Jesus el Cristo - Cumorah.org

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NOTAS AL CAPITULO 3. 1. La precognición de Dios no es una causa determinante.—"Con respecto a la precognición de Dios, no se vaya a decir que la omnisciencia divina es en sí misma la causa determinante mediante la cual los acontecimientos inevitablemente se llevan a cabo. Un padre terrenal que conoce las debilidades y flaquezas de sus hijos tristemente puede predecir, por razón de ese conocimiento, las calamidades y sufrimientos que esperan a su hijo errante. Puede prever en el destino futuro de ese hijo la pérdida de bendiciones que pudo haber ganado: la pérdida de posición, del respeto de sí mismo, la reputación y el honor. Aun pueden aparecer en las visiones lastimosas del alma de ese padre cariñoso las sombras tenebrosas de una celda en la penitenciaría o la noche interminable de la sepultura de un borracho. Sin embargo, convencido por la experiencia sobre la imposibilidad de efectuar la reforma de su hijo, prevé los lamentables acontecimientos de lo futuro, y este conocimiento no le produce más que aflicción y angustia. ¿Se podrá decir que la previsión del padre es la causa de la vida pecaminosa del hijo? Este ya ha alcanzado la madurez; es el amo de su propio destino; es su propio agente. El padre está incapacitado para gobernarlo por la fuerza o dirigirlo por órdenes arbitrarias; y, aun cuando gustosamente haría cualquier esfuerzo o sacrificio para salvar a su hijo de su destino inminente, teme por lo que parece ser una certeza terrible. Mas ciertamente, ese padre considerado, devoto y amoroso en ningún sentido contribuye a la rebeldía del hijo por causa de su conocimiento. Razonar en sentido contrario equivaldría a decir que un padre descuidado, que ningún interés tiene en estudiar la naturaleza y carácter de su hijo, que disimula las tendencias pecaminosas y yace en completa indiferencia en lo que concierne al futuro probable de ese hijo, está beneficiándolo por motivo de su mismo descuido, porque su falta de previsión no puede obrar como causa contribuyente a la delincuencia del joven. "Nuestro Padre Celestial posee un conocimiento completo de la naturaleza y disposición de cada uno de sus hijos, conocimiento logrado tras amplísima observación y experiencia en las eternidades pasadas de nuestra niñez primordial; y al compararse con ese conocimiento, viene a ser infinitamente pequeño el que nuestros padres terrenales obtienen mediante su experiencia con sus propios hijos. Por motivo de ese conocimiento superior, Dios lee el destino del niño y del joven, del hombre individualmente y de los hombres colectivamente como comunidades y naciones; sabe lo que cada cual hará en determinadas condiciones, y conoce el fin desde el principio. Su precognición se basa en la inteligencia y la razón. El prevé lo futuro como un estado que natural y seguramente ha de llevarse a cabo; no como una situación que tiene que ser porque El arbitrariamente ha dispuesto que así sea."—The Great Apostasy, por el autor, págs. 19, 20. 2. El hombre es libre de escoger por sí mismo.—"El Padre de nuestras almas ha conferido a sus hijos el derecho divino del libre albedrío; no los gobierna ni los gobernará por la fuerza arbitraria; a nadie impele hacia el pecado; a nadie obliga a ser justo. Le ha concedido al hombre la libertad para obrar por sí mismo; y esta indepen dencia viene acompañada del hecho de una responsabilidad estricta y la certeza de un ajuste individual de cuentas. En el juicio con que seremos juzgados, se tomarán en cuenta todas las condiciones y circuns tancias de nuestra vida. Las tendencias inherentes que se han here dado, el efecto del ambiente, ya sea conducente al bien o al mal, las enseñanzas sanas de la juventud o la falta de la buena instrucción— éstos y todos los demás elementos contribuyentes serán considerados en el fallo de un veredicto justo, en lo que toca a la culpabilidad o inocencia del alma. No obstante, la prudencia divina manifiesta clara mente cuál será el resultado cuando determinadas condiciones obran en la naturaleza y disposición conocidas de los hombres, mientras que todo individuo se halla libre para escoger el bien o el mal dentro de los límites de las muchas condiciones existentes y operativas."— The Great Apostasy, pág. 21; véase también Artículos de Fe, págs. 57 y 58. 3. La caída fue una degeneración física.—Una revelación moderna dada a la Iglesia en el año 1833 (Doc. y Con. Sección 89), prescribe las reglas para una vida sana, particularmente en lo que 22

