Jesus el Cristo - Cumorah.org

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03.05.2015 Views

proclamó a sí mismo en esta manera: "He aquí, soy Jesucristo, el Hijo de Dios. Yo crié los cielos y la tierra, y todas las cosas que en ellos hay. Fui con el Padre desde el principio. Yo soy en el Padre, y el Padre en mí, y en mí ha glorificado el Padre su nombre." A los nefitas que no podían comprender la relación entre el evangelio que les declaraba el Señor resucitado, y la ley mosaica, la cual tradicionalmente creían que estaba en vigor, y se maravillaban de su afirmación de que todas las cosas viejas habían pasado, El explicó: "He aquí, os digo que se ha cumplido la ley que se dio a Moisés. He aquí, soy yo quien di la ley, y soy el que hice convenio con mi pueblo Israel; por tanto, la ley se ha cumplido en mí, porque he venido para cumplir la ley; por tanto, ha cesado." La voz de Jesucristo, el Creador de los cielos y de la tierra, nuevamente se ha oído por medio de revelaciones en la presente, o sea la última dispensación: "Escuchad, oh pueblo de mi iglesia, vosotros a quienes el reino ha sido dado; escuchad y dad oído al que puso los fundamentos de la tierra, el que hizo los cielos con todas sus huestes, y por quien fueron hechas todas las cosas que viven, y se mueven, y tienen su ser." Y también: "He aquí, soy Jesucristo, el Hijo del Dios viviente, quien ha creado los cielos y la tierra, una luz que no se puede esconder en las tinieblas." En los nombres y títulos particulares que autorizadamente se aplican a Jesucristo está manifestada su divinidad. Según el criterio del hombre, no se puede atribuir mucha importancia a los nombres, pero en la nomenclatura de los Dioses, cada nombre es un título de poder o categoría. Dios es propiamente celoso de la santidad de su propio nombre y de los que son dados mediante esta autoridad. En el caso de aquellos hijos que fueron prometidos, El les prescribió sus nombres antes de nacer. Así fue con nuestro Señor Jesús, y con el Bautista (Juan), enviado para preparar el camino delante del Cristo. Por instrucciones divinas se han cambiado los nombres de ciertas personas, porque no expresaban con suficiente claridad el servicio particular al cual fueron llamadas, o las bendiciones especiales conferidas sobre ellas. Jesús es el nombre individual del Salvador, y escrito en esta forma, es de derivación griega; su equivalente en hebreo era Yehoshua o Yeshua, o como lo conocemos en castellano, Josué. En su forma original, era bien sabido que el nombre significaba "Ayuda de Jehová" o "Salvador". Aunque en la actualidad es un nombre tan común como Juan o José o Manuel, sin embargo, el nombre fue prescrito divinamente, como ya se ha dicho. Por tal motivo, el ángel declaró a José, con quien estaba desposada la virgen: "Y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados." Cristo es un título sagrado y no es una designación ordinaria o nombre común; es de origen griego y son idénticos su significado y el de su equivalente hebreo, Mesías, que quiere decir el Ungido. Hallamos en las Escrituras otros títulos—cada uno de los cuales encierra un significado particular— tales como Emmanuel, Salvador, Redentor, Hijo Unigénito, Señor, Hijo de Dios, Hijo del Hombre y muchos otros; el hecho de importancia principal para nosotros es que estos varios títulos expresan el origen sagrado y divinidad de nuestro Señor. Como se ha visto, los nombres o títulos esenciales de Jesucristo fueron revelados antes de su nacimiento y se dieron a conocer a los profetas que lo antecedieron en el estado terrenal. Jehová es la forma castellanizada del vocablo hebreo, Yahveh o Jahveh, que significa El que Existe por Sí Mismo o El Eterno. El hebreo, Ehyeh, que significa Yo Soy, se relaciona por significado y derivación con el término Yahve o Jehová; y de aquí se desprende el significado de ese nombre con el cual el Señor se reveló a Moisés, cuando éste recibió la comisión de ir a Egipto para librar a los hijos de Israel del cautiverio: "Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre? ¿qué les reponderé? Y respondió Dios a Moisés: Yo SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: Yo SOY me envió a vosotros." En el versículo siguiente el Señor declara que El es "el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob". Estando Moisés en Egipto, el Señor de nuevo se le manifestó, y dijo: "Yo soy JEHOVÁ. Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos." El hecho principal que connota este nombre, 26

