Jesus el Cristo - Cumorah.org

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03.05.2015 Views

probablemente habían anunciado su venida. Uno de aquellos a quienes su doctrina había impresionado, le hizo esta pregunta: "Señor, ¿son pocos los que se salvan?" Jesús respondió: "Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán." 11 Amplió luego este consejo para mostrar que el descuido o la postergación de la obediencia a los requisitos de la salvación puede resultar en la pérdida del alma. Al cerrarse la puerta del juicio, muchos empezarán a llamar y algunos dirán que conocieron al Señor porque comieron y bebieron con El, y oyeron sus enseñanzas en sus propias casas; pero a los que no aceptaron la verdad cuando les fue ofrecida, el Señor dirá: "Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad." También se amonestó al pueblo que su linaje israelita en ninguna manera los salvaría, porque muchos que no eran del pueblo del convenio creerían y se salvarían, mientras que los israelitas indignos serían echados fuera. Por consiguiente, "hay postreros que serán primeros, y primeros que serán postreros". SE ADVIERTE A JESÚS DEL COMPLOT DE HERODES. El día en que pronunció el discurso que acabamos de considerar, llegaron a Jesús ciertos fariseos con esta amonestación y consejo: "Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar." Hasta aquí hemos visto la hostilidad manifiesta de los fariseos hacia el Señor, o sus maquinaciones secretas en contra de El; y algunos comentadores ven en esta advertencia otra prueba de la astucia farisaica, cuyo fin posiblemente era remover la presencia de Cristo de esa provincia, o encaminarlo hacia Jerusalén donde su tribunal supremo nuevamente podría echarle mano. ¿No conviene que seamos liberales y caritativos en nuestro juicio de las intenciones de otros? Indudablemente había hombres buenos en la fraternidad de los fariseos," y los que informaron a Cristo del complot contra su vida posiblemente fueron impulsados por razones compasivas, y aun pudieron haber sido creyentes en sus corazones. La respuesta de Jesús parece apoyar la probabilidad de que Herodes estaba tramando contra la libertad o vida de nuestro Señor. Recibió la información con toda seriedad, y lo que comentó al respecto constituye una de sus declaraciones más severas dirigidas contra cualquier individuo. "Id, y decid a aquella zorra-—les declare)—he aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra." La mención de hoy, mañana y el tercer día fue la manera de expresar el tiempo presente en el que el Señor obraba entonces, el futuro inmediato durante el cual continuaría su ministerio—El sabía que el día de su muerte no ocurriría sino hasta dentro de algunos meses— y el tiempo en que habría de terminar su obra terrenal y El fuera perfeccionado. Incontrovertiblemente dio a entender que no tenía la intención de apresurarse, acortar su viaje o cesar sus obras por temor de Herodes Antipas, de cuya astucia y mañas no había mejor tipo que la artera y carnívora zorra. No obstante, Cristo se proponía seguir adelante, y dentro de poco, en el curso ordinario de su obra, saldría de Perea, que era parte del dominio de Herodes, y llegaría a Judea; y en la hora conocida de antemano haría su entrada final en Jerusalén, porque en tal ciudad tendría que efectuar su sacrificio. "No es posible—explicó—que un profeta muera fuera de Jerusalén." La terrible realidad de que El, el Cristo, sería muerto en la ciudad principal de Israel lo impulsó a declarar su conmovedora profecía contra Jerusalén, que volvió a repetir cuando por última vez se escuchó su voz dentro de los recintos del templo. NOTAS AL CAPITULO 26. 1. El ministerio de Cristo después que partió de Galilea por la última vez.—Juan nos dice que Jesús viajó "no abiertamente, sino como en secreto" (7:10), al dirigirse de Galilea a Jerusalén para asistir a la Fiesta de los Tabernáculos. Parece improbable que las numerosas obras, que en las narraciones sinópticas caracterizan el ministerio de nuestro Señor desde Galilea hasta Perea, Samaría y 238

