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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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agradecimiento e inhabilidad de reconocer <strong>el</strong> poder de Dios en su restauración, y <strong>el</strong> espíritu de aqu<strong>el</strong><br />

que era samaritano. Los apóstoles deben haber interpretado <strong>el</strong> acontecimiento como una evidencia de<br />

la posible aceptación y exc<strong>el</strong>encia de los extranjeros, con lo cual se desacreditaba la pretensión judía<br />

de su superioridad sin <strong>el</strong> mérito correspondiente.<br />

EL FARISEO Y EL PUBLICARLO.<br />

"A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta<br />

parábola:<br />

"Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y <strong>el</strong> otro publicano. El fariseo, puesto en<br />

pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres,<br />

ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos<br />

de todo lo que gano. Mas <strong>el</strong> publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al ci<strong>el</strong>o, sino que<br />

se golpeaba <strong>el</strong> pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa<br />

justificado antes que <strong>el</strong> otro; porque cualquiera que se enaltece, -era humillado; y <strong>el</strong> que se humilla<br />

será enaltecido."<br />

Expresamente nos es dicho que se dio esta parábola para <strong>el</strong> beneficio de "unos que confiaban en sí<br />

mismos", preciándose de justos, seguro de ser jutificados d<strong>el</strong>ante de Dios. No se dirigió<br />

particularmente ni a los fariseos ni a los publicanos. Los dos personajes representan clases muy<br />

separadas. Posiblemente existía entre los discípulos, y no poco aun entre los Doce, mucho de ese<br />

espíritu farisaico de autarquía. Un fariseo y un publicano subieron al templo a orar. El fariseo "'oraba<br />

consigo mismo"; sus palabras difícilmente constituyeron una oración a Dios. No hubo impropiedad en<br />

<strong>el</strong> hecho de haber orado de pie, porque esta actitud era usual durante la oración; <strong>el</strong> publicano también<br />

se mantuvo en pie. El fariseo le dio gracias a Dios por ser mucho mejor que los demás hombres; era un<br />

representante verdadero de su clase, un separatista que miraba con desdén a todos los que no eran<br />

como él.<br />

Especialmente agradecido estaba porque no era "como este publicano". Con su presunción de<br />

ayunar dos veces a la semana y dar diezmos de todo cuanto poseía indicaba que sus obras<br />

sobrepujaban lo requerido por la ley, k según se administraba en esa época; y en esta forma daba a<br />

entender que Dios era su deudor. El publicano, estando lejos, se sentía tan abatido por <strong>el</strong><br />

conocimiento de sus pecados y su necesidad absoluta de ayuda divina, que bajó la vista y se hirió <strong>el</strong><br />

pecho, implorando misericordia como pecador arrepentido. El fariseo, justificado en su propia<br />

conciencia y d<strong>el</strong>ante de los hombres, se retiró, más <strong>org</strong>ulloso que antes. El otro descendió a su casa<br />

justificado d<strong>el</strong>ante de Dios aunque todavía era un publicano despreciado. La parábola se aplica a todos<br />

los hombres; su lección moral quedó sintetizada en las palabras de nuestro Señor, repetidas en la casa<br />

d<strong>el</strong> gobernador fariseo: "Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y <strong>el</strong> que se humilla será<br />

enaltecido."<br />

SOBRE EL MATRIMONIO Y EL DIVORCIO.<br />

Mientras se dirigía hacia Jerusalén, haciendo cortas escalas aquí y allí, y hallándose todavía "al<br />

otro lado d<strong>el</strong> Jordán", o sea en territorio pereo, salieron al encuentro de Jesús algunos fariseos que<br />

llegaron con <strong>el</strong> objeto intencional de incitarlo a que dijera o hiciera algo de que pudieran acusarlo. La<br />

pregunta que habían acordado proponerle se r<strong>el</strong>acionaba con <strong>el</strong> casamiento y <strong>el</strong> divorcio, y no había<br />

tema más vehementemente disputado en sus propias escu<strong>el</strong>as y entre sus propios rabinos.<br />

Los astutos inquisidores quizá esperaban oír a Jesús denunciar <strong>el</strong> estado de adulterio en que<br />

Herodes Antipas estaba viviendo en esa época, y de esta manera traer sobre sí <strong>el</strong> odio de Herodías, d<strong>el</strong><br />

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