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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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tal vez semanas y posiblemente meses. No nos es dicho en qué época o lugar se volvieron a reunir con<br />

<strong>el</strong> Maestro; pero sí estamos seguros de que la autoridad y <strong>el</strong> poder de <strong>Cristo</strong> se manifestaron<br />

abundantemente en su ministerio, y que se habían regocijado a causa de <strong>el</strong>lo. "Señor—le dijeron—aun<br />

los demonios se nos sujetan en tu nombre." AI oír este testimonio, Jesús afirmó solemnemente: "Yo<br />

veía a Satanás caer d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o como un rayo." Estas palabras se refirieron a la expulsión d<strong>el</strong> reb<strong>el</strong>de hijo<br />

de la mañana después de su derrota por Migu<strong>el</strong> y las huestes c<strong>el</strong>estiales.' El Señor encomió a los<br />

Setenta por sus fi<strong>el</strong>es labores, y con la condición sobrentendida de que continuarían fi<strong>el</strong>es, les aseguró<br />

que gozarían de facultades más amplias: "Os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre<br />

toda fuerza d<strong>el</strong> enemigo, y nada os dañará." u En la promesa de que pisarían serpientes y escorpiones<br />

estaba comprendida la inmunidad contra <strong>el</strong> daño de los animales venenosos que encontraran en <strong>el</strong><br />

cumplimiento de sus deberes/ así como <strong>el</strong> poder para vencer a los espíritus inicuos que sirven al<br />

diablo, expresamente llamado la serpiente en otro lugar.* No obstante la grandeza de este poder y<br />

autoridad que de la manera citada les sería comunicado, se aconsejó a estos discípulos que no se<br />

regocijaran a causa de <strong>el</strong>lo, ni tampoco por <strong>el</strong> hecho de que los espíritus malos se habían sujetado a<br />

<strong>el</strong>los, sino más bien porque <strong>el</strong> Señor los aceptaba, y porque sus nombres se hallaban escritos en los<br />

ci<strong>el</strong>os.<br />

Jesús se regocijó al ver <strong>el</strong> justo gozo y fid<strong>el</strong>idad de sus siervos. La manera más adecuada de dar<br />

voz a su f<strong>el</strong>icidad fue por medio de la oración, y se expresó de esta manera: "Yo te alabo, oh Padre,<br />

Señor d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has<br />

rev<strong>el</strong>ado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó." Comparados con los eruditos de la época, tales<br />

como los rabinos y escribas, cuyo conocimiento sólo servía para endurecer sus corazones contra la<br />

verdad, estos siervos devotos eran como niños en humildad, confianza y fe. Tales niños han constituido<br />

y constituyen los nobles d<strong>el</strong> reino. Igual que en las horas de angustia sombría, en este momento<br />

de justo regocijo por la fid<strong>el</strong>idad de sus discípulos, Jesús se comunicó con <strong>el</strong> Padre, cuya voluntad El<br />

tenía por objeto único cumplir.<br />

El gozo de nuestro Señor en esta ocasión se puede comparar con <strong>el</strong> que sintió cuando Pedro<br />

prorrumpió en una confesión nacida d<strong>el</strong> alma, y declaró: "Tú eres <strong>el</strong> <strong>Cristo</strong>, <strong>el</strong> Hijo d<strong>el</strong> Dios viviente."<br />

Solemnemente dijo a los Setenta: "Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce<br />

quién es <strong>el</strong> Hijo sino <strong>el</strong> Padre; ni quién es <strong>el</strong> Padre sino <strong>el</strong> Hijo, y aqu<strong>el</strong> a quien <strong>el</strong> Hijo lo quiera<br />

rev<strong>el</strong>ar." Entonces, hablando más íntimamente a los discípulos, añadió: "Bienaventurados los ojos que<br />

ven lo que vosotros veis; porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros<br />

veis, y no lo vieron; y oir lo que oís, y no lo oyeron."<br />

¿QUIÉN ES MI PRÓJIMO?<br />

Ya hemos visto que los fariseos y otros de su categoría estaban continuamente al acecho para<br />

hostigar y posiblemente desconcertar a Jesús sobre cuestiones de ley y doctrina, y provocarlo a que<br />

obrara o hablara contra <strong>el</strong> orden establecido. Posiblemente la narración que S. Lucas coloca en seguida<br />

de su r<strong>el</strong>ato acerca d<strong>el</strong> gozoso regreso de los Setenta sea uno de tantos esfuerzos, porque nos dice que<br />

"un intérprete de la ley", hizo una pregunta a Jesús para probarlo. a Considerando con toda la<br />

benevolencia posible <strong>el</strong> motivo d<strong>el</strong> interrogante—y tomando en cuenta que la Biblia emplea la frase<br />

"para probarle", que aun cuando no significa necesaria o principalmente incitar al mal, b sí<br />

sobrentiende <strong>el</strong> <strong>el</strong>emento de entrampar o tender un lazo—podemos suponer que deseaba poner a<br />

prueba <strong>el</strong> conocimiento y prudencia d<strong>el</strong> famoso Maestro, probablemente con <strong>el</strong> objeto de ridiculizarlo.<br />

Ciertamente no tenía por objeto buscar sinceramente la verdad.<br />

Este abogado, poniéndose de pie entre los que se habían reunido para escuchar a Jesús, preguntó:<br />

"Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?" 0 Jesús contestó con otra pregunta, en la cual<br />

claramente se daba a entender que si este hombre, que se preciaba de estar versado en la ley, hubiese<br />

leído y estudiado debidamente, sabría sin preguntar lo que le era requerido. "¿Qué está escrito en la<br />

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