Yo- Soy o Jehová —los dos tienen esencialmente el mismo significado—es el de existencia o duración que no tiene fin, y que, juzgado por todas las normas humanas de criterio, no pudo haber tenido principio. El nombre se relaciona con otros títulos como por ejemplo Alfa y Omega, el primero y el último, el principio y el fin. En aquella ocasión en que ciertos judíos, considerando su descendencia de Abraham como garantía de una predilección divina, impugnaron a Jesús con preguntas y críticas, El refutó sus palabras abusivas con la declaración: "De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, Yo SOY"; que es igual que si hubiese dicho, antes que Abraham, fui yo, Jehová. Los judíos quisquillosos se ofendieron a tal grado cuando lo oyeron pronunciar ese nombre, que—debido a una interpretación errónea de una Escritura anterior decían que no había de mencionarse so pena de muerte— inmediatamente tomaron piedras con la intención de matarlo. Para los judíos Jehová era un nombre inefable que no había de ser pronunciado; lo reemplazaron con otro nombre, el cual aunque sagrado no les era prohibido decir, a saber, Adonai, que significa el Señor. Los términos originales Jehová y Dios que aparecen en el Antiguo Testamento, fueron Yahveh o Adonai; y como se ha mostrado por los pasajes citados, el Ser divino designado por estos nombres sagrados era Jesús el Cristo. Juan, evangelista y apóstol, identifica en forma positiva a Jesucristo con Adonai, o el Señor que habló por boca de Isaías, y con Jehová que se expresó por conducto de Zacarías. El nombre Elohim ocurre frecuentemente en los textos hebreos del Antiguo Testamento, aunque no lo hallamos en las versiones castellanas. El vocablo es un sustantivo hebreo de forma plural pero connota una pluralidad de excelencia o intensidad, más bien que esencialmente de número. Es un término expresivo de exaltación y poder supremos o absolutos. Elohim, como lo entiende y lo emplea la Iglesia restaurada de Jesucristo, es la combinación de nombre y título que corresponde al Padre Eterno, cuyo Hijo Primogénito en el espíritu es Jehová, el Unigénito en la carne, Jesucristo. Jesús de Nazaret, que en testimonio solemne a los judíos se proclamó como Yo Soy o Jehová, que fue Dios antes que Abraham viviese sobre la tierra, es el mismo Ser que repetidamente se menciona como el Dios que hizo convenio con Abraham, Isaac y Jacob; el Dios que sacó a Israel de la esclavitud de Egipto a la libertad de la tierra prometida, el solo y único Dios, conocido por medio de revelación directa y personal entre los profetas judíos en general. Los profetas nefitas claramente entendían que Jesucristo se identificaba con el Jehová del Antiguo Testamento, y el Señor resucitado confirmó la verdad de sus enseñanzas al manifestárseles, poco después de ascender de entre los apóstoles en Jerusalén. La narración dice: "Y ocurrió que les habló el Señor, diciendo: Levantaos y venid a mí, para que podáis meter vuestras manos en mi costado y palpar las marcas de los clavos en mis manos y en mis pies, a fin de que sepáis que soy el Dios de Israel, y el Dios de toda la tierra, y que he muerto por los pecados del mundo." Parece innecesario citar pasajes extensamente en apoyo de nuestra afirmación de que Jesucristo fue Dios antes que tomara sobre sí un cuerpo de carne. Durante ese período preexistente se manifestaba una diferencia esencial entre el Padre y el Hijo, pues Aquél ya había pasado por la experiencia de la vida terrenal, incluso la muerte y la resurrección, y era, por tanto, un Ser dotado de un cuerpo perfecto e inmortal de carne y huesos, mientras que el Hijo se hallaba todavía en un estado incorpóreo. Por medio de su muerte y resurrección subsiguientes, Jesús el Cristo es, en la actualidad, un Ser semejante al Padre en todo rasgo o característica esencial. Considerando en forma general la evidencia de las Escrituras, se llega a la conclusión de que Dios el Padre Eterno se ha manifestado en muy pocas ocasiones a los profetas o reveladores terrenales, y en estos casos ha sido principalmente para testificar la autoridad divina de su Hijo Jesucristo. Como previamente se ha mostrado, el Hijo fue el administrador activo en la creación; y en todos los aspectos de esta obra creadora, el Padre parece haber tomado parte únicamente en calidad consultora. El Padre se reveló a Adán, Noé, Abraham y Moisés para atestiguar la divinidad del Cristo y el hecho de que el Hijo era el Salvador designado del género humano. Al tiempo del bautismo de Jesús se oyó la voz del Padre que decía: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia", y durante la Transfiguración, 27

proclamó a sí mismo en esta manera: "He aquí, soy Jesucristo, <strong>el</strong> Hijo de Dios. Yo crié los ci<strong>el</strong>os y la<br />

tierra, y todas las cosas que en <strong>el</strong>los hay. Fui con <strong>el</strong> Padre desde <strong>el</strong> principio. Yo soy en <strong>el</strong> Padre, y <strong>el</strong><br />

Padre en mí, y en mí ha glorificado <strong>el</strong> Padre su nombre."<br />

A los nefitas que no podían comprender la r<strong>el</strong>ación entre <strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io que les declaraba <strong>el</strong> Señor<br />

resucitado, y la ley mosaica, la cual tradicionalmente creían que estaba en vigor, y se maravillaban de<br />

su afirmación de que todas las cosas viejas habían pasado, El explicó: "He aquí, os digo que se ha<br />

cumplido la ley que se dio a Moisés. He aquí, soy yo quien di la ley, y soy <strong>el</strong> que hice convenio con mi<br />

pueblo Isra<strong>el</strong>; por tanto, la ley se ha cumplido en mí, porque he venido para cumplir la ley; por tanto,<br />

