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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala;<br />

¿para qué inutiliza también la tierra? El entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año,<br />

hasta que yo cave alrededor de <strong>el</strong>la, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después."<br />

En la literatura judía, particularmente en la doctrina rabínica, frecuentemente se menciona la<br />

higuera como símbolo de la nación. La amonestación comprendida en la parábola es clara; <strong>el</strong> <strong>el</strong>emento<br />

de la posibilidad de escapar es igualmente palpable. Si la higuera representa al pueblo d<strong>el</strong> convenio,<br />

entonces la viña naturalmente ha de ser <strong>el</strong> mundo en general, y <strong>el</strong> viñador, <strong>el</strong> Hijo de Dios, <strong>el</strong> cual por<br />

medio de su ministerio personal y solícito cuidado intercede por <strong>el</strong> árbol estéril, con la esperanza de<br />

que aún llegue a dar fruto. La parábola es de aplicación universal; pero en lo que respecta a su<br />

aplicación especial a la "higuera" judía de aqu<strong>el</strong>la época, la consumación consiguiente fue espantosa.<br />

Juan <strong>el</strong> Bautista había proclamado la amonestación de que <strong>el</strong> hacha ya estaba puesta a la raíz de los<br />

árboles, y que todo árbol infructuoso sería talado.<br />

ES SANADA UNA MUJER EN EL DÍA DE REPOSO.<br />

Un cierto día de reposo, Jesús enseñaba en una sinagoga; en qué lugar no nos es dicho, pero<br />

probablemente fue en una de las aldeas de Perea. Se hallaba presente una mujer que durante dieciocho<br />

años había estado padeciendo de una enfermedad que había torcido y atrofiado los músculos de su<br />

cuerpo a tal grado que andaba encorvada, "y en ninguna manera se podía enderezar". Jesús la llamó a<br />

su lado y sin esperar que le hiciera una solicitud, dijo sencillamente: "Mujer, eres libre de tu<br />

enfermedad." Acompañó a estas palabras <strong>el</strong> acto de la imposición de manos, rasgo de su ministerio<br />

sanador que no siempre efectuaba. La mujer sanó en <strong>el</strong> acto y se enderezó; y, reconociendo la fuente<br />

d<strong>el</strong> poder mediante <strong>el</strong> cual fue librada de su aflicción, glorificó a Dios con una oración ferviente de<br />

acción de gracias. Indudablemente muchos de los presentes se regocijaron con <strong>el</strong>la; pero hubo uno<br />

cuya alma solamente sintió indignación, y éste era <strong>el</strong> principal o director de la sinagoga. En lugar de<br />

dirigirse a Jesús, cuya potestad tal vez temía, virtió sus malos sentimientos sobre <strong>el</strong> pueblo, declarando<br />

que había seis días en los cuales los hombres debían trabajar, y que en esos días podían presentarse<br />

todos los que desearan ser sanados, pero no en <strong>el</strong> día de reposo. La represensión aparentemente fue<br />

para <strong>el</strong> pueblo, especialmente la mujer que había recibido la bendición, pero en realidad la dirigió a<br />

Jesús; porque si en la curación había habido algún <strong>el</strong>emento de trabajo, fue El quien lo efectuó, no la<br />

mujer, ni ninguno de los otros. El Señor respondió directamente al principal de la sinagoga: "Hipócrita,<br />

cada uno de vosotros ¿no desata en <strong>el</strong> día de reposo su buey o su asno d<strong>el</strong> pesebre y lo lleva a<br />

beber? Y a esta hija de Ábraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de<br />

esta ligadura en <strong>el</strong> día de reposo?"<br />

De esto se puede inferir que <strong>el</strong> padecimiento de la mujer se debía a una causa mayor que la<br />

condición de sus músculos; pues S. Lucas, siendo él mismo médico, k nos dice que "tenía espíritu de<br />

enfermedad", y repite las palabras significativas d<strong>el</strong> Señor, de que Satanás la había tenido atada<br />

dieciocho años. Sin embargo, cualquiera que haya sido su enfermedad, ora física en su totalidad, ora<br />

en parte mental y espiritual, la mujer quedó libre de su aflicción. Una vez más <strong>el</strong> <strong>Cristo</strong> resultó<br />

triunfante; y "se avergonzaban todos sus adversarios", al grado de no osar decir más, mientras que los<br />

creyentes se regocijaban. Tras <strong>el</strong> reproche dirigido al principal de la sinagoga, Jesús pronunció un<br />

breve discurso en <strong>el</strong> cual quedaron comprendidas algunas de las enseñanzas presentadas anteriormente<br />

en Galilea, incluso las parábolas de la semilla de mostaza y de la levadura.<br />

¿SE SALVARÁN MUCHOS O POCOS?<br />

Mientras continuaba su viaje hacia Jerusalén, Jesús enseñó en muchas de las ciudades y aldeas de<br />

Perea. Los Setenta, a quienes envió a fin de preparar al pueblo para recibir su ministerio,<br />

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