concierne al uso de estimulantes, narcóticos y alimentos que no son propios para el cuerpo. En lo que respecta a las causas físicas que ocasionaron la caída, y la relación estrecha que existe entre esas causas y las violaciones actuales de la Palabra de Sabiduría, comprendida en la reve lación a la que acabamos de referirnos, estas palabras son pertinentes: "Esta (la Palabra de Sabiduría), como otras revelaciones que se han dado en la dispensación actual, no es enteramente nueva. Es tan antigua como la raza humana. El principio de la Palabra de Sabiduría se reveló a Adán. Le fueron dados a conocer todos los elementos esenciales de la Palabra de Sabiduría en su estado inmortal, antes que él diera a su cuerpo las cosas que lo convirtieron en substancia terrenal. Fue amonestado sobre esta práctica en forma precisa. Se le dijo que no tratara a su cuerpo como objeto de tormento. No le fue dicho que lo considerara como el faquir hindú ha llegado a tomarlo, ni que lo estimara como cosa que ha de ser condenada por completo. Pero sí le fue dicho que no diera a ese cuerpo ciertas cosas que había alrededor de él. Le fue advertido que si lo hacía, su cuerpo perdería el poder que entonces tenía de vivir para siempre, y quedaría sujeto a la muerte. Le fue indicado, como os ha sido indicado a vosotros, que hay mucha fruta buena que podemos cortar, comer y saborear. Creemos en disfrutar de alimentos buenos. Creemos que Dios nos ha dado todas las cosas buenas. Creemos en disfrutar todo lo posible de núestros alimentos, y, por tanto, debemos evitar la glotonería, así como el ser extremosos en todos nuestros hábitos de comer; y como le fue dicho a Adán, en igual forma nos es dicho a nosotros: No toques estas cosas, porque el día en que lo hagas será acortada tu vida y morirás. "Aquí deseo decir que en esto consistió la caída: en comer cosas que no convenían, en dar al cuerpo substancias que lo convirtieron en cosa terrena; y voy a aprovechar esta ocasión para proclamar contra las interpretaciones falsas de las Escrituras, adoptadas por ciertas personas, y muy de moda en la actualidad, en las cuales se hace referencia de un modo sigiloso y misterioso, a que la caída del hombre consistió en cierta ofensa contra las leyes de la castidad y la virtud. Tal doctrina es una abominación. ¿Qué derecho tenemos de tergiversar las Escrituras de su sentido y significado correctos? ¿Qué derecho tenemos de suponer que Dios no dio a entender precisamente lo que dijo? La caída fue un procedimiento natural que vino como resultado de que nuestros primeros padres dieran a sus cuerpos substancias derivadas de alimentos impropios, violando el mandamiento de Dios concerniente a lo que debían de comer. Refrenémonos de andar diciendo en voz baja que la caída se debió a que la madre de la raza humana perdió su castidad y virtud. No es verdad; la raza humana no es nacida de fornicación. Los cuerpos que hemos recibido nos son dados de la manera que Dios dispuso. Nunca se diga que el patriarca de la raza humana, que se asoció con los dioses antes de venir aquí a la tierra, y su igualmente real compañera, fueron culpables de una ofensa tan vil. La adopción de esa creencia ha causado que muchos disculpen su propia violación y desviación de -la senda de la castidad y del camino de la virtud, diciendo que es el pecado de la raza y que es tan antiguo como Adán. Adán no lo introdujo. Eva no lo cometió. Fue introducido por el diablo, y lo hizo a fin de sembrar la semilla de la muerte prematura en los cuerpos de los hombres y mujeres, para que la raza humana se degenerara tal como ha sucedido cuando se han transgredido las leyes de la virtud y de la castidad. "Nuestros primeros padres fueron puros y nobles, y cuando pasemos al otro lado del velo quizá conoceremos algo de su estado elevado, más de lo que sabemos ahora. Pero sepamos de una vez por todas que fueron puros; fueron nobles. Es cierto que desobedecieron las leyes de Dios, comiendo las cosas que les fue mandado no comer; pero, ¿quién de vosotros puede levantarse y condenar?"—De un sermón por el autor en la 83a. Conferencia Semestral de la Iglesia, 6 de octubre de 1913. 4. Cristo efectuó la redención de la caída.—"De modo que el Salvador es el amo de la situación: la deuda queda pagada, la redención hecha, el convenio cumplido, la justicia satisfecha, la voluntad de Dios obedecida y todo poder ahora es dado al Hijo de Dios: el poder de la resurrección, de la redención, de la salvación, la facultad para establecer leyes con objeto de llevar a cabo y cumplir este propósito. De ahí, que la vida y la inmortalidad son manifestadas, se introduce el evangelio y El llega a ser el 23

concierne al uso de estimulantes, narcóticos y alimentos que no son propios para <strong>el</strong> cuerpo. En lo que<br />

respecta a las causas físicas que ocasionaron la caída, y la r<strong>el</strong>ación estrecha que existe entre esas<br />

causas y las violaciones actuales de la Palabra de Sabiduría, comprendida en la reve lación a la que<br />

acabamos de referirnos, estas palabras son pertinentes:<br />

"Esta (la Palabra de Sabiduría), como otras rev<strong>el</strong>aciones que se han dado en la dispensación actual,<br />

no es enteramente nueva. Es tan antigua como la raza humana. El principio de la Palabra de Sabiduría<br />

se rev<strong>el</strong>ó a Adán. Le fueron dados a conocer todos los <strong>el</strong>ementos esenciales de la Palabra de Sabiduría<br />

en su estado inmortal, antes que él diera a su cuerpo las cosas que lo convirtieron en substancia terrenal.<br />