ha cesado."<br />

La voz de Jesucristo, <strong>el</strong> Creador de los ci<strong>el</strong>os y de la tierra, nuevamente se ha oído por medio de<br />

rev<strong>el</strong>aciones en la presente, o sea la última dispensación: "Escuchad, oh pueblo de mi iglesia, vosotros<br />

a quienes <strong>el</strong> reino ha sido dado; escuchad y dad oído al que puso los fundamentos de la tierra, <strong>el</strong> que<br />

hizo los ci<strong>el</strong>os con todas sus huestes, y por quien fueron hechas todas las cosas que viven, y se<br />

mueven, y tienen su ser." Y también: "He aquí, soy Jesucristo, <strong>el</strong> Hijo d<strong>el</strong> Dios viviente, quien ha<br />

creado los ci<strong>el</strong>os y la tierra, una luz que no se puede esconder en las tinieblas."<br />

En los nombres y títulos particulares que autorizadamente se aplican a Jesucristo está manifestada<br />

su divinidad. Según <strong>el</strong> criterio d<strong>el</strong> hombre, no se puede atribuir mucha importancia a los nombres,<br />

pero en la nomenclatura de los Dioses, cada nombre es un título de poder o categoría. Dios es<br />

propiamente c<strong>el</strong>oso de la santidad de su propio nombre y de los que son dados mediante esta<br />

autoridad. En <strong>el</strong> caso de aqu<strong>el</strong>los hijos que fueron prometidos, El les prescribió sus nombres antes de<br />

nacer. Así fue con nuestro Señor Jesús, y con <strong>el</strong> Bautista (Juan), enviado para preparar <strong>el</strong> camino<br />

d<strong>el</strong>ante d<strong>el</strong> <strong>Cristo</strong>. Por instrucciones divinas se han cambiado los nombres de ciertas personas, porque<br />

no expresaban con suficiente claridad <strong>el</strong> servicio particular al cual fueron llamadas, o las bendiciones<br />

especiales conferidas sobre <strong>el</strong>las.<br />

Jesús es <strong>el</strong> nombre individual d<strong>el</strong> Salvador, y escrito en esta forma, es de derivación griega; su<br />

equivalente en hebreo era Yehoshua o Yeshua, o como lo conocemos en cast<strong>el</strong>lano, Josué. En su forma<br />

original, era bien sabido que <strong>el</strong> nombre significaba "Ayuda de Jehová" o "Salvador". Aunque en la<br />

actualidad es un nombre tan común como Juan o José o Manu<strong>el</strong>, sin embargo, <strong>el</strong> nombre fue prescrito<br />

divinamente, como ya se ha dicho. Por tal motivo, <strong>el</strong> áng<strong>el</strong> declaró a José, con quien estaba desposada<br />

la virgen: "Y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados."<br />

<strong>Cristo</strong> es un título sagrado y no es una designación ordinaria o nombre común; es de origen griego<br />

y son idénticos su significado y <strong>el</strong> de su equivalente hebreo, Mesías, que quiere decir <strong>el</strong> Ungido.<br />

Hallamos en las Escrituras otros títulos—cada uno de los cuales encierra un significado particular—<br />

tales como Emmanu<strong>el</strong>, Salvador, Redentor, Hijo Unigénito, Señor, Hijo de Dios, Hijo d<strong>el</strong> Hombre y<br />

muchos otros; <strong>el</strong> hecho de importancia principal para nosotros es que estos varios títulos expresan <strong>el</strong><br />

origen sagrado y divinidad de nuestro Señor. Como se ha visto, los nombres o títulos esenciales de<br />

Jesucristo fueron rev<strong>el</strong>ados antes de su nacimiento y se dieron a conocer a los profetas que lo antecedieron<br />

en <strong>el</strong> estado terrenal.<br />

Jehová es la forma cast<strong>el</strong>lanizada d<strong>el</strong> vocablo hebreo, Yahveh o Jahveh, que significa El que<br />

Existe por Sí Mismo o El Eterno. El hebreo, Ehyeh, que significa Yo Soy, se r<strong>el</strong>aciona por significado<br />

y derivación con <strong>el</strong> término Yahve o Jehová; y de aquí se desprende <strong>el</strong> significado de ese nombre con<br />

<strong>el</strong> cual <strong>el</strong> Señor se rev<strong>el</strong>ó a Moisés, cuando éste recibió la comisión de ir a Egipto para librar a los<br />

hijos de Isra<strong>el</strong> d<strong>el</strong> cautiverio: "Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Isra<strong>el</strong>, y les<br />

digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si <strong>el</strong>los me preguntaren: ¿Cuál es su<br />

nombre? ¿qué les reponderé? Y respondió Dios a Moisés: Yo SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los<br />

hijos de Isra<strong>el</strong>: Yo SOY me envió a vosotros." En <strong>el</strong> versículo siguiente <strong>el</strong> Señor declara que El es "<strong>el</strong><br />

Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob". Estando Moisés en Egipto, <strong>el</strong> Señor de nuevo se le<br />

manifestó, y dijo: "Yo soy JEHOVÁ. Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente,<br />

mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a <strong>el</strong>los." El hecho principal que connota este nombre,<br />

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