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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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manera les sería requerido más; y tendrían que dar cuenta más exacta de su mayordomía.<br />

El Señor entonces se refirió con algún sentimiento a su propia misión, y especialmente a los<br />

espantosos acontecimientos que pronto le sobrevendrían, diciendo: "De un bautismo tengo que ser<br />

bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!" Una vez más habló de las contiendas y<br />

disenciones que acompañarían la predicación de su evang<strong>el</strong>io, y se refirió al significado de los<br />

acontecimientos que en esa época eran corrientes. A los que siempre estaban listos para interpretar las<br />

señales d<strong>el</strong> tiempo, y sin embargo permanecían intencionalmente ciegos a los importantes desarrollos<br />

de la época, tachó cáusticamente de hipócritas.<br />

"SI NO OS ARREPENTÍS, TODOS PERECERÉIS IGUALMENTE'.<br />

Algunos de los que habían estado escuchando <strong>el</strong> discurso de nuestro Señor le r<strong>el</strong>ataron las<br />

circunstancias de un acontecimiento trágico que se había verificado, probablemente poco antes, dentro<br />

de los muros d<strong>el</strong> templo. Los soldados romanos habían dado muerte a un número de galileos al pie d<strong>el</strong><br />

altar, de modo que su sangre se había mezclado con la de las víctimas sacrificadas. Es probable que la<br />

matanza de estos galileos vino como consecuencia de alguna demostración violenta de resentimiento<br />

judío contra la autoridad romana, acto que <strong>el</strong> procurador Pilato interpretó como una insurrección<br />

incipiente que era necesario sofocar rápidamente a fuerza de armas. Como estas sublevaciones no eran<br />

infrecuentes, se había erigido la torre o fortaleza romana de Antonia en posición tal que dominaba los<br />

patios d<strong>el</strong> templo, con los cuales estaba unida por medio de una ancha gradería; y así los soldados<br />

podían llegar rápidamente al patio en cuanto surgía la primera señal de algún disturbio. No se declara<br />

con qué propósito los informantes comunicaron este asunto a Jesús; pero cabe la probabilidad de que<br />

al hablarles de las señales de los tiempos, se acordaron de la tragedia y les vino <strong>el</strong> deseo de especular<br />

sobre <strong>el</strong> significado más profundo de lo ocurrido. Quizá algunos se preguntaban si la suerte que<br />

sobrevino a estas víctimas galileas acaso no fue una retribución merecida. Como quiera que sea, Jesús<br />

se refirió al concepto que se habían formado. Por medio de preguntas y respuestas les aseguró que no<br />

había razón para juzgar a los que habían sido muertos en esa manera, de ser más pecadores que <strong>el</strong> resto<br />

de los galileos, y luego añadió: "Antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente."<br />

Entonces, refiriéndose por su propia cuenta a otra catástrofe, citó la ocasión en que dieciocho<br />

personas habían muerto al caer sobre <strong>el</strong>los una torre en Siloé, y afirmó que no por eso debería<br />

considerárs<strong>el</strong>es de ser más pecadores que cualquier otro jerosolimitano. Y volvió a reiterar: "Antes<br />

si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente." Quizá algunos creían que los hombres sobre quienes<br />

había caído la torre<br />

se habían merecido tal castigo; y aumentaría la probabilidad de este concepto si resultara ser<br />

correcta la suposición generalmente aceptada, de que esta calamidad les sobrevino mientras<br />

trabajaban, empleados por los romanos, en la construcción de un acueducto, para lo cual Pilato había<br />

echado mano d<strong>el</strong> "corbán" o sagrado tesoro entregado por voto al templo. 6<br />

No es prerrogativa d<strong>el</strong> hombre decidir sobre los propósitos y designios de Dios, ni juzgar, sin más<br />

razonamiento que <strong>el</strong> humano, si tal o cual persona padeció un desastre como consecuencia directa de<br />

sus pecados individuales.' Sin embargo, los hombres siempre han mostrado propensión a juzgar en<br />

esta forma. Son muchos los que heredan <strong>el</strong> espíritu de los amigos de Job, los cuales dieron por sentada<br />

su culpabilidad, de bido a las grandes calamidades y sufrimientos que le habían sobrevenido. 5 Aun<br />

mientras Jesús hablaba, se cernía sobre <strong>el</strong> templo, la ciudad y la nación una calamidad sombría y<br />

espantosa; y a menos que <strong>el</strong> pueblo se arrepintiera y aceptara al Mesías, que entonces se hallaba en<br />

medio de <strong>el</strong>los, se verificaría <strong>el</strong> decreto de destrucción hasta su terrible cumplimiento. De ahí, pues,<br />

que como dijo Jesús, a menos que <strong>el</strong> pueblo se arrepintiera, tendría que perecer. La necesidad<br />

imperativa de una reforma quedó ilustrada en la Parábola de la Higuera Estéril.<br />

"Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en <strong>el</strong>la, y no lo halló. Y<br />

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