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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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concedió la súplica de la mujer, nadie debe dudar de que Dios, Justo y Misericordioso, también oirá y<br />

contestará. La obstinación d<strong>el</strong> juez, totalmente inicua en lo que a él concernía, pudo al fin haber<br />

redundado en beneficio de la viuda; pues si fácilmente hubiese podido <strong>el</strong>la obtener reparación, tal vez<br />

se habría vu<strong>el</strong>to descuidada nuevamente, con la posibilidad de que le resultara un adversario peor que<br />

<strong>el</strong> primero. Se declara en forma categórica <strong>el</strong> propósito para <strong>el</strong> cual <strong>el</strong> Señor r<strong>el</strong>ató esta parábola; fue,<br />

como lo dicen las Escrituras, para hacerles ver "la necesidad de orar siempre, y no desmayar".<br />

CRÍTICA DE LOS FARISEOS Y ABOGADOS.<br />

La obra misericordiosa de nuestro Señor, de echar fuera a un demonio que se había posesionado de<br />

un hombre, tra-yéndole como consecuencia la mudez, nuevamente hizo surgir una variedad de<br />

comentarios respecto d<strong>el</strong> origen de sus poderes sobrehumanos. Se revivió la antigua teoría farisaica de<br />

que sujetaba los demonios "por Be<strong>el</strong>zebú, príncipe de los demonios". Igual que en esa ocasión<br />

anterior, a la cual ya nos referimos, se demostró la absoluta ridiculez de tal concepto. Continuando su<br />

discurso, Jesús habló de las tinieblas espirituales que imp<strong>el</strong>en a los inicuos a buscar señales, mencionó<br />

<strong>el</strong> desengaño y condenación que los esperan, y declaró otros preciosos preceptos.<br />

"Luego que hubo hablado, le rogó un fariseo que comiese con él." Los acompañaron otros fariseos<br />

así como intérpretes de la ley, y Jesús intencionalmente omitió <strong>el</strong> lavamiento ceremonial de manos,<br />

que todos los demás de la compañía escrupulosamente observaron antes de sentarse a la mesa. La<br />

omisión provocó un murmullo de desaprobación, cuando no censura audible. Jesús empleó la ocasión<br />

para expresar una punzante crítica de la exterioridad farisaica, comparándola al lavamiento de un<br />

receptáculo por fuera mientras que <strong>el</strong> interior permanece sucio. "Necios—les dijo—¿<strong>el</strong> que hizo lo de<br />

afuera no hizo también lo de adentro?" Podríamos darle esta otra forma a la pregunta: "¿Acaso Dios,<br />

que estableció las observancias exteriores de la ley, no ordenó también los requerimientos interiores y<br />

espirituales d<strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io?" Respondiendo a la interrogación de uno de los intérpretes de la ley, Jesús<br />

los incluyó en su reproche comprensivo. Los fariseos y los escribas se ofendieron por esta censura<br />

dirigida en contra de <strong>el</strong>los, por lo que "comenzaron a estrecharle en gran manera, y a provocarle a que<br />

hablase de muchas cosas; acechándole, y procurando cazar alguna palabra de su boca para acusarle".<br />

En vista de que las palabras que nuestro Señor habló en esta ocasión, son las mismas que más tarde<br />

pronunció en <strong>el</strong> templo, conviene aplazar un estudio más extenso d<strong>el</strong> asunto hasta que consideremos,<br />

en su orden, ese notable acontecimiento.<br />

LOS DISCÍPULOS SON AMONESTADOS Y ALENTADOS.<br />

El interés popular en los movimientos de nuestro Señor se manifestó con la misma intensidad en la<br />

región allende <strong>el</strong> Jordán, que la que había suscitado en Galilea. Leemos que lo rodeaba "por millares la<br />

multitud, tanto que unos a otros se atrep<strong>el</strong>laban". Dirigiéndose a la muchedumbre, y más particularmente<br />

a sus discípulos, Jesús les advirtió que se cuidaran de la levadura de los fariseos, que El<br />

tildó de hipocresía.' Con los hechos que tan recientemente se habían desarrollado en la mesa d<strong>el</strong><br />

fariseo, la amonestación cobró significado especial. Se repitieron algunos de los preceptos a que nos<br />

referimos en r<strong>el</strong>ación con su ministerio en Galilea, y se hizo particular hincapié en la superioridad d<strong>el</strong><br />

alma sobre <strong>el</strong> cuerpo, y de la vida eterna comparada con la breve duración de la existencia terrenal.<br />

Uno de la compañía, pensando sólo en sus intereses egoístas, incapaz de ver más allá d<strong>el</strong> aspecto<br />

material de la vida, levantó la voz y exclamó: "Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la<br />

herencia." Jesús inmediatamente se negó a actuar como mediador o juez en <strong>el</strong> asunto, y respondió:<br />

"Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o oartidor?" Se manifiesta claramente la<br />

prudencia de su no intervención. Como en <strong>el</strong> caso de la mujer adúltera que le habían traído para que se<br />

le pronunciara juicio, 11 igualmente se refrenó de interponerse en asuntos de administración legal en<br />

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