág. 473): "Nos parece ver en los<br />
evang<strong>el</strong>istas sinópticos una reserva especial respecto de esta familia de Betania. La casa que hacen<br />
figurar prominentemente es llamada "la casa de Simón <strong>el</strong> leproso"; María es designada simplemente<br />
"una mujer" en S. Mateo y S. Marcos (Mateo 26:6, 7; Marc. 14:3); y S. Lucas se conforma con<br />
llamar "una aldea" a Betania (Lucas 10:38), aunque conocía perfectamente bien <strong>el</strong> nombre d<strong>el</strong><br />
pueblo (Lucas 19:29)."<br />
7. Ungüento de nardos.—Esta preparación es uno de los un güentos orientales más<br />
altamente estimados. El que María usó para ungir a Jesús era, según los evang<strong>el</strong>istas, "de mucho<br />
precio". En <strong>el</strong> original aparece <strong>el</strong> adjetivo pistic que algunos traducen por "líquido" y otros por<br />
"genuino". Existían muchas imitaciones inferiores d<strong>el</strong> nardo verdadero, y no hay ninguna duda<br />
de que <strong>el</strong> precioso don de María fue de lo mejor. La planta de la cual se obtiene <strong>el</strong> fragante extracto<br />
es una variedad de ciertas gramíneas oriundas de la India. En los Cantares de Salomón (1:12; 4:13,<br />
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