Fue amonestado sobre esta práctica en forma precisa. Se le dijo que no tratara a su cuerpo como<br />

objeto de tormento. No le fue dicho que lo considerara como <strong>el</strong> faquir hindú ha llegado a tomarlo, ni<br />

que lo estimara como cosa que ha de ser condenada por completo. Pero sí le fue dicho que no diera a<br />

ese cuerpo ciertas cosas que había alrededor de él. Le fue advertido que si lo hacía, su cuerpo perdería<br />

<strong>el</strong> poder que entonces tenía de vivir para siempre, y quedaría sujeto a la muerte. Le fue indicado, como<br />

os ha sido indicado a vosotros, que hay mucha fruta buena que podemos cortar, comer y saborear.<br />

Creemos en disfrutar de alimentos buenos. Creemos que Dios nos ha dado todas las cosas buenas.<br />

Creemos en disfrutar todo lo posible de núestros alimentos, y, por tanto, debemos evitar la glotonería,<br />

así como <strong>el</strong> ser extremosos en todos nuestros hábitos de comer; y como le fue dicho a Adán, en igual<br />

forma nos es dicho a nosotros: No toques estas cosas, porque <strong>el</strong> día en que lo hagas será acortada tu<br />

vida y morirás.<br />

"Aquí deseo decir que en esto consistió la caída: en comer cosas que no convenían, en dar al<br />

cuerpo substancias que lo convirtieron en cosa terrena; y voy a aprovechar esta ocasión para<br />

proclamar contra las interpretaciones falsas de las Escrituras, adoptadas por ciertas personas, y muy de<br />

moda en la actualidad, en las cuales se hace referencia de un modo sigiloso y misterioso, a que la<br />

caída d<strong>el</strong> hombre consistió en cierta ofensa contra las leyes de la castidad y la virtud. Tal doctrina es<br />

una abominación. ¿Qué derecho tenemos de tergiversar las Escrituras de su sentido y significado<br />

correctos? ¿Qué derecho tenemos de suponer que Dios no dio a entender precisamente lo que dijo? La<br />

caída fue un procedimiento natural que vino como resultado de que nuestros primeros padres dieran a<br />

sus cuerpos substancias derivadas de alimentos impropios, violando <strong>el</strong> mandamiento de Dios<br />

concerniente a lo que debían de comer. Refrenémonos de andar diciendo en voz baja que la caída se<br />

debió a que la madre de la raza humana perdió su castidad y virtud. No es verdad; la raza humana no<br />

es nacida de fornicación. Los cuerpos que hemos recibido nos son dados de la manera que Dios<br />

dispuso. Nunca se diga que <strong>el</strong> patriarca de la raza humana, que se asoció con los dioses antes de venir<br />

aquí a la tierra, y su igualmente real compañera, fueron culpables de una ofensa tan vil. La adopción<br />

de esa creencia ha causado que muchos disculpen su propia violación y desviación de -la senda de la<br />

castidad y d<strong>el</strong> camino de la virtud, diciendo que es <strong>el</strong> pecado de la raza y que es tan antiguo como<br />

Adán. Adán no lo introdujo. Eva no lo cometió. Fue introducido por <strong>el</strong> diablo, y lo hizo a fin de<br />

sembrar la semilla de la muerte prematura en los cuerpos de los hombres y mujeres, para que la raza<br />

humana se degenerara tal como ha sucedido cuando se han transgredido las leyes de la virtud y de la<br />

castidad.<br />

"Nuestros primeros padres fueron puros y nobles, y cuando pasemos al otro lado d<strong>el</strong> v<strong>el</strong>o quizá<br />

conoceremos algo de su estado <strong>el</strong>evado, más de lo que sabemos ahora. Pero sepamos de una vez por<br />

todas que fueron puros; fueron nobles. Es cierto que desobedecieron las leyes de Dios, comiendo las<br />

cosas que les fue mandado no comer; pero, ¿quién de vosotros puede levantarse y condenar?"—De un<br />

sermón por <strong>el</strong> autor en la 83a. Conferencia Semestral de la Iglesia, 6 de octubre de 1913.<br />

4. <strong>Cristo</strong> efectuó la redención de la caída.—"De modo que <strong>el</strong> Salvador es <strong>el</strong> amo de la situación:<br />

la deuda queda pagada, la redención hecha, <strong>el</strong> convenio cumplido, la justicia satisfecha, la voluntad de<br />

Dios obedecida y todo poder ahora es dado al Hijo de Dios: <strong>el</strong> poder de la resurrección, de la<br />

redención, de la salvación, la facultad para establecer leyes con objeto de llevar a cabo y cumplir este<br />

propósito.<br />

De ahí, que la vida y la inmortalidad son manifestadas, se introduce <strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io y El llega a ser <strong>el</strong><br />

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