partes de Judea, se hayan efectuado durante este viaje especial y con aspecto sigiloso, en la ocasión de la Fiesta de los Tabernáculos. Es notable la falta de concordancia entre los escritores sobre el orden de )os acontecimientos verificados durante la vida de Cristo. Basta hacer una comparación de las "concordancias" publicadas en las más prominentes Ayudas Bíblicas (v. gr.: Las ayudas de Oxford y Bagster), para poner de relieve estos conceptos divergentes. El tema de las enseñanzas de nuestro Señor conserva su propio valor intrínseco a pesar de incidentes puramente circunstanciales. El siguiente pasaje de Farrar (Life of Ckrist, capítulo 42) podrá serle útil al estudiante, el cual, sin embargo, debe tener presente que se trata, según lo declarado, de una disposición tentativa o posible: "Es bien sabido que toda esta importante sección de S. Lucas —de 9:51 a 18:30—constituye un solo episodio de la narrativa evangélica, muchos de cuyos acontecimientos únicamente este evangelista relata, y en la cual las escasas referencias en cuanto a tiempo y lugar indican un progreso lento y solemne de Galilea hacia Jerusalén (9:51; 13:22: 17:11; 10:38). Después de la Fiesta de la Dedicación nuestro Señor permaneció en Perea hasta el tiempo de la muerte de Lázaro (Juan 10:40-42; 11:1-46); después de la resurrección de Lázaro se retiró a Efraín (11:54); y no salió de este sitio sino hasta que partió para Betania, seis días antes de su última Pascua (12:1). "De manera que esta importante jornada de Galilea a Jerusalén, tan pródiga' en sucesos que ocasionaron algunas de sus palabras más notables, debe haber sido un viaje a la Fiesta de los Tabernáculos o bien a la Fiesta de la Dedicación. Podemos descartar el primero de los dos, no sólo por otras razones, sino principalmente porque fue rápido y secreto, mientras que el segundo se distinguió por su carácter público y pausado. "Casi todo investigador parece diferir en un grado mayor o menor en lo que respecta al orden y cronología exactos de los acontecimientos subsiguientes. Sin entrar en una disertación minuciosa y cansada, en la que es imposible la certeza absoluta, voy a narrar este período de la vida de nuestro Señor de acuerdo con el orden en que, después de estudiar repetidamente los evangelios, me parece el más probable, y cuyos detalles separados me han sido confirmados una y otra vez por las conclusiones de otros investigadores independientes. Así que, sólo asentaré la premisa de mi convicción: "1. De que la serie de acontecimientos narrados en S. Lucas hasta 18:30 se refiere principalmente a un solo viaje, aunque por motivo de la correspondencia de temas u otras causas, el escritor sagrado :uvo necesidad de intercalar en su narrativa algunos acontecimientos o palabras que pertenecen a una época anterior o posterior. "2. De que el orden de los hechos narrados aun por S. Lucas únicamente, no es, ni afirma en manera alguna ser, estrictamente cronológico; de manera que el lugar en que se coloca tal o cual suceso en la narración, en ningún sentido indica su posición verdadera de acuerdo con el orden de tiempo. "3. De que son idénticos este viaje y lo que parcialmente se ha narrado en S. Mateo 18:1; 20:16; Marc. 10:1-31. "4. De que (como palpablemente se ve por la evidencia interna) los acontecimientos relatados en S. Mateo 20:17-28; S. Marcos 10:32-45; S. Lucas 18:31-34, no pertenecen a este viaje, sino al último emprendido por Jesús en su vida, a saber, de Efraín a Betania y Jerusalén." 2. Jesús en Betania.—Algunos escritores (u. gr.: Edersheim) fijan el tiempo de este acontecimiento durante el curso del viaje de nuestro Señor a Jerusalén para asistir a la Fiesta de los Tabernáculos; otros (v. gr.: Gieke) suponen que ocurrió inmediatamente después de dicha fiesta; y todavía hay otros (u. gr.: Farrar) que lo colocan en la víspera de la Fiesta de la Dedicación, casi tres meses después. El lugar que se le ha dado en el texto es el mismo que aparece en la narración bíblica. 3. ¿Son pocos los que se salvan?—Por medio de las revelaciones de los últimos días nos es dado a saber que en la otra vida hallaremos condiciones graduadas, y que, además de la salvación, existen las altas glorias de la exaltación. Los reinos o glorias particulares de los redimidos, exceptuando los hijos de perdición, son el celestial, el terrestre y el telestial. Se indica que los que logren un lugar en el telestial, el menor de los tres, serán "innumerables como las estrellas en el firmamento del cielo, o 239

probablemente habían anunciado su venida. Uno de aqu<strong>el</strong>los a quienes su doctrina había<br />

impresionado, le hizo esta pregunta: "Señor, ¿son pocos los que se salvan?" Jesús respondió:<br />

"Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no<br />

podrán." 11 Amplió luego este consejo para mostrar que <strong>el</strong> descuido o la postergación de la obediencia a<br />

los requisitos de la salvación puede resultar en la pérdida d<strong>el</strong> alma. Al cerrarse la puerta d<strong>el</strong> juicio,<br />

muchos empezarán a llamar y algunos dirán que conocieron al Señor porque comieron y bebieron con<br />

El, y oyeron sus enseñanzas en sus propias casas; pero a los que no aceptaron la verdad cuando les fue<br />

ofrecida, <strong>el</strong> Señor dirá: "Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de<br />

maldad." También se amonestó al pueblo que su linaje isra<strong>el</strong>ita en ninguna manera los salvaría, porque<br />

muchos que no eran d<strong>el</strong> pueblo d<strong>el</strong> convenio creerían y se salvarían, mientras que los isra<strong>el</strong>itas<br />

indignos serían echados fuera. Por consiguiente, "hay postreros que serán primeros, y primeros que<br />

serán postreros".<br />

SE ADVIERTE A JESÚS DEL COMPLOT DE HERODES.<br />

El día en que pronunció <strong>el</strong> discurso que acabamos de considerar, llegaron a Jesús ciertos fariseos<br />

con esta amonestación y consejo: "Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar." Hasta aquí<br />

hemos visto la hostilidad manifiesta de los fariseos hacia <strong>el</strong> Señor, o sus maquinaciones secretas en<br />

contra de El; y algunos comentadores ven en esta advertencia otra prueba de la astucia farisaica, cuyo<br />

fin posiblemente era remover la presencia de <strong>Cristo</strong> de esa provincia, o encaminarlo hacia Jerusalén<br />

donde su tribunal supremo nuevamente podría echarle mano. ¿No conviene que seamos liberales y<br />

caritativos en nuestro juicio de las intenciones de otros? Indudablemente había hombres buenos en la<br />

fraternidad de los fariseos," y los que informaron a <strong>Cristo</strong> d<strong>el</strong> complot contra su vida posiblemente<br />

fueron impulsados por razones compasivas, y aun pudieron haber sido creyentes en sus corazones.<br />

La respuesta de Jesús parece apoyar la probabilidad de que Herodes estaba tramando contra la<br />

libertad o vida de nuestro Señor. Recibió la información con toda seriedad, y lo que comentó al<br />

respecto constituye una de sus declaraciones más severas dirigidas contra cualquier individuo. "Id, y<br />

decid a aqu<strong>el</strong>la zorra-—les declare)—he aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana,<br />

y al tercer día termino mi obra." La mención de hoy, mañana y <strong>el</strong> tercer día fue la manera de expresar<br />

<strong>el</strong> tiempo presente en <strong>el</strong> que <strong>el</strong> Señor obraba entonces, <strong>el</strong> futuro inmediato durante <strong>el</strong> cual continuaría<br />

su ministerio—El sabía que <strong>el</strong> día de su muerte no ocurriría sino hasta dentro de algunos meses— y <strong>el</strong><br />

tiempo en que habría de terminar su obra terrenal y El fuera perfeccionado. Incontrovertiblemente dio<br />

a entender que no tenía la intención de apresurarse, acortar su viaje o cesar sus obras por temor de<br />

Herodes Antipas, de cuya astucia y mañas no había mejor tipo que la artera y carnívora zorra. No<br />

obstante, <strong>Cristo</strong> se proponía seguir ad<strong>el</strong>ante, y dentro de poco, en <strong>el</strong> curso ordinario de su obra, saldría<br />

de Perea, que era parte d<strong>el</strong> dominio de Herodes, y llegaría a Judea; y en la hora conocida de antemano<br />

haría su entrada final en Jerusalén, porque en tal ciudad tendría que efectuar su sacrificio. "No es<br />

posible—explicó—que un profeta muera fuera de Jerusalén."<br />

La terrible realidad de que El, <strong>el</strong> <strong>Cristo</strong>, sería muerto en la ciudad principal de Isra<strong>el</strong> lo impulsó a<br />

declarar su conmovedora profecía contra Jerusalén, que volvió a repetir cuando por última vez se<br />

escuchó su voz dentro de los recintos d<strong>el</strong> templo.<br />

NOTAS AL CAPITULO 26.<br />

1. El ministerio de <strong>Cristo</strong> después que partió de Galilea por la última vez.—Juan nos dice que<br />

Jesús viajó "no abiertamente, sino como en secreto" (7:10), al dirigirse de Galilea a Jerusalén para<br />

asistir a la Fiesta de los Tabernáculos. Parece improbable que las numerosas obras, que en las<br />

narraciones sinópticas caracterizan <strong>el</strong> ministerio de nuestro Señor desde Galilea hasta Perea, Samaría y<